El acuerdo de París, firmado el pasado mes de Diciembre, supuso un antes y un después en el compromiso de la comunidad internacional para tomar medidas que limiten, a final de siglo, el calentamiento global en la banda de 1,5ºC a 2ºC. Sin saber  todavía si todos los países llegarán a cumplir sus objetivos autoimpuestos, los expertos opinan que, aunque se consiga, la temperatura media global subiría en torno a 3ºC. De ser así y admitiendo que el nivel del mar se incrementa en 2,3 m por cada grado que sube la temperatura media, nos podríamos encontrar con una subida del nivel marino de unos 7 m. La NASA ha creado un simulador donde se puede comprobar, en un mapa mundial, el efecto devastador que en algunas regiones supondría este incremento del nivel de las aguas.

Pero el calentamiento global no es sólo causado por las emisiones de CO2. Hay otros gases que son responsables de casi la mitad del problema. Por ejemplo el metano, que está presente en actividades como la ganadería, el cultivo de arroz o los vertederos. O los gases fluorados (HFC), que se utilizan en muchos equipos de refrigeración o aire acondicionado y que son muy dañinos si se liberan a la atmósfera. La quema de combustibles fósiles produce los llamados gases traza, como el hollín o el carbono negro, resultante entre otros de la combustión del diésel.

Investigadores como el profesor indio Ramanathan, que acaba de ganar el premio Fundación BBVA Fronteras del  Conocimiento en la categoría de Cambio Climático, opinan que reduciendo a la mitad las emisiones de metano, las de hollín en un 90% y dejando de usar  los HFCs,  en quince años se reduciría a la mitad el calentamiento previsto para los próximos 35 años. Por tanto se puede decir que el efecto sería casi inmediato y daría tiempo a corregir y aplicar las políticas de reducción de emisiones sin que fuera demasiado tarde. Estaríamos hablando de una solución viable a corto-medio plazo.

Esto se explica porque los gases traza y el hollín son más potentes que el CO2 en su efecto invernadero, pero de una vida mucho más corta. Por tanto reduciendo sus emisiones se consigue un efecto más rápido que disminuyendo el CO2.

Lo que hoy se propone como solución es reducir en las dos vertientes, los gases traza y las emisiones de CO2. Según Ramanathan “Esto retrasaría los desastres ambientales y nos daría un tiempo que necesitamos desesperadamente para cambiar radicalmente nuestra dieta energética”. Estamos al límite, pero aún hay tiempo para cambiar el modelo de crecimiento y el consumo de energía a las renovables.

A LO PRÁCTICO
En verano, el equipo de aire acondicionado es el que más energía consume. Si ventilas la vivienda por la noche y mantienes de día protegidas las ventanas de los rayos del sol, reducirás las necesidades de refrigeración hasta un 10%. Si además subes el termostato un par de grados y lo compensas con un sencillo ventilador, tendrás el mismo confort, ahorrarás hasta un 20% en emisiones de CO2 y reducirás en esa proporción tu factura energética.

¿SABÍAS QUE…?
Los equipos electrónicos conectados a la red consumen energía incluso en modo stand by. Si te vas de vacaciones, desenchufa todo lo que no vas a utilizar, como el modem, televisores, equipos de música, ordenadores, etc. Además, puedes subir algo el termostato del frigorífico, lo que sumado a que no se abrirán las puertas reducirá notablemente su consumo.

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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...