-Vengo a que me aclare una cosa.
-Dígame. Si no le sé contestar, todo es cuestión de que
espere a mañana.
-En mi casa, que son muy guasones, les ha dado por llamarme
la intolerante.
-No deja pasar ni una, ¿no es cierto?
-¡Qué va! El tema es médico?una enfermedad.
-¿Una enfermedad?
-Esto es lo que quiero que me aclare.
-Pues explíquese.
-He estado tres meses en Inglaterra y allí me atiborré de
chocolate. Al volver, me he puesto a plan para adelgazar.
-¿Y??
-Seguí un régimen, aconsejada por un amigo, y comencé a tomar
vitaminas. Desde entonces tuve náuseas y diarrea.
-Debería haber ido al
médico.
-Es lo que hice.
-¿Y qué le dijo?
-Primero, y al ver que también me habían aparecido ronchas,
que era una intoxicación.
-¿Y era?
-Ahí está la cuestión. Me prohibió el plan y el medicamento.
-¿Y se mejoró?
-Al contrario? me puse peor. ¡No tolero a los médicos!
-¿Y qué ha hecho?
-El médico me envió a un especialista y éste me mandó unos
análisis. Aquí los traigo
-No veo nada que presuma una intoxicación o alergia. La IgE es normal.
-¿La qué??
-La Inmunoglobulina E? un anticuerpo que se altera ante los
casos de intoxicación.
-Eso mismo me dijo el especialista.
-¿Y entonces?
-Me mandó una medicación para evitar las diarreas y los
picores y me dijo que hiciera mi vida normal.
-Bueno, ¿y cuál es la duda?
-Verá. Como no se me quitaron los síntomas, me hicieron otras
pruebas y ahora resulta que soy alérgica al chocolate y a la leche
¡Incomprensible!
-Ahora creo que me voy enterando.
-¿Cómo puedo ser alérgica a?.?
-Un momento. Es que lo suyo, efectivamente, no es una
alergia, es una intolerancia. De ahí viene lo de intolerante.
-Pero? ¡vamos a ver!,
si precisamente en los meses que estuve en Inglaterra, casi todo lo que
tomé fue leche y chocolate.
-¿No le gustaba la comida?
-¡Sí! Es que soy golosa y el chocolate y la leche ingleses?
¡son tan ricos! Por eso llegué tan gorda. ¿Ahora va a resultar que aquí, en
España, me sientan mal?
– Ahí está, precisamente, la explicación.
-Pues yo no lo entiendo.
-Es fácil. Usted, al comer gran cantidad de ambos alimentos,
y teniendo predisposición a su intolerancia, ha quedado sensibilizada y ahora,
con una ingesta mínima, le aparecen los síntomas.
-¿Y en Inglaterra, no?
-No, por lo que le estoy explicando.
-Pues yo creo que lo mío es una intoxicación.
-¿Y en qué se basa?
-En que el chocolate español es muy malo.
-¿Muy malo?
-El inglés es mejor y la leche? ¡ni le cuento!
-¿Qué le pasa a la leche?
-Que aquí le echan de todo?, por ejemplo, conservantes.
-Pues en Inglaterra, precisamente, están locos ?con Cervantes?
-¿Cómo?
-¡Que les gusta mucho ?El Quijote?!
-Y a usted le gusta mucho la guasa.
-¡Mujer, un toque de humor no está de sobra!
-Para humor? el inglés.
-Viene usted obnubilada con los ingleses y no creo que sea
para tanto.
-Es para tanto y más. Tanto es así que no tolero que se metan
con ellos.
-Me imagino que ha venido enamorada de alguien. Espero que
este alguien no sea tan intolerante? ¡en el más amplio sentido de la palabra!