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Un artículo publicado en el último número de ‘Revista Española de Cardiología’ (REC) pone de manifiesto que el seguimiento habitual de una dieta mediterránea se asocia a un mejor perfil lipídico en plasma, debido, concretamente, a que proporciona una mayor concentración de colesterol HDL (popularmente también denominado “colesterol bueno”) considerado un indicador de buena salud cardiovascular. Así, este trabajo pone de manifiesto la influencia directa entre hábitos alimentarios y la aparición y progresión con la enfermedad cardiovascular.
A este respecto, es bien sabido que la dieta mediterránea tradicional tiene efectos cardioprotectores y por ello se recomienda su consumo como prioridad tanto en prevención primaria como en prevención secundaria de la
enfermedad cardiovascular, ya que la evidencia
existente indica que seguir un patrón de dieta
mediterránea se asocia a una mejora del perfil
lipídico en sangre, incluyendo un aumento de
concentración de colesterol HDL y una
disminución de colesterol LDL, triglicéridos y colesterol total.
Así lo han demostrado recientemente un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (entre otros centros) que identificaron los principales patrones alimentarios de la población española actual para luego investigar su asociación con el perfil plasmático (colesterol total, colesterol HDL, colesterol LDL y triglicéridos), con el objetivo de demostrar la relación existente entre la alimentación y la post aparición de placas adiposas en las arterias (enfermedad aterosclerótica) en su etapa subclínica, es decir, antes de manifestar signos de daño vascular.
Bajo este objetivo, llevaron a cabo un análisis transversal de los datos obtenidos de 1.290 participantes de la cohorte del Aragon Workers Health Study (AWHS), sobre los cuales se analizó la información dietética obtenida a través de un cuestionario de frecuencia alimentaria que cuantificaba el consumo habitual de 136 productos durante los 12 meses previos mediante técnicas estadísticas de análisis factorial.
A través de este análisis se identificaron dos perfiles de dieta claramente diferenciados: el grupo que mayoritariamente seguía un patrón de dieta mediterránea, basada en el consumo habitual de verduras, frutas, pescado, carnes blancas, frutos secos y aceite de oliva, y por otro lado el grupo con un perfil más asociado al patrón de dieta occidental, rica en carnes rojas, comida rápida, productos lácteos y derivados de cereales refinados.
Ya con esta información, los investigadores evaluaron, a través de muestras de sangre, la asociación entre dieta y diversos marcadores intermedios de riesgo cardiovascular. Los datos revelaron que los participantes que siguieron una dieta más asociada a este patrón “mas saludable” (mediterráneo) presentaban cifras de colesterol HDL (colesterol bueno) mayores que los participantes con mayor adhesión al patrón de dieta occidental (54,8 mg/dl vs 49,9 mg/dl).
“Estos datos muestran que entre los individuos que siguen más de cerca uno u otro patrón dietético hay una diferencia de 5mg/dL (aproximadamente un 10% de diferencia) en los niveles de colesterol HDL”, puntualiza el Dr. José Luis Peñalvo, como coautor del estudio e investigador del Área de Epidemiología y Genética de Poblaciones de la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
Los resultados del estudio concuerdan con los estudios observacionales previos que también han demostrado que, en general, un mayor consumo de alimentos procesados y de origen animal, característico de las dietas más occidentales, se asocia a valores más bajos de “colesterol bueno”. “Este es el caso de un consumo elevado de alimentos con azúcares añadidos e hidratos de carbono refinados que han demostrado aumentar la adiposidad visceral, reducir la sensibilidad de la insulina y estimular la creación de grasas de reserva y triglicéridos en el hígado, lo cual podría provocar una disminución de los niveles de colesterol HDL”; matiza el Dr. José L. Peñalvo, quien añade que, “por el contrario, el efecto favorable de la dieta mediterránea podría deberse al consumo de aceite de oliva en el contexto de una dieta rica en frutas y verduras”.
En el presente estudio también se ha analizado el cociente trigliceridos/cHDL, un indicador, este, que se ha relacionado con el riesgo de enfermedad coronaria. “En nuestro trabajo vemos cómo este cociente va disminuyendo en función de una mayor adherencia a la dieta mediterránea”, explica el investigador del CNIC.
Como conclusión, el Dr. José L. Peñalvo destaca que, “este estudio pone de manifiesto la asociación existente entre los niveles de colesterol HDL y el tipo de dieta que se sigue habitualmente. Esta relación ya se ha puesto de manifiesto en estudios previos como el PREDIMED sobre intervención con dieta mediterránea, pero es importante verificar que esta asociación se mantiene en la población en general, sin intervención y que existe una relación proporcional entre la mayor adherencia a una dieta mediterránea y un mejor perfil lipídico”.
A mayores niveles de colesterol HDL, mayor protección cardiovascular
Las cifras totales de colesterol están formadas por la suma de colesterol HDL (o colesterol “bueno”), lipoproteínas de alta densidad que protegen ante la enfermedad cardiovascular, y por el colesterol LDL (o colesterol “malo”), lipoproteínas de baja densidad que cuando se acumulan en la sangre forman placas adiposas que obstruyen las arterias provocando la disminución del riego en las arterias (isquemia) que, si se prolonga lo suficiente puede llegar a romperse y causar un infarto cerebral o cardiaco. Se consideran óptimas cifras de colesterol HDL ≥40 y ≥50mg/dl para varones y mujeres respectivamente.
En cuanto a la relevancia de estas cifras como indicadores de riesgo cardiovascular, el Dr. Peñalvo clarifica que, “no es tan relevante la interpretación individual de cada uno de estos valores sino la relación entre los distintos tipos de lipoproteínas y el análisis de las mismas, teniendo en cuenta otros factores de riesgo como la edad, historia familiar, hipertensión, tabaquismo, etc.”.
En este sentido, desde la Sociedad Española de Cardiología se quiere lanzar el mensaje de la importancia que adquiere para nuestra salud cardiovascular el seguir una dieta equilibrada como es la dieta mediterránea. Rica en fruta y folatos, la dieta mediterránea ejerce una gran influencia protectora en la prevención de la salud cardiovascular. Como indica el estudio español Predimed, la adherencia a la dieta mediterránea ha demostrado asociarse a una reducción del 30% del riesgo de muerte cardiovascular y, por tanto, a una menor frecuencia de infartos de miocardio, de accidentes vasculares cerebrales y de muerte por causa cardiovascular