Únete a nuestra comunidad
Toda la actualidad del mundo de la salud y la farmacia en Consejos de tu Farmacéutico.
Además, puedes seguirnos en nuestras redes sociales:
El profesor José Antonio Flórez Lozano es catedrático de Ciencias de la Conducta de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo y autor de numerosos libros. Aspectos psicoafectivos del enfermo oncológico, La mujer ante el cáncer de mama, o Felicidad, salud y longevidad, son algunos de estos títulos.
En el marco del XIV Congreso de la Sociedad Española del Dolor, el profesor Flórez participó como ponente en el taller ‘Felicidad y dolor. Fármacos de la felicidad’, en el que expuso las estrategias psicológicas para afrontar el dolor y los agresores que propician la infelicidad.
¿Es posible la felicidad con dolor? ¿Podemos encontrar juntas estas dos circunstancias?
Es un tema muy interesante porque, paradójicamente, el dolor y la felicidad pueden convivir. Creemos que únicamente la felicidad se contempla en relación al bienestar, a los placeres, al prestigio, los honores… Y sin embargo, podemos contemplar en muchas personas apresadas por el dolor y por el sufrimiento la escena de la felicidad. Creo que el cultivo más productivo para la felicidad nace siempre vinculado al dolor y al sentimiento, es más, si no conociésemos estas emociones tampoco podríamos llegar a acariciar la felicidad. Hay, por tanto, una vinculación muy estrecha.
¿Que poder tiene la mente ante la enfermedad? ¿Cuáles son los mecanismos que las relacionan?
Desde el punto de vista mental nuestras aptitudes y pensamientos nos pueden conducir a la enfermedad. El sujeto puede ser fábrica de dolor, de sufrimiento o fábrica de salud y bienestar. Lo que estás pensando se traduce en el equilibrio fisiológico, existe una interrelación muy estrecha entre el pensamiento y la enfermedad. El pensamiento es por lo tanto un medicamento esencial para nosotros mismos, por lo que tenemos que desvincularnos de las emociones negativas que estimulan las hormonas del estrés (como el cortisol o la adrenalina) con efectos en la tensión arterial o en el colesterol sanguíneo.
Pensar mejor para vivir mejor, pensar muy en positivo, sentirse afortunado porque todos tenemos algún motivo independientemente de nuestras circunstancias.
¿Podría darnos algunas claves prácticas para modificar la espiral de emociones negativas y pensamientos tóxicos que a veces nos envuelven y pueden afectar a nuestra salud?
Verá, es que en la sociedad actual tratamos de buscar soluciones fáciles y rápidas a todo y la felicidad es, precisamente, lo más difícil. Es un ejercicio de superación y de sacrificio, no es únicamente una serie de placeres, es resultado de vivencias internas, de emociones. Tiene mucho, muchísimo que ver con proporcionar un mayor sentido y propósito a nuestra vida y con la autorrealización. También tienen un componente muy importante de ayudar, de generar felicidad en los demás. No puede existir la felicidad de uno mismo si no se es capaz de generar un poco de felicidad en los demás.
Es un camino continuo que dura toda la vida, porque la felicidad nunca se tiene, sólo se acaricia. El pensamiento es aquí muy importante: alcanzar la felicidad en base a recuerdos felices, escoger esos momentos de alegría de nuestra vida, porque los recuerdos tienen un valor terapéutico muy importante y el organismo lo agradece ya que genera un estado de bienestar.
Hay otros aspectos que no valoramos en la sociedad actual como “cultivar el perdón”, que reduce el dolor crónico y hace que los trastornos cardiovasculares sean menores.
Usted habla de la “farmacia del cerebro” y de los “fármacos de la felicidad”, ¿dónde se adquieren estos medicamentos?
No están lejos, pero no se compran en las tiendas ni en los mercados. Tenemos un fármaco impresionante que es el sentido del humor, tenemos que reírnos más y más porque tiene un efecto terapéutico contrastable y conocido. Las endorfinas son sustancias reguladoras de alguna manera de la felicidad (aunque hay muchas más), que aumentan en relación a ciertas actividades, acciones o pensamientos placenteros. Cuando jugamos con niños, cuando paseamos en armonía con la naturaleza, bailamos, o cuando leemos una buena novela, las endorfinas encuentran un espacio positivo para su liberación. Y ocurre lo contrario cuando estamos estresados, fatigados o desmotivados.
Además el humor está relacionado con la longevidad…
Sí, nos hace más resistentes frente a multitud de enfermedades y potencia la longevidad. Entre su efectos terapéuticos están los inmunológicos, con la regulación del sueño, beneficios a nivel circulatorio, musculoesquelético, y por supuesto, hormonales, con la liberación de endorfinas que combaten eficazmente el dolor. El sentido del humor es capaz de disolver o neutralizar las preocupaciones, las obsesiones, la angustia, la tensión la frustración…
¿Qué considera que es lo más nocivo para la salud a nivel emocional?
Son muy perjudiciales las obsesiones, tenemos que liberarnos de sus garras porque potencian la angustia, el estrés y la ansiedad, tan dañinos para la salud. Tenemos capacidad de elección y debemos escoger actividades que nos hagan felices, hay una palabra mágica que es distracción, distracción y distracción.
Hay estudios que muestran que las personas positivas son menos vulnerables a enfermedades cardiovasculares. Un pensamiento positivo por la mañana puede cambiar el rumbo de un día completo, mientras que uno negativo es capaz de suprimir la resistencia inmunitaria durante 10 horas.
Y el amor, ¿qué rol tiene en todo esto?
Es una de las patas esenciales de la actividad humana, no se puede vivir sin amor: la capacidad de ayuda, la ternura, la afectividad, producen armonía, paz y felicidad. ¿Por qué existe tanta infelicidad en nuestra sociedad? Porque falla esa afectividad, esa relación entre padres hijos, sustituida por los móviles, por los smartphone. Lo mejor que puede hacer el ser humano es amar y las personas más felices son las que aman. Pero el amor entendido en el sentido de “dar a cambio de nada”.
¿Qué papel juegan en el camino hacia la felicidad la adaptación y la aceptación?
La felicidad es el camino de mayor dificultad, una superación constante, como el alpinista que trata de alcanzar cada vez cotas más elevadas. La felicidad, por encima de todo es acción, pero también es adaptación, es caerse mil veces y levantarse un millón, es reforzar nuestra personalidad a pesar de los momentos durísimos de la vida. Cuanta más capacidad de adaptación y de aceptación haya (de nuestras limitaciones, frustraciones, de nuestra sencillez, humildad) podremos ser más felices.