Durante los meses de verano el riesgo de padecer infecciones provocadas por hongos aumenta un 30%. Los cambios de hábitos que provocan las altas temperaturas hacen necesario adoptar medidas higiénicas para no regresar de las vacaciones con algo más que un buen bronceado.

Entre los factores que influyen en la aparición de las infecciones fúngicas se encuentran la humedad retenida en las prendas de vestir y en el calzado de material sintético, así como el contacto con superficies como la arena, ya que elimina el manto ácido y la grasa de la piel, que previenen la acción de estos organismos patógenos. Otro factor que potencia la micosis es la maceración del tejido que se produce por el mayor ejercicio físico que suele llevarse a
cabo durante el estío.

Infecciones por hongos

Existen tres tipos de infecciones por hongos: las pitiriasis versicolor, las dermatofitosis,
más conocidas como tiñas, y las candidiasis.

1.- La pitiriasis versicolor es una micosis superficial cuyo nombre obedece a sus cambios de color y afecta más a los hombres de entre 15 y 30 años que viven en países cálidos y húmedos.

2.-Las tiñas pueden afectar a diferentes partes del cuerpo (en función del hongo que las provoque) y se caracterizan por la aparición de erupciones cutáneas de color rojizo que ocasionan picor y escozor. Son de carácter descamativo y pueden llegar a convertirse en ampollas y supurar.

3.- La candidiasis también se convierte en una de las más desagradables protagonistas del verano, época en la que se multiplica su incidencia. Afecta principalmente a las mucosas o pliegues cutáneos. También son placas eritematodescamativas, pero en este caso aparece una erosión en el fondo del pliegue, que es el factor que las diferencia clínicamente de la dermatofitosis, aunque el diagnóstico clínico debe acompañarse de la toma de muestras para identificar el hongo responsable. La candidiasis puede ser también oral, y afecta a la mucosa lingual o a la labial, entre las que son frecuentes las angulares, llamadas boqueras.

El fenómeno de la inmigración y la gran movilidad poblacional -cada vez viajamos más- está repercutiendo en la aparición en nuestro ámbito sanitario de nuevas especies de hongos causantes de diversas clases de tiña, un tipo de infección que, salvo el pie de atleta, muy común aún en los gimnasios, piscinas y polideportivos, había desaparecido prácticamente por completo.

El tratamiento de las infecciones por hongos suele prolongarse entre una y tres semanas, y el más recomendable es la aplicación de antifúngicos o antimicóticos. En muchos casos es necesario el tratamiento con antimicóticos por vía oral, sobre todo en aquellos cuadros más rebeldes o de evolución crónica, acompañado de la terapéutica local con antifúngicos, de los que hay una gran variedad.

Cómo evitarlos

– Mantén la piel seca y limpia lavándola frecuentemente con agua y jabón.

– Seca cuidadosamente la piel especialmente en áreas de pliegues.

– Utiliza toallas limpias y de uso personal.

– Mantén todo lo posible la piel al aire libre.

-No uses la ropa que haya estado en contacto con personas que puedan padecer alguna infección.

– Huye del calzado que impida la transpiración del pie.

– Cambia frecuentemente de calcetines, y evita calzado cerrado que mantenga el pie cálido y húmedo.

– En las duchas y baños públicos utiliza sandalias de plástico o chanclas.

– Evita caminar descalzo por el borde de la piscina.

Piensa en los pies

Los pies suelen ser la parte más descuidada de nuestro cuerpo, a pesar de que deben soportar a diario nuestro peso corporal. Con la llegada del buen tiempo, nuestros pies nos delatan y descubren quién les ha prestado la atención necesaria. Para cuidarlos íntegramente hay que pensar en tres aspectos: el calzado que usamos, ejercicios para mantenerlos fuertes y sanos, y por supuesto, la higiene.

                Calzado.
Los expertos recomiendan zapatos de cuero para que los pies estén lo más oxigenados que se pueda. El factor más importante a la hora de elegir zapatos es que sean cómodos por lo que no se puede pensar en los extremos, es decir no deben ser ni demasiado altos, ni demasiado bajos. Hay que evitar las puntas estrechas, los estilos demasiado cerrados, y buscar la horma más adecuada a la forma de nuestro pie. En verano, las sandalias son el estilo más aconsejable, pues así se evita el exceso de transpiración, la mala circulación, la retención de agua y la falta de oxigenación.

                Ejercicios.
Estos ayudan a mantener los pies sanos. El mejor ejercicio es andar descalzo, ya sea en la casa o en el jardín, y si se puede en la playa. Además, se puede andar de puntillas, mover los dedos, hacer rotaciones de tobillo, o intentar coger objetos con los pies.

                Higiene.
Lávalos diariamente. Seca bien entre los dedos, corta con frecuencia y en forma recta las uñas y utiliza talco. Si el olor persiste, o si tiene lesiones extrañas o verrugas, callos, juanetes o uñeros, es mejor que acudas al podólogo.

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Redacción Consejos

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