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Las vacunas son una de las intervenciones en salud más eficaces a las que puede tener acceso el ser humano. A excepción de la potabilización del agua, ninguna otra medida ha contribuido tanto a disminuir la morbilidad y la mortalidad en la población a lo largo de varias generaciones. De hecho, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las vacunas previenen de 2 a 3 millones de muertes anuales.

Las vacunas son productos biológicos complejos y sofisticados. Se emplean alrededor de 12 años en investigación y desarrollo, y una inversión de más de 500 millones de euros, para crear una nueva vacuna. A fecha de hoy, existen más de 40 vacunas para la prevención de 25 enfermedades evitables, un arsenal terapéutico que ha permitido que en los últimos 30 años la mortalidad infantil de menores de 5 años se haya reducido en el mundo un 52%.

En este contexto, la OMS celebra cada año la Semana Mundial de la Inmunización, que tiene lugar la última semana de abril, con la finalidad de promover el uso de las vacunas en un intento por proteger de la morbilidad a personas de todas las edades. Y es que además de los propios beneficios directos de las vacunas para las personas vacunadas (reducción de la incidencia de la enfermedad, disminución de la gravedad de la enfermedad entre aquellos que la puedan contraer…), también existen multitud de efectos indirectos que benefician a aquellas personas no vacunadas que residan en la misma comunidad que los vacunados.

Un ejemplo de ello es la vacuna de la gripe. Existen datos que indican que la inmunización de los niños y los adolescentes contra esta enfermedad puede conferir no solo protección a los propios vacunados, sino también una protección indirecta a los miembros no vacunados de su entorno.  Y es que, según estimaciones de la OMS, mientras la tasa de infección se sitúa entre el 5 y el 10% en adultos, en los niños alcanza porcentajes de entre el 20 y el 30%4. De hecho, los escolares se encuentran en la etapa en la que es más probable la infección por el virus5, por lo que se convierten, a su vez, en sus principales transmisores.

Incidencia de la gripe en España

Precisamente, la evolución epidemiológica de la gripe en España durante la última temporada epidémica ha dado buena muestra de esta situación. A pesar de que los datos disponibles hasta la fecha indican que los mayores de 64 años han sido los más afectado por el virus -éste es el grupo de población en donde más casos graves hospitalizados confirmados de gripe (CGHCG) se han registrado, con un 74% del total-, la afectación de la misma ha sido más prolongada en los menores de 15 años.

Familiarizarse con las medidas de prevención contribuirá a minimizar el riesgo de contraer el virus y, así, limitar el impacto de la gripe en los hogares. Además de medidas higiénicas como el lavado de manos, la vacunación es la medida más efectiva para prevenir la gripe y sus posibles complicaciones, ya que consigue reducir el riesgo hasta en un 87%8.

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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...