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Para el enfermo de Alzheimer, presente, pasado y futuro se entremezclan en una suerte de nueva vida tejida con la lana deshecha de los recuerdos. Tiempo y espacio dejan de ser las bases sobre las que se apoya su sentido de la orientación, llegándose a sumir en una confusión que a veces y ya en etapas avanzadas pueden hacerle olvidarse hasta de sí mismo.
Olvidar el pasado tal y como fue, no reconocer el presente salvo en momentos de lucidez ni vislumbrar el futuro, hacen de la enfermedad del Alzheimer una de las más tristes que pueden llegar a afectar a la Tercera Edad.
Con carácter irreversible, afecta sobre todo a las mujeres y hasta el momento no se ha descubierto cura alguna.
Vuelta a la infancia
La edad más común en la aparición de Alzheimer ronda los 60 años, si bien pueden existir casos en los que los síntomas aparezcan antes de los 50. Los especialistas han encontrado un paralelismo entre la enfermedad de Alzheimer y el aprendizaje de un niño, aunque a la inversa.
La primera etapa de la enfermedad podría ser comparada con la inteligencia de un niño de 8 a 12 años, la segunda con un niño de 4 a 7 años y la tercera con la de un lactante.
- 1ª FASE: LOS COMIENZOS
En esta primera etapa las capacidades motoras, el lenguaje y la percepción se conservan en buenas condiciones, lo que puede convertirla en la fase más dura para el enfermo.
Al principio, la pérdida de facultades se desarrolla tan lentamente que puede pasar desapercibida. Los primeros síntomas van asociados a una disminución de la memoria reciente a raíz de la cual la persona olvida aquellas cosas más simples relacionadas con su actividad cotidiana.
Así, el ama de casa se olvida de lo que ha puesto al fuego, el cartero se olvida de entregar las cartas, el dependiente se olvida de cobrar, y así un sinfín de despistes para cada oficio.
A esta pérdida de la memoria reciente hay que añadir una dificultad para orientarse en el tiempo (pregunta varias veces qué día y qué hora es) y en el espacio (se pierde en sitios que le son familiares: su casa, su barrio).
Distinguir el Alzheimer en esta primera fase puede ser difícil, ya que los signos pueden ser confundidos con los de la demencia senil o con la evolución propia de la vejez.
Sin embargo, muchos de ellos pueden ser los siguientes:
- Pérdida progresiva de la memoria.
- Confusión y desorientación en el tiempo y el espacio.
- Repetición frecuente de la misma pregunta.
- Agitación, inquietud o nerviosismo.
- Irritabilidad y carácter agresivo.
- El enfermo no reconoce su casa y siente deseos de abandonarla.
- Se pierde a menudo, a veces incluso por su casa o barrio.
- No reconoce a familiares o amigos íntimos.
- Se muestra cansado, callado o deprimido.
- Pierde cosas o las esconde en sitios insospechados.
- Coge algunas manías y «la toma» con alguien de su entorno sospechando de todo el mundo.
- A veces, puede padecer episodios alucinógenos o ver u oir cosas o ruidos extraños.
- 2ª FASE: LOS SIGNOS EVIDENTES
En esta segunda fase el enfermo se olvida de sucesos recientes: No se acuerda que acaba de comer, acusa a sus amigos de abandonarlo porque no vienen a visitarlo, no comprende los hechos nuevos: un matrimonio, el fallecimiento de un ser querido, menciona a personas que no ve desde hace tiempo…
El recuerdo de hechos lejanos persiste, aunque los sitúe mal en el tiempo y sea incapaz de decir cuándo ocurrieron. Empieza a tener dificultades con el lenguaje, a la hora de vestirse (no es capaz de distinguir la época del año en la que se encuentra, por lo que su ropa puede no ser la adecuada). No utiliza bien los cubiertos, se muestra descuidado con su higiene personal, manifiesta debilidad muscular, sufre alucinaciones e ilusiones y empieza a necesitar de una persona que le cuide. En definitiva, comienza a perder su autonomía.
- 3ª FASE: LA PÉRDIDA DE AUTONOMÍA
Esta es la etapa más dura, definida por el hecho de que el enfermo sufre prácticamente una pérdida total de memoria. En ella es muy difícil que reconozca a alguien. Su humor es imprevisible, no reacciona coherentemente ante una situación concreta. El paciente no comprende lo que se le dice, emite únicamente algunas palabras concretas y normalmente sólo balbucea.
Pierde totalmente la coordinación de los gestos: no sabe andar, le cuesta trabajo tragar y sufre incontinencia urinaria y fecal al no controlar los esfínteres. Al mismo tiempo presentan una cierta pérdida de respuesta al dolor. En esta etapa es imprescindible no dejar al paciente sólo en ningún momento.
Explicación fisiológica
La enfermedad del Alzheimer es una dolencia que deteriora las células del cerebro llamadas neuronas, provocando en el paciente una disminución de las funciones intelectuales, con una consecuente pérdida de la memoria y deterioro del pensamiento. Estas causas de la enfermedad llegan a interferir en la capacidad del individuo para realizar actividades de la vida diaria.
La causa de la enfermedad de Alzheimer es desconocida, sin embargo los últimos estudios de especialistas indican que cada vez es mayor la evidencia de una causalidad genética y relacionada con la edad. Aparte de factores tóxicos como los agentes ambientales, golpes en la cabeza, virus, etcétera; existen otros factores que pueden provocar la aparición más temprana de la enfermedad, como la pérdida de un ser querido, un cambio de residencia, una jubilación o despido de trabajo o situaciones de estrés.
Amor y cariño: el mejor tratamiento
En la actualidad no existe un tratamiento eficaz que garantice una cura de la enfermedad. Existen medicamentos que proporcionan alguna ayuda aunque pueden ocasionar efectos secundarios, produciendo problemas hepáticos o de otra índole. Por ahora el consejo más repetido por los especialistas es el de darle al paciente amor, comprensión, cariño y respeto.
En tanto que sea posible el cuidado atento y minucioso de un familiar, es recomendable que el enfermo viva en su domicilio, puesto que el traslado a una clínica u hospital supondría una fuerte ruptura con su entorno social y cotidiano.
Los cuidados en casa
Cuidarse para cuidar
Además de cuidar al enfermo su cuidador debe procurar dedicar algo de tiempo a sí mismo para que esta situación no suponga un trastorno para él. Por ello, debe romper el aislamiento que le amenaza al ocuparse del enfermo. Para esto es recomendable la realización de algunas actividades lúdicas y procurar tomarse unas vacaciones. Intentar contactar con personas que también tengan a su cargo a enfermos de Alzheimer puede ser una buena actividad de relajación y esparcimiento, ya que al mismo tiempo les permitirá intercambiar opiniones y vivencias que le serán de mucha utilidad cuando vuelvan a su tarea.
EL ALZHEIMER AFECTA A UN 3% DE LAS PERSONAS MAYORES DE 60 AÑOS Y CASI A UN 20% DE LOS ANCIANOS MAYORES DE 80
AUNQUE NO SE DEBE CONSIDERAR EL ALZHEIMER COMO UNA ENFERMEDAD HEREDITARIA, LOS RIESGOS DE PADECERLA SON MAYORES SI EXISTEN ANTECEDENTES FAMILIARES