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El síndrome del comer emocional consiste en utilizar la comida para distraer o anestesiar estados emocionales intensos, explican los expertos de Coaching Club, centro de terapias y coaching grupal. Algunas personas eligen el alcohol, el tabaco, las drogas o las compras compulsivas buscando alivio. Pero el regulador emocional más elegido sigue siendo comer ya que es el que socialmente está más aceptado. En estas fechas, el estrés generado por los temas derivados de la Navidad y los actos sociales relacionados crean un aumento en el estrés que se ve reflejado en la comida y los hábitos de la alimentación.
“Es fundamental entender que el vínculo que establecemos con la comida no es otra cosa que nuestra forma de percibir el mundo todo. La comida es un vínculo y como tal está cargado de cuestiones culturales, emocionales y sociales. ¿Qué pasa cuando utilizamos esta relación que tenemos con la comida para suplir otras cuestiones? Por ejemplo, para tranquilizar una angustia o la ansiedad ante alguna situación que nos excede, como sustituto de algo que sentimos que nos está faltando en la vida , un trabajo, una relación, la dificultad para sociabilizarnos adecuadamente o para simplemente aceptar la etapa vital en la que nos encontramos”, explica Verónica Rodríguez Orellana, Directora y terapeuta de Coaching Club.
Causas emocionales que pueden llevarnos a comer en forma automática:
1-Comer por estrés. El masticar supone un gasto de energía y al implicar una forma de desgarrar y triturar (actividad vinculada a la agresión) se transforma en una forma de reducir la ansiedad, forma rápida y pasajera pero al alcance de cualquier persona.
2-Comer por tristeza. Algunas personas presentan un estado de ánimo muy bajo , sin entusiasmo para realizar tareas habituales, que notan como instintivamente aumenta su deseo de consumir chocolate, alimentos estimulantes, carne y otros productos ricos en proteínas e hidratos de carbono. Estos alimentos tienen en su composición química elementos que aumentan los niveles de serotonina, neurotransmisor que se encuentra disminuido cuando el ánimo está deprimido.
3-Comer por insatisfacción. Si tenemos en nuestro interior una sensación de vacío, intentamos llenarlo, y comer es una forma fácil de hacerlo. El hecho cierto es que la comida nos distrae y produce una sensación de bienestar breve y fugaz, un efecto pasajero: luego de un rato volvemos a sentirnos como antes.
4-Comer en exceso por carencia afectiva. En un intento de recrear episodios felices de la propia historia vinculados en general a la madre nutricia.
5-Comer en exceso como forma de castigo. Una manera de provocar el aislamiento por no sentirse merecedor/a de afecto. Generalmente se vincula a la culpa por algo que se hizo o se pensó, y se auto-castiga engordando.
6-Comer en exceso por miedo. Como modo de protegerse dentro del cuerpo, miedo a dejar de ser niña/o , miedo a mostrarse deseada/o, miedo a tomar responsabilidades.
7-Comer en exceso por influencia de los seres queridos. El temor a la desnutrición o el mito que afirma que la gordura es sinónimo de salud.
El aprendizaje de habilidades para la gestión de las emociones resulta imprescindible, además de desarrollar la capacidad para sentirlas y expresarlas a través de la palabra, ejercitando paralelamente, la capacidad de autodominio y auto conocimiento. “En las sesiones de Coaching, trabajamos con estos temas muy habitualmente y los estructuramos con el cliente en tres pilares fundamentales que tienen que ver con una cuestión deactitud, un replanteamiento de un estilo de vida, un nuevo enfoque en su alimentación y un entrenamiento emocional”, explica Verónica Rodríguez Orellana.