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El pediatra de Primaria suele ser el primer especialista al que acuden las familias de niños y niñas trans o que tienen dudas sobre su identidad de género. Conscientes de este reto, y del papel que pueden jugar en el acompañamiento a estas familias durante el tránsito social de estos niños, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha querido prestarle una especial atención a esta cuestión en su 14º Curso de Actualización, que ha comenzado hoy en Madrid y se prolongará hasta el 18 de febrero.
Durante la rueda de prensa, la presidenta de la AEPap, la doctora Concha Sánchez Pina, y la coordinadora del curso, la doctora Mª Jesús Esparza, han presentado los principales temas que se tratarán durante los dos días del curso acompañadas de Esther Arén, inspectora jefa de la Policía Nacional y Delegada Provincial de Participación Ciudadana de Madrid. Entre ellos, la mesa redonda «La transexualidad infanto-juvenil: un nuevo reto para el pediatra», que cuenta con la participación de la doctora Julia Hernández Delgado, pediatra del Centro de Salud de Pavones (Madrid); la doctora Irene Halperin, de la Unidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona; e Isidro García Nieto, trabajador social y sexólogo del Programa LGTBI de la Comunidad de Madrid.
La adolescencia, momento clave
La aceptación de la identidad de género que hagan las familias de los jóvenes transexuales y el apoyo que les den en la fase de tránsito es clave para reducir el impacto en la salud física y mental de los menores, afirman los especialistas de la mesa redonda.
Las personas trans son aquéllas que expresan una identidad de género diferente al sexo biológico que les asignaron al nacer. Como señala la doctora Halperin, aunque esta disconformidad respecto al sexo biológico puede emerger desde la infancia, suele ser en la adolescencia cuando el inicio de la pubertad y el rechazo a los cambios físicos que se producen a esa edad pueden hacer aconsejable el inicio de un tratamiento farmacológico.
Seguimiento individualizado
La especialista del Hospital Clínic señala que esa terapia debe hacerse de manera individualizada, y suele iniciarse con análogos de la hormona liberadora de las gonadotropinas (aGnRH) con el objetivo de revertir o detener la progresión de los cambios físicos. “Posteriormente, si la identificación transexual persiste, ese tratamiento puede ser sustituido por la terapia hormonal cruzada (THC), virilizante o feminizante, destinada a promover el desarrollo de caracteres sexuales del sexo contrario”.
La experiencia con estos tratamientos farmacológicos ha demostrado que son seguros y se asocian a un mayor bienestar de estos menores, aunque sí subraya la importancia de un adecuado seguimiento clínico de los adolescentes que reciben estos tratamientos. “Hay que tener en cuenta que disponemos de poca información sobre las pautas de tratamiento óptimas, por lo que es crucial seguir cuidadosamente a estos pacientes y recoger toda la información que en futuro permita aumentar nuestros conocimientos y mejorar los resultados”.
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