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Un porcentaje elevado de las hormonas segregadas por la glándula tiroides desencadena alteraciones del ritmo llamadas arritmias, que, aunque no suelen ser malignas, conviene revisar.
La arritmia es un trastorno del ritmo normal del corazón (sinusal) y/o de la frecuencia cardíaca, cuyo síntoma más frecuente son las palpitaciones. Algunas arritmias, conocidas como extrasístoles (latidos aislados desacompasados o sensación de vuelco en el corazón), son muy frecuentes en la población general y no revisten importancia ni afectan al funcionamiento cardiaco. Pero hay otras muchas arritmias graves, durante el curso de la cual incluso podemos llegar a perder el conocimiento o, en el peor de los casos, sufrir una muerte súbita. También se produce una arritmia cuando la frecuencia cardiaca baja por debajo de 60 pulsaciones por minuto (braquicardia) o se eleva por encima de 100 (taquicardia).
En la actualidad, la fibrilación auricular es la arritmia cardiaca crónica más frecuente en la población general, y provoca una serie de latidos ventriculares muy rápidos. La causa más frecuente de fibrilación auricular es la hipertensión arterial, además de determinadas enfermedades en el corazón (de las válvulas, angina de pecho, infarto…) y alteraciones del tiroides u otras enfermedades hormonales.
La glándula tiroides, implicada
Según explican desde la Fundación Española del Corazón (FEC), la tiroides es la glándula endocrina que está situada justo arriba de la tráquea y que produce las hormonas tiroideas (la tiroxina o T4 y la triyodotironina o T3), encargadas de regular todas las actividades que componen el metabolismo de nuestro cuerpo, incluyendo la velocidad con la que se queman calorías y el ritmo al que late el corazón.
- Una tiroides demasiado activa produce más hormonas de las que el cuerpo necesita, proceso que se conoce como hipertiroidismo, y sufrir hipertiroidismo conlleva un mayor riesgo de desarrollar fibrilación auricular (FA). Así lo ha demostrado una investigación llevada a cabo por el Hospital Universitario Gentofte en Hellerup (Dinamarca), que asocia la alteración de la glándula tiroides con un mayor riesgo de arritmias, demostrando que el riesgo de padecer FA está estrechamente asociado con la actividad de la tiroides. En presencia de hipertiroidismo, el exceso de hormona tiroidea puede causar pérdida de peso, aumento de la frecuencia cardiaca, sensibilidad al calor, sudoración excesiva, ansiedad, evacuaciones flojas, irritabilidad, cansancio, debilidad y trastornos en la menstruación.
- Por el contrario, una glándula tiroides que no sea lo suficientemente activa desarrolla hipotiroidismo, que puede provocar aumento de peso, fatiga, lentitud, dificultad para lidiar con las bajas temperaturas, debilidad, estreñimiento, depresión, sangrados menstruales abundantes o ronquera. Sin embargo, los resultados de este estudio indican que los pacientes con hipotiroidismo manifiesto tienen un bajo riesgo de padecer una FA por el contrario a los que sufren hipertiroidismo.
Para combatir la fibrilación auricular es fundamental controlar la hipertensión y la insuficiencia cardiaca, dos de las principales patologías que pueden provocar esta arritmia. Según los cardiólogos, en el contexto de ciertas arritmias, conviene además realizar un análisis de la glándula tiroides para comprobar sus niveles ya que un porcentaje elevado de las hormonas que segrega esta glándula desencadena alteraciones del ritmo cardíaco. Por último, también hay que controlar factores de riesgo como la diabetes, el colesterol y la obesidad, y hacer ejercicio físico de intensidad moderada diariamente, lo que ayudará a que la fibrilación aparezca con menos frecuencia.