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Leer el etiquetado nutricional de los alimentos es importantísimo para poder elegir aquellos que contengan menos grasas saturadas y parcialmente hidrogenadas o trans
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recomienda que el consumo de grasas no supere el 30-35% de las calorías consumidas. “Para una dieta media de 2.000 Kcal, el contenido calórico procedente de las grasas sería de aproximadamente 600-700 Kcal, lo equivalente a una toma diaria de aproximadamente 70-78 g de grasas”, explica Emilia Cancer, del área de Nutrición de la SEEN.
Pero, además, no es importante solo la cantidad de grasas que consumimos, sino también la calidad porque ambos factores determinan su efecto sobre la salud. “No debemos exceder las recomendaciones sobre el porcentaje de grasa en nuestra alimentación porque nos producirá sobrepeso y obesidad. Por otro lado, no debemos consumir grasas trans, y debemos reducir el consumo de grasas saturadas porque están directamente relacionadas con el aumento de colesterol en sangre, el desarrollo de ateroesclerosis y el aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular, que es la principal causa de morbi-mortalidad en España”, apunta la experta de la SEEN.
Diferentes tipos de grasas
Las grasas que consumimos proceden principalmente de diversos alimentos de origen animal y vegetal, donde se encuentran en diferentes proporciones, pero, advierte la doctora Cancer, no todas ellas son igual de necesarias.
⊕ Grasas saturadas: se encuentran en alimentos de origen animal, como carnes, embutidos, leche y sus derivados; y en aceites de origen vegetal, como los aceites de coco o de palma, que se consumen a través de bollería industrial, aperitivos salados y productos transformados, principalmente. “El consumo de grasas saturadas favorece un aumento de los niveles de colesterol en sangre, en concreto del LDL colesterol, también llamado colesterol ‘malo’”, advierte la doctora Cancer, que indica que los alimentos ricos en grasas saturadas deben formar parte del vértice de la pirámide de la alimentación saludable y, por lo tanto, solo deberían consumirse de forma esporádica, ya que no debe superar el 9-10% de la ingesta calórica diaria total.
⊕ Grasas insaturadas: estas grasas se encuentran en alimentos de origen vegetal, como los aceites vegetales: aceite de oliva, girasol o maíz. A su vez, se clasifican en:
Grasas monoinsaturadas: El ácido graso monoinsaturado por excelencia es el ácido oleico, presente especialmente en el aceite de oliva, donde puede alcanzar hasta un 75-80% de su contenido. “También lo encontramos en el aceite de colza, las aceitunas, el aguacate, y, en menor cantidad, en algunas carnes, en el aceite de girasol y en los frutos secos como las nueces o almendras”, aclara la experta de la SEEN. Estas grasas representan el mayor porcentaje recomendable de consumo, entre el 15 y el 20% del total.
Grasas poliinsaturadas: existen tres familias: los omega 3, 6 y 9. La mayoría de estos ácidos grasos pueden ser sintetizados a partir de los hidratos de carbono de la dieta. La recomendación de ácidos grasos poliinsaturados en una dieta saludable es del 6-10% de las calorías totales.
Grasas trans: Estas grasas se forman a partir de ácidos grasos insaturados que se hidrogenan parcialmente, lo que da lugar a grasas más sólidas, más plásticas y más estables. La mayor parte de las grasas trans se producen durante la elaboración de las margarinas y grasas de repostería, como resultado de la hidrogenación parcial o total de aceites vegetales o de pescado insaturados. “El consumo de ácidos grasos trans provoca en el organismo un efecto más negativo que la grasa saturada, ya que aumenta los niveles de LDL colesterol y triglicéridos y también reduce HDL colesterol en sangre, también llamado colesterol ‘bueno’, favoreciendo el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”, alerta. Por ello, se debe mantener una ingesta lo más baja posible, por lo que se recomienda consumir menos del 1% de las calorías totales de la dieta.