“En el entorno de crisis actual se pone de manifiesto la necesidad de crear estructuras que garanticen la equidad del sistema tanto en el acceso a nuevos fármacos y técnicas de tratamiento, como en las medidas de soporte. Además, se debe evitar poner en riesgo las estructuras generadas en los últimos años de cribado poblacional y diagnóstico precoz”, asegura el Dr. Antonio Llombart, vocal de la junta directiva de SEOM.


Esta es una de las principales conclusiones del IV Seminario de Periodistas “Curar y Cuidar en Oncología: La Eficiencia en Cáncer”, organizado por SEOM, en colaboración con MSD, que se celebra hoy en Salamanca y que reúne a periodistas, oncólogos médicos, pacientes, y expertos en cribados y en economía de la salud que debaten diferentes estrategias que contribuyan a lograr una mayor eficiencia en oncología.

El Dr. Llombart señala que “en las dos últimas décadas, junto a la mejora de la atención especializada del paciente oncológico por parte tanto de la red asistencial pública como de las estructuras privadas, las distintas administraciones han mejorado su apuesta por los programas de diagnóstico precoz y cribado poblacional. Todo ello ha contribuido a que España presente unos resultados en oncología al nivel de países europeos que destinan mayores porcentajes del PIB en sanidad como Francia o Alemania, y en cifras muy cercanas a Estados Unidos”.

En este sentido, tal y como explica el Dr. Juan Jesús Cruz, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), “el objetivo de la prevención primaria es tratar de disminuir la incidencia de los tumores e intentar que no aparezcan”.

Por ello, continúa el presidente de SEOM, “si se hubiesen seguido las pautas establecidas en el año 1988 en el Código Europeo contra el Cáncer, podríamos haber conseguido que desparecieran algunos tumores que hoy en día son muy agresivos o incluso reducir la mortalidad en más de un 60% ”
 
Estas pautas hacen referencia a controlar las exposiciones solares, a fomentar estilos de vida saludables sobre alimentación, actividad física y reducir el tabaco, entre otras. Como parte del debate mantenido entre los expertos en este encuentro, el Dr. Llombart aclara que “existen amplias áreas de mejora y optimización tanto de recursos como de fármacos en oncología, pero los objetivos economicistas que imperan en tiempos de crisis no deben representar una pérdida de oportunidad para el paciente oncológico”.

Por último, este experto expone cuáles son algunas de las líneas de trabajo que pueden contribuir a optimizar la atención sanitaria al paciente oncológico. Destacan “potenciar las unidades de cuidados continuos / paliativos y atención domiciliaria; creación de guías  Salud , Farmacia , Psicología , Belleza, Medicamentosterapéuticas consensuadas de carácter vinculante; potenciar la investigación clínica y los grupos cooperativos; crear unidades de referencia y alta especialización para patologías de baja prevalencia y alto impacto”.

Todos los tumores tienen un 5% de predisposición genética
Una de las estrategias que se tratan en este encuentro, es el tema del Consejo Genético y si su realización supone un ahorro de costes para el Sistema Nacional de Salud. Tal y como explica el Dr. Pedro Pérez Segura, responsable de la Unidad de Consejo Genético del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “el 25% de los casos de cáncer tienen un componente hereditario y en general se considera que todos los tumores tienen un 5% de predisposición hereditaria”.
 
A través de su ponencia, explica que “el Consejo Genético es una herramienta que utilizamos para asesorar a las familias en las que existe predisposición a padecer algún tipo de cáncer. Consiste en extraer material genético de una persona para analizar, en función de cada síndrome, los genes que pudieran estar afectados”.

En este sentido, el Dr. Pérez apunta que “este test se hace únicamente a aquellas personas que cumplen con los criterios de herencia, es decir, que hayan tenido el tumor, que sean familiar directo de los otros miembros afectados, y que sean lo más jóvenes posible. En el caso de existir una mutación en dicho individuo, se puede buscar la alteración genética en otros miembros de la familia, aunque estén sanos”.

Por esta razón, gracias a la prueba del Consejo Genético y a la detección de la mutación, “podemos conocer el riesgo que tiene esa persona de desarrollar el tumor con una fiabilidad mayor y recomendar una serie de medidas que no serían necesarias en el caso de no contar con la mutación. De esta forma, algunas de las intervenciones permiten reducir el riesgo de cáncer por encima del 90%”, asegura este especialista.
 
Por último, opina que “someter a un individuo o a una familia a un test genético puede ser costoso al principio, pero si efectivamente se detecta la mutación, optimizamos los recursos. Al tratarse de un método de diagnóstico precoz, diagnosticamos antes los tumores, con lo que se ahorran costes al Sistema Nacional de Salud al no tener que utilizarse más adelante tratamientos más complejos”.

El programa de cribado debe reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de las personas con cáncer
Una vez analizada la importancia del Consejo Genético en determinados casos, el Dr. Guillermo Doménech, responsable de los cribados en Castilla y León desde el año 2002 hasta el 2010, interviene en el IV Seminario de Periodistas con la ponencia titulada ‘¿El cribado poblacional es coste eficaz?’, y analiza en qué consiste este sistema de diagnóstico precoz y qué pautas deben seguirse para ser coste-eficaces. En su opinión, “los programas de cribado son verdaderas herramientas para la reducción de la mortalidad y mejora de la calidad de vida de las personas que padecen cáncer, aunque lo que más contribuye a la reducción de la mortalidad es la deshabituación tabáquica, la actividad física y la alimentación saludable”.

Los programas de cribado consisten en disponer de pruebas que permitan detectar de manera precoz un tumor, es decir, antes de que se manifiesten los síntomas. Según este experto, “el cribado de cáncer únicamente tiene justificación para tres tumores: mama, cuello uterino y colorrectal. Se evaluaron otros posibles cribados poblacionales, pero no resultaron coste-eficaces”. “Igualmente”, apunta, “existe controversia en el cáncer de próstata porque el cribado debe cumplir con la premisa de reducir la mortalidad, y en este caso no hay diferencia entre realizar el cribado o el diagnóstico”.

Por último, el Dr. Doménech señala cuáles son los requisitos que deben seguirse para que los cribados sean coste-efectivos. “En primer lugar, se tiene que definir la población diana (para el cáncer de mama, mujeres entre 50 y 69 años de edad; para el cáncer de cuello de útero, iniciar entre los 20 y los 30; y para el cáncer colorrectal toda la población mayor de 50 años hasta 69). A continuación, debe haber suficiente disponibilidad de recursos para realizar las pruebas; se tiene que garantizar la calidad en todo el proceso; ha de haber un sistema de información y registro que permita realizar el seguimiento y la evaluación del paciente; y siempre se tiene que garantizar una cobertura alta, generalmente superior al 70%, para lograr cifras de reducción de la mortalidad entre un 15 y un 20%”.

¿Es eficiente el paciente formado para el Sistema Nacional de Salud?
Por su parte, Dña. Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), aporta el punto de vista de los pacientes y cómo perciben ellos la situación actual en el acceso a los fármacos y el trato que reciben por parte de los profesionales.

Asegura que “el paciente es el eje en torno al que se construye el Sistema Nacional de Salud. Un paciente que comprende la importancia de los tratamientos, que sabe cuándo debe dirigirse al centro hospitalario o que tiene una comunicación fluida con su médico, contribuye a una gestión más efectiva del sistema sanitario”.

“Hoy en día” -apunta- “los pacientes demandamos cada vez más información compr

ensible, contrastada y de calidad sobre nuestra enfermedad. Queremos saber qué opciones de tratamiento existen, qué pruebas diagnósticas nos van a realizar y por qué, si se está avanzando en la investigación de nuestra patología, entre otros. Los conocimientos sobre nuestra enfermedad son herramientas que nos capacitan para tomar decisiones consensuadas con nuestro médico y gestionar así nuestra propia salud”.

En relación a las barreras con las que se encuentra un paciente informado, Dña. Begoña Barragán explica que “no sólo chocamos con la dificultad de acceder a una información comprensible y que podamos entender, sino que afrontamos toda una serie de barreras sociales, culturales, burocráticas, psicológicas… pero tenemos herramientas, capacidades y conocimientos para sortearlas: gozamos de un mayor control sobre nuestra salud, sabemos buscar apoyo en asociaciones de pacientes, nos implicamos en nuestra patología y tratamos de mejorar nuestra calidad de vida”.

Cambio del paradigma en el desarrollo de nuevos fármacos
Por último, en el IV Seminario de Periodistas “Curar y Cuidar en Oncología: La Eficiencia en Cáncer”, también se pone de manifiesto el papel que juegan los laboratorios farmacéuticos, responsables del desarrollo de terapias innovadoras. En esta ocasión, D. Gonzalo Nocea, Gerente de Outcomes Reserach de MSD España explica que “junto a los requerimientos regulatorios exigibles y al desarrollo de la medicina basada en la evidencia para el desarrollo y autorización de medicamentos, surge un nuevo agente: los financiadores, agentes dedicados a evaluar si la ganancia terapéutica evidenciada en el desarrollo del fármaco justifica el precio que el laboratorio espera recibir por él”.

Asimismo, este experto asegura que “las autoridades sanitarias evalúan los medicamentos, y con ello determinan el acceso a los mismos y su precio a partir del beneficio terapéutico que aportan. Sin embargo, en esa evaluación no se tiene en cuenta que ese mismo medicamento, al final de la patente, verá drásticamente reducido su coste y por tanto mejorará su relación calidad – precio”.

En este sentido, D. Gonzalo Nocea apunta que “la innovación, como motor de la mejora en los resultados de los tratamientos farmacológicos, se ve incentivada por la perspectiva de los beneficios económicos derivados de la comercialización.  Adicionalmente, el coste de esta innovación para el Sistema Sanitario se reduce notablemente tras la finalización del periodo de patente, lo que supone un beneficio adicional derivado de su desarrollo que habitualmente no se valora en el momento de su comercialización”.

Por otro lado, también las empresas adaptan su actividad al nuevo entorno, ya que según indica “están incorporando una serie de evaluaciones a sus medicamentos en desarrollo para valorar si el previsible nivel de acceso a ese nuevo fármaco permitirá que se rentabilice o no. Con ello, algunos medicamentos pueden no ser desarrollados, aunque quizás desde una perspectiva a más largo plazo podrían resultar favorables para el Sistema Sanitario”.

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Redacción Consejos

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