Con motivo del Día Internacional del Síndrome de Asperger (18 de febrero), psicólogos y docentes del Departamento de Psicología de UIC Barcelona han alertado sobre los prejuicios y barreras que dificultan el acceso al empleo de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), incluyendo el Síndrome de Asperger.
El psicólogo educativo de la Clínica Support y profesor de UIC Barcelona, Óscar Cervera, ha señalado que, según datos europeos, “entre un 76% y un 90% de las personas con TEA está sin empleo y no desarrolla ninguna actividad laboral”. Además, ha explicado que muchos de los que consiguen un empleo, “suelen ocupar puestos que no requieren de mucha experiencia o que no están en consonancia con sus capacidades”.
Cervera ha destacado que los mitos sobre las personas con TEA incluyen ideas erróneas como que “no pueden adaptarse a un entorno laboral convencional, trabajar en equipo o manejar la presión”, lo que afecta tanto a la contratación como a la permanencia en el empleo.
En el ámbito escolar, Olga Lozano, psicóloga experta en TEA y coordinadora docente de la Clínica Support, ha afirmado que, con el apoyo adecuado, “los niños con TEA de alto funcionamiento pueden tener éxito en la escuela ordinaria”. Pese a los avances en inclusión escolar, Lozano insiste en la necesidad de formación para toda la comunidad educativa y adaptaciones curriculares.
En España, uno de cada 100 niños tiene autismo, cifra que va en aumento gracias a la mejora en el diagnóstico precoz. La psicóloga sanitaria Anna García ha indicado que el TEA se diagnostica más en hombres porque “las mujeres suelen desarrollar estrategias para enmascarar sus dificultades sociales”.
García también ha destacado que “alrededor del 30% de los diagnósticos de TEA se realiza en adultos”, especialmente en mujeres y personas con Asperger. En España, la Confederación de Autistas estima que el 35% de las personas con autismo son mayores de 18 años.
El diagnóstico en la adultez, según García, puede generar “sentimientos de alivio y validación”, aunque la falta de intervención temprana dificulta el desarrollo de habilidades sociales y cognitivas. No obstante, representa una oportunidad para acceder a los apoyos necesarios y comprender mejor las experiencias vividas.