Diagnóstico sencillo
La enfermedad renal crónica, conocida como la “epidemia silenciosa”, puede avanzar hasta fases graves sin síntomas evidentes. Más del 40 % de los casos no se diagnostican a tiempo, a pesar de que su detección precoz es simple y económica.
Una persona puede perder hasta el 90% de su función renal antes de experimentar algún síntoma indicativo de enfermedad del riñón. De ahí que sea tan importante el despistaje con cualquiera de las dos pruebas sencillas que existen y que cuestan menos de un euro: la TASA DE FILTRACIÓN GLOMERULAR y la PRUEBA DE LA ALBUMINURIA.
Conocida como la “epidemia silenciosa», la enfermedad renal crónica es una de las más desconocidas y que arroja mayores tasas de infradiagnóstico (más del 40%), a pesar de tener un fuerte impacto en la calidad de vida y constituir un factor de riesgo para que se produzca un infarto, un accidente cerebrovascular o una insuficiencia renal. Ello se debe a lo poco reconocibles que son sus síntomas en sus estadios iniciales, lo que dificulta su diagnóstico precoz y su tratamiento. Según explica el doctor Alberto Ortiz Arduan, jefe del Servicio de Nefrología e Hipertensión de la Fundación Jiménez Díaz, “muchas personas piensan que la principal consecuencia de la enfermedad renal es que los riñones fallen y que haya que sustituir su función depuradora de la sangre mediante diálisis o trasplante renal (situación en la que se encuentran 65.000 personas en España). Pero la principal consecuencia de la enfermedad renal es un envejecimiento acelerado, debido a la pérdida de funciones, como la producción de Klotho, que no se sustituyen con la diálisis. Este envejecimiento acelerado de órganos vitales, como el corazón y las arterias, se observa ya en las etapas más tempranas de la enfermedad renal, cuando todavía no es necesaria la diálisis. Y en esa situación se encuentran seis millones de españoles”, asevera.
Del “silencio” a los primeros síntomas: directos al tratamiento renal sustitutivo
En palabras del doctor Emilio Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), “la enfermedad renal crónica es una enfermedad silente y normalmente se detecta en estadios avanzados, cuando aparecen los primeros síntomas y ya se necesita un tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante), que reemplace la función renal para seguir viviendo”. Estos primeros síntomas son hinchazón de tobillos, piernas, cara y manos, piel seca, fatiga, calambres musculares, náuseas y vómitos, pérdida de apetito y poliuria (necesidad frecuente de orinar). Según el presidente de la SEN, “sigue siendo una gran desconocida para la sociedad española, pero es importante saber que con la detección y el tratamiento temprano del deterioro de la función renal se puede retrasar hasta en 20 años el ingreso en tratamiento renal sustitutivo”, explica.
Salir de dudas es barato
Dos factores de riesgo que nos deben poner sobre aviso son la diabetes y la hipertensión arterial alta (por encima de 140/90 mmHg), las dos causas principales de la enfermedad renal crónica, a las que se suman también el sobrepeso, los antecedentes familiares y la obesidad. Para detectar precozmente la enfermedad renal sólo hay que
medir la creatinina plasmática (y calcular el filtrado glomerular) y la albúmina en orina. La realización de estas sencillas pruebas cuesta menos de un euro por persona y de realizarse a personas con factores de riesgo y a mayores de 50 años mejoraría el
diagnóstico, facilitaría la prevención y contribuiría, por tanto, a revertir el preocupante
ascenso de la enfermedad renal crónica en España.
- La tasa de filtración glomerular (TFG) se obtiene mediante la realización de un test en sangre capilar (punción en la yema del dedo), cuyos resultados tardan apenas treinta segundos en conocerse. Los riñones tienen unos filtros diminutos llamados glomérulos que remueven los desechos y el exceso de agua de la sangre y los eliminan a través de la orina. Esta prueba permite cuantificar los niveles de creatinina en sangre periférica (un producto de desecho que proviene del desgaste normal de los músculos) y la estimación de la tasa de filtrado glomerular.
La otra prueba que permite detectar anomalías a nivel renal es la de la albuminuria. Esta prueba detecta el exceso de albúmina en la orina, una proteína que se encuentra en la sangre y que un riñón sano no deja dejar pasar al pis. Si el resultado de esta prueba arroja cifras que están por encima de los valores estimados en un análisis de orina, hay que ponerse en guardia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunas medicinas, como los corticoides, la insulina y las hormonas pueden aumentar los niveles de albúmina.