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Todas las personas tienen un umbral a partir del cual presentan dolor si se les somete a un estímulo determinado de cierta intensidad. En los pacientes con fibromialgia este listón es más bajo de lo normal, lo que les lleva a sentir un dolor intenso frente a estímulos anormalmente dolorosos.
La fibromialgia se caracteriza por la presencia de un intenso dolor musculoesquelético generalizado crónico y sensación dolorosa a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos), una fatiga que no mejora con el reposo, insomnio y otros síntomas, como hormigueo en las extremidades, trastornos abdominales, necesidad de orinar con frecuencia, ansiedad, irritabilidad, cambios de humor y depresión entre otras. Debido a lo generalizado de los síntomas y a que ni los análisis ni las radiografías muestran datos definitivos que indiquen que algo no funciona bien en el organismo, hoy sigue siendo normal que estas personas vengan de un largo recorrido de médicos, pruebas y diagnósticos erróneos, hasta que finalmente dan con la tecla de lo que les ocurre. Por si fuera poco, al no haberse identificado la causa de la enfermedad, se desconoce cuál es exactamente el trastorno al que las terapéuticas deben dirigirse, los tratamientos actuales tampoco son completamente satisfactorios. Según el estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología, en nuestro país hay más de un millón de personas mayores de 18 años con fibromialgia, la mayoría mujeres (90%) de entre 30 y 50 años. Si bien la causa de la fibromialgia es desconocida, se sabe que hay un trastorno de la modulación del dolor, de manera que se perciben como dolorosos, estímulos que habitualmente no lo son. Según la doctora Paloma García de la Peña Lefebvre, jefa del Servicio de Reumatología de HM Hospitales, “se trata enfermedad de causa desconocida de curso crónico que se caracteriza porque las personas que la padecen presentan dolor crónico difuso localizado principalmente en articulaciones y músculos que, en ocasiones, se puede acompañar de sensación de rigidez en dichas localizaciones”.
Una circunstancia desencadenante
La doctora García de la Peña declara que al hacer la historia clínica en la primera consulta “es frecuente que encontremos que antes del inicio de los síntomas, la persona haya atravesado una situación estresante y/o traumática que puede haber contribuido a desarrollar el cuadro o sido el desencadenante del mismo”. No se conoce la causa de esta alteración. Hay personas que desarrollan la enfermedad sin causa aparente y en otras comienza después de procesos identificables como puede ser una infección bacteriana o viral, un accidente de automóvil o en otros casos aparece después de que otra enfermedad conocida limite la calidad de vida (artritis reumatoide, lupus eritematoso, etc.). Estos agentes desencadenantes no parecen causar la enfermedad, sino que lo que probablemente hacen es despertarla en una persona que ya tiene una anomalía oculta en la regulación de su capacidad de respuesta a determinados estímulos.
La fibromialgia puede tener un patrón de herencia materna, según un estudio español publicado en la revista Journal of Medical Genetic, que detalla la primera mutación mitocondrial relacionada con un perfil hereditario, por parte materna.
Mucha frustración
Según explican desde la Sociedad Española de Reumatología, la fibromialgia, aunque este dolor se parece al originado en las articulaciones, no se trata de una enfermedad articular. En esta enfermedad la relación médico-paciente es, en muchas ocasiones, difícil y frustrante para ambos. Para las personas con fibromilagia, porque no se cumplen las expectativas depositadas en los tratamientos indicados por el médico y, para éste, porque realmente ve cómo su trabajo no obtiene los resultados que está acostumbrado a encontrar en otras patologías reumáticas. En este sentido es de gran ayuda para todos la existencia de guías como la de la Asociación de Divulgación de Fibromialgia.
Puntos “gatillo”
La experta añade que hay que tener en cuenta que el diagnóstico de fibromialgia es exclusivamente clínico y se basa en la presencia del dolor generalizado crónico que debe estar presente al menos 3 meses seguidos, los demás síntomas ya mencionados y la presencia en la exploración clínica de dolor intenso de unos puntos anatómicos llamados “puntos gatillo”, localizados en las inserciones tendinosas. Para poder diagnosticar a un paciente de fibromialgia debe haber al menos dolor a la presión de 11 de los 18 puntos: inserción de los músculos suboccipitales; por debajo del músculo esternocleidomastoideo; el punto medio del borde superior del trapecio; el origen del músculo supraespinoso, por encima de la espina escapular, cerca del borde medio; la segunda costilla, en el borde lateral de la unión condrocostal; dos centímetros por debajo del epicóndilo lateral; el cuadrante superior externo del glúteo; la parte posterior de la prominencia trocantérea mayor; la parte medial de la almohadilla de grasa proximal a la línea articular de la rodilla.
“Cuando estudiamos a los pacientes en la mayoría de los casos no encontramos una causa asociada a la cual atribuir la enfermedad, pero en otras ocasiones la fibromialgia se asocia a otras enfermedades reumatológicas inflamatorias, como son la artritis reumatoide y las espondiloartropatías; conectivopatías como el lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Sjógren; patología tiroidea; enfermedad celiaca y sensibilidad al gluten” señala la Dra. García de la Peña. En este sentido, se considera que un paciente padece una fibromialgia primaria cuando no se asocie a ninguna otra enfermedad y una fibromialgia secundaria cuando existe otra patología que se ha desarrollado de manera previa y que ha podido desencadenar la sintomatología del dolor generalizado.
Tratamiento multidisciplinar
1. Según explica la doctora García de la Peña Lefebvre, aunque no existe un tratamiento farmacológico como tal, cada paciente es tratado de forma personalizada con analgésicos, antiinflamatorios, ansiolíticos, antidepresivos…
2. Complementar la terapia farmacológica con hábitos de vida saludables. Entre ellos, dormir bien es fundamental, ya que un sueño reparador disminuye el dolor. Igualmente hay que evitar la cafeína, el tabaco y el alcohol.
3. Se debe llevar una vida sana, relajada y mantener una actividad lo más normal posible. Las técnicas de relajación pueden ser beneficiosas.
4. El ejercicio aeróbico es lo que más alivia los síntomas de la fibromialgia. Aunque el dolor lo pone difícil, se recomienda realizar ejercicios para el fortalecimiento muscular y la flexibilidad. Deportes como la natación, yoga, Pilates o bicicleta son muy apropiados.
5. Es muy importante tener claro que la fibromialgia requiere de un tratamiento multidisciplinar y debe ser tratada de forma conjunta por rehabilitadores, fisioterapeutas, reumatólogos, especialistas en dolor, psicólogos y psiquiatras. “El paciente no puede ir de un especialista a otro sin recibir respuesta y siendo tratado como un paciente puramente psiquiátrico”, concluye la doctora García de la Peña.
Decálogo contra la fibromialgia
*Por la Sociedad Española de Reumatología (SER)
1. Acepta el dolor.
2. Controla tus emociones.
3. Controla tu estrés.
4. Evita la fatiga.
5. Haz ejercicio.
6. Relaciónate con los demás.
7. Protege tu salud.
8. Usa con precaución los medicamentos.
9. Usa con precaución las medicinas alternativas.
10. Sé constante.