Aunque sabemos que un antibiótico no cura una gripe o
un resfriado de tipo vírico, todavía hay muchos que los siguen tomando como la
panacea que todo lo cura. Tomarlos de manera indiscriminada puede ser muy
perjudicial, ya que a la larga generan resistencias antimicrobianas que les
restan efectividad.

Picor de garganta, lagrimeo,
estornudos, congestión nasal? Para atajar todos estos síntomas del resfriado
muchos optan por el que, a su juicio, es el camino más corto: consumir
antibióticos. Una solución errónea por dos motivos, ya que ni están indicados
en patologías que no sean de tipo bacteriano, ni deben tomarse de manera
indiscriminada y sin prescripción médica, so pena de hacernos resistentes a su
eficacia. Pero además, en aquellos casos en que sí están indicados, cumplir las
pautas de duración del tratamiento y las dosis correctamente evitará que se
generen en un futuro resistencias antimicrobianas que los hagan inútiles cuando
realmente los necesitemos. Si el descubrimiento de los antibióticos marcó un
hito en la historia de la medicina, la lucha contra el mal uso y abuso de los
antibióticos presenta un nuevo reto para la comunidad científica. Algo cuya
responsabilidad recae directamente sobre el facultativo, y cómo no, sobre el consumidor.

Resistencias en aumento

El doctor Ángel Asensio, jefe del
Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Puerta de Hierro de Madrid y
responsable del estudio del grupo EPINE sobre resistencias antimicrobianas
publicado en la edición digital de la revista Journal of Hospital Infection,
afirma que cada vez hay menos fármacos eficaces para
tratar las enfermedades infecciosas. ?Microorganismos que hace unos años se
podían erradicar con antibióticos de primera línea, hoy requieren de tratamientos
con fármacos más sofisticados, y aunque aparezcan moléculas nuevas cada año, su
desgaste se produce cada vez más rápidamente?, afirma.

Según el entorno donde se
produzcan, hay dos tipos de resistencias: intrahospitalarias
y extrahospitalarias.

  1. A  nivel intrahospitalario, la situación es
    similar a la de Francia y peor que a la de Alemania o Reino Unido. 7
    hospitales españoles participan actualmente en un estudio internacional (el Estudio MYSTIC), para vigilar
    la aparición de resistencias a los antibióticos hospitalarios frente a las
    bacterias productoras de enfermedades graves. Según este estudio, dirigido
    a aquellas unidades donde está más indicado el uso de antibióticos
    potentes (cuidados intensivos, cirugía y reanimación), se están describiendo
    nuevos mecanismos de resistencia a antibióticos betalactámicos (meticilina,
    amoxicilina y clavulánico), y a fluoroquinolonas, que según los expertos empieza
    a ser preocupante. Según expertos de la Sociedad Española de Enfermedades
    Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), reunidos en el XII Congreso
    de esta sociedad, hasta hace pocos años las infecciones causadas por Staphylococcus aureus (patógeno
    Gram) resistentes a la meticilina y otros betalactámicos, afectaban casi
    en exclusiva a personas ingresadas en hospitales y residencias de
    ancianos. Ahora están pasando del ámbito intrahospitalario al
    extrahospitalario, y lo mismo ocurre con las infecciones causadas por
    cepas de Escherichia coli (patógeno
    Gram-), la más prevalente en infecciones hospitalarias y cuyas
    resistencias a cefalosporinas de tercera generación (antibiótico del grupo
    de betalactámicos) están aumentando y se sitúan ya en torno al 10%.
  2. Fuera de los hospitales, España se encuentra
    entre los países con mayores problemas de resistencias antimicrobianas, y
    con un mayor consumo de antibióticos en la población: aunque se ha
    constatado un descenso en el consumo de antibióticos desde los años 70, y
    una estabilización de las cifras de consumo desde la década de los  90 hasta la actualidad, sin embargo,
    nuestro país sigue teniendo un consumo superior al de los países de su
    entorno. Las bacterias que se han ido haciendo resistentes a los
    antibióticos fuera de los hospitales y en lo que a infecciones
    respiratorias se refiere, son el neumococo, con un 40 % de resistencia a las
    penicilinas y los macrólidos, y el Haemophillus influenzae, con un 35 % de
    resistencia a Amoxicilina. Las enfermedades respiratorias causan en España
    un 3% de la mortalidad global, siendo la neumonía adquirida en la
    comunidad y la exacerbación de la bronquitis crónica (EPOC) las más
    importantes.

El por qué de las resistencias

Las resistencias
antimicrobianas (RA) se generan cuando el antibiótico, al actuar contra los
microorganismos, modifica el medio ambiente en el que viven, creando un nuevo
escenario en el que sobreviven los gérmenes más aptos, más adaptados y más
resistentes. Esto puede ocurrir por varios motivos: por la creciente práctica
de la automedicación, por la utilización creciente de antibióticos en
enfermedades de origen vírico (no bacterianas), por el incumplimiento
terapéutico en el que se incurre y por el consumo de antimicrobianos en
animales. En los hospitales, la resistencia se produce fundamentalmente cuando
no se utilizan los antimicrobianos adecuados (hay que elegir aquellos más
activos frente a los grupos de microorganismos a los que va dirigido) o no se
utilizan en las dosis correctas. Lo ideal es que los antibióticos estén
dirigidos al patógeno más probable, aunque suele ocurrir que si la infección es
grave y aún no se conoce el microorganismo responsable, se utilicen
antibióticos de amplio espectro.

Según el doctor Asensio, responsable
del estudio EPINE, para frenar el aumento de resistencias antimicrobianas en
los hospitales y su extensión a la comunidad, es fundamental ?inmunizar a los
pacientes mediante las vacunas, fomentar la retirada precoz de los catéteres,
aumentar el cumplimiento de las medidas de higiene de las manos, utilizar
correctamente los antibióticos asegurándose de que existe infección y no se
trata de una colonización o contaminación y, si existe, diagnosticarla y
conocer su etiología precozmente.

¿Y en los animales?

El 50% de los antibióticos
consumidos en España los consumen los animales, en forma de piensos, para
reducir el riesgo de infecciones y estimular su crecimiento. Los animales de
cría reciben antibióticos de forma sistemática, por lo cual las resistencias
intestinales que aparecen en su organismo, tarde o temprano pueden pasar a la
cadena humana, cuyo organismo, acostumbrado a este consumo indirecto, puede generar
resistencias a esos antibióticos.

La importancia de la prescripción médica

El consumidor es el máximo
responsable de este comportamiento que coloca 
a los antibióticos en primer lugar en el ranking de los medicamentos de
prescripción con los que el usuario se automedica. A ello hay que unir la
responsabilidad del médico a la hora de prescribir antibióticos sin necesidad.
Actualmente, y tras la entrada en vigor de la nueva Ley de Garantías y Uso
Racional del Medicamento, los antibióticos no pueden ser dispensados sin receta
médica, salvo algunos supuestos excepcionales que se pueden dar en las
farmacias, medida con la que se quiere frenar el abuso y mal uso de este tipo
de fármacos por parte de la población.

El Libro Blanco sobre el futuro de la antibioticoterapia en las
infecciones respiratorias
, impulsado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR),
pretende desarrollar una adecuada labor de educación sanitaria en torno al uso
correcto de los antibióticos para este grupo de enfermedades. Una de sus
conclusiones es que el aumento de las resistencias llevará en un futuro
inmediato a cambiar el patrón de prescripción empírica de antibióticos para el
tratamiento de las enfermedades infecciosas de las vías respiratorias.

Según recoge este libro, los
profesionales sanitarios, a la hora de elegir un antibiótico deberán tener en
cuenta:

  1. El patrón local de resistencias (varía en función
    de cada CCAA).
  2. La eficacia y el perfil de seguridad de los
    antibióticos disponibles.
  3. Asimismo, deben informar a los pacientes de forma
    adecuada con el fin de evitar el incumplimiento o el abandono del tratamiento
    y sus consecuencias.
  4. Deberán tener en cuenta las variables
    socioculturales de los pacientes, especialmente las derivadas del aumento
    de la inmigración.

Hablan los datos

  • La mitad de la población española consume
    antibióticos en patologías en las que no están indicados.
  • Casi el 11% de la población se automedica.
  • Más del 10% abandona el tratamiento prescrito por
    el médico.
  • El 20% usaba siempre antibióticos en gripes y
    resfriados, es decir, tomaban unos medicamentos que no sirven para curar
    esas patologías. Un 36% solo a veces.

*Fuente: Encuesta Nacional
sobre el consumo de antibióticos en España 2002

Europa

¡El ojo alerta!

La magnitud de este problema ha
llevado a la OMS a calificarlo como de los más graves de salud pública en el
mundo, lo que ha incitado a los países europeos a trabajar de manera conjunta en
redes de colaboración que favorezcan el uso racional de antibióticos. Teniendo
en cuenta que los patrones de resistencia a los antibióticos varían enormemente
entre los estados miembros de la UE, para obtener datos fiables y comparables,
la Unión Europea ha diseñado estrategias comunes para combatirlo, creando redes
cooperativas como la Red Europea sobre Consumo de Antibióticos (ESAC) y la Red
Europea de Resistencia a Antibióticos (EARSS), ambas enmarcadas dentro del
programa europeo de investigación en salud pública. En España, estas redes
están integradas por hospitales y laboratorios coordinados  por el Centro Nacional de Microbiología (CNM),
que centraliza la información sobre las bacterias resistentes en España, por
notificación de las farmacias y de los facultativos, y la transmite a la red
europea.

Una investigación ?viva?

El aumento de resistencias
implica investigar nuevos antibióticos, un proceso largo que puede durar entre
8 y 12 años, y que exige de un esfuerzo difícil y costosísimo por parte de la
Administración y de la industria. Seamos conscientes y responsables con nuestro
arsenal terapéutico y empleemos los fármacos siempre con el control de la
prescripción médica y el asesoramiento del farmacéutico.

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Redacción Consejos

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