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Emilia Gómez Pardo es doctora en Bioquímica y Biología Molecular, máster en Nutrición y asesora científica de la Fundación Cris Contra el Cáncer en materia de prevención y salud.
La lucha contra el cáncer es una tarea conjunta de todos: médicos, farmacéuticos, investigadores, políticos, ciudadanos… un engranaje que funciona porque los avances en tratamientos y el diagnóstico precoz están logrando mayores tasas de curación. Pero, y tú ¿cumples con tu cometido? Porque en el plano individual también podemos hacer mucho… ¿Sabes que hasta un 40% de los tumores se pueden evitar cambiando el estilo de vida? La doctora Emilia Gómez Pardo y la Fundación Cris Contra el Cáncer han creado el Oncosaludómetro, una herramienta online que nos permite valorar si nuestros hábitos nos ayudan a prevenir esta enfermedad. Hablamos con esta experta sobre alimentación, estilo de vida y su estrecha vinculación con el cáncer.
¿En qué consiste el Oncosaludómetro?, ¿cómo funciona?
Es un cuestionario online de 10 preguntas relacionadas con las 5 claves de estilo de vida que está demostrado que tienen impacto a la hora de protegernos frente al cáncer. Cuatro de ellas son variables sencillas: el peso, la actividad física, el consumo de alcohol y el tabaquismo, y hay una variable compuesta que es la alimentación. Cualquier persona que lo desee puede entrar, contestar a las preguntas y en función de las respuestas aparece una puntuación que te posiciona en el oncosaludómetro.
Cumple con un doble objetivo, porque al final del cuestionario se obtiene el nivel de riesgo a la hora de desarrollar un cáncer, pero a la vez cada pregunta se acompaña de consejos saludables y de llamadas a la acción…
En realidad el oncosaludómetro tiene tres objetivos. El primero y más importante es concienciar a la gente del impacto que tienen las decisiones que tomamos en relación con nuestros hábitos de vida en la salud. En segundo lugar, trasladar el conocimiento científico a través de recomendaciones y pautas sencillas que todas las personas puedan implementar. Y por último, el objetivo es valorar como de bien lo estamos haciendo: sirve para identificar lo que estás haciendo bien, pero también permite valorar las oportunidades de mejora.
¿Hasta qué punto el cáncer se puede evitar modificando el estilo de vida y qué tipos podríamos prevenir de este modo?
Entre un 30 y un 40 por ciento de los casos de cáncer se pueden evitar modificando el estilo de vida. Pero si además de estilo de vida incluimos factores ambientales (que unos podemos controlar y otros no) podemos llegar a hablar incluso del 50 por ciento. Y en algunos tipos de cáncer, como el de pulmón, incluso más.
Son muchísimos tipos de cáncer los que se pueden prevenir modificando estilos de vida, porque los de base genética, lo que se llama cánceres familiares, sólo constituyen entre un 5 y un 10 por ciento del total, el resto son originados por otras causas. El de pulmón por ejemplo, está directamente relacionado con el hábito tabáquico principalmente, aunque también influyen factores ambientales como el radón. Si hablamos de cáncer colorrectal, hay datos que sugieren que se puede prevenir hasta en un 40 por ciento si se cumpliera con los requisitos de ingesta de fibra recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Simplemente el sobrepeso y la obesidad, relacionados a su vez con la mala alimentación y la falta de actividad física, están directamente relacionados con al menos 12 tipos de cáncer y hay dos o tres más que se están sumando a la lista (aunque hace falta más evidencia científica), con lo que la cifra aumentaría a 15. Y no sólo estamos hablando de cánceres del sistema digestivo como estómago o páncreas, es que el cáncer de mama, de endometrio, el de próstata o el de ovario tienen mucho que ver con el sobrepeso.
Emilia Gómez Pardo: «España ha sufrido una transición nutricional muy perjudicial»
Quizás sea menos conocida esta relación entre obesidad y cáncer de la que está hablando. Como experta en nutrición, ¿qué hacemos mal a la hora de sentarnos a la mesa?
España ha sufrido una transición nutricional muy perjudicial, hace unos años se comía relativamente bien y nos hemos aproximado a una alimentación occidental, al patrón americano y hemos sustituido y limitado el consumo de alimentos vegetales, frutas verduras y legumbres, en una proporción muy importante, por productos animales y de alta densidad energética, más ricos en grasas y azúcares. En definitiva, hemos disminuido el consumo de productos que nos protegen la salud y nos ayudan a enfrentarnos a enfermedades: no sólo al cáncer, también a las enfermedades cardiovasculares, metabólicas, a la obesidad. Hay que aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos y hay que minimizar el consumo de carne roja (la OMS es muy clara: 200 gramos a la semana). Hay que reducir el consumo a cero o al mínimo posible de carnes procesadas y, sobre todo de alimentos ultraprocesados (pobres en nutrientes y ricos en calorías) y de bebidas azucaradas.
En este sentido, ¿existen alimentos que directamente eliminaría la dieta porque además de nocivos no tienen ningún valor nutricional?
Las bebidas azucaradas y los productos ultraprocesados (y hablo de “productos” porque no se pueden considerar alimentos). No hay que confundirlos con los productos procesados, ya que algunos de ellos son perfectamente compatibles con una alimentación saludable. Los ultraproceados son muy ricos en azúcares, muy ricos en grasas, la mayoría de las veces muy ricos en sal, en harinas refinadas y muy pobres en nutrientes. Para identificarlos de una forma sencilla, son aquellos que tienen más de 5 ingredientes porque están elaborados con muchas materias primas, con conservantes, saborizantes, y no aportan nada. La alimentación sana es la que aporta nutrientes y todo aquello que nuestro cuerpo necesita para funcionar.
Y en el lado opuesto, ¿existen los “superalimentos” contra el cáncer?
Rotundamente no, lo que existe es un patrón alimenticio que es oncosaludable y que es básica y mayoritariamente rico en productos vegetales. No estoy hablando de que haya que hacerse vegetariano, pero sí hay que consumir muchos más productos vegetales y muchos menos productos animales.
La dieta cobra especial relieve en el caso de la infancia ya que, además de ser caldo de cultivo de muchas enfermedades (dislipemias, diabetes obesidad…), es cuando se adquieren hábitos saludables. ¿Cómo enseñar a un niño a comer sano?
Niños sanos adultos sanos. De hecho ahora nuestros niños comienzan a tener patologías y factores de riesgo que hasta hace nada eran considerados de adultos, como el colesterol. Creo que lo más importante para educar a los niños es practicar con el ejemplo, los niños aprenden por mimetismo, no tiene ningún sentido dar discursos si los padres no llevan un patrón de alimentación saludable.
Este año ha comenzado la financiación de medicamentos para dejar de fumar, una medida aplaudida por todos, pero ¿qué otras iniciativas echa en falta y considera prioritarias para prevenir el cáncer?
Lo que yo percibo como una necesidad acuciante es la educación para la salud. En nuestro país es una asignatura pendiente. Hace falta traducir el conocimiento científico en consejos sencillos. Y luego, no relajarse, nuestro país ha sido ejemplar en la lucha antitabaco pero cuando uno se relaja hay repuntes, de hecho ahora hay un repunte en gente joven.
Hay muchísima información, pero es poca la que llega y termina el camino en un consejo concreto. Se puede decir “muévete” Pero el que recibe el mensaje se pregunta ¿cuándo me muevo?, ¿cuánto es bueno?, ¿cuánto no es bueno? Porque si creo que el mensaje implica ir al gimnasio 4 días a la semana y para mis condiciones de vida no es posible, al final no se hace. Hay que dar pautas concretas, muévete y empieza con los 150 minutos de actividad física que recomienda la OMS. ¿Te parece poco? Consíguelo, y una vez que lo logres, un poquito más.