Enfermedades

¿Vives con miedo a atragantarte? Revisa tu esófago

La esofagitis eosinofílica es la causa más común de disfagia e impactación alimentaria en el esófago. Si tienes problemas para tragar alimentos o se producen atascos en el esófago, no lo dejes y acude al especialista para descartar una posible inflamación y estrechamiento del esófago que resta calidad de vida a medida que transcurre el tiempo. 

La esofagitis eosinofílica es la enfermedad esofágica más común tras el reflujo gastroesofágico (ERGE) y según explican desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), es una enfermedad inflamatoria crónica que provoca la inflamación del esófago, pudiendo causar dolor, problemas para tragar y atasco de los alimentos en el esófago. En la mayoría de los casos, la inflamación esofágica está desencadenada por alimentos, aunque es posible que también influyan factores ambientales, como alergia a pólenes y contaminantes.  La inflamación del esófago conlleva su mal funcionamiento, ya que los movimientos de propulsión del alimento que realiza el esófago para llevar el bolo alimenticio de la boca al estómago no se realizan correctamente. Si no se trata, la esofagitis eosinofílica puede provocar a largo plazo endurecimiento y estrechamiento del esófago.

La “marcha atópica”

Esta inflamación está mediada por mecanismos inmunológicos (el organismo reacciona frente a los antígenos alimentarios activando el sistema inmunitario), y se caracteriza por la presencia de infiltración de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco, en la mucosa esofágica, lo que produce la inflamación y provoca síntomas de disfagia e impactación de los alimentos en el esófago. Según los expertos de la SEAIC, la enfermedad guarda relación con la llamada “marcha atópica” al asociarse a otras patologías atópicas de tipo 2, teniendo la mayoría de los pacientes antecedentes de asma bronquial, rinitis o dermatitis atópica, lo que explica que deba abordarse de forma multidisciplinar y compartida entre alergólogos, digestivos, pediatras (en el caso de los niños), patólogos y nutricionistas. 

De enfermedad “rara” a “emergente”

Lo curioso es que, en apenas dos décadas, esta enfermedad ha pasado de poco frecuente a afectar a uno de cada mil habitantes, convirtiéndose en la principal causa de atragantamientos y dificultad para tragar en niños y adultos jóvenes. Aun así, el diagnóstico se suele retrasar entre 4 y 6 años, algo que los expertos achacan al hecho de que muchos pacientes desarrollen estrategias compensatorias, como beber agua en exceso o evitar alimentos de textura más sólida, lo que oculta los síntomas y dificulta su detección precoz. Un retraso “intolerable”, en palabas del doctor Alfredo Lucendo, presidente de la Sociedad Europea de Esofagitis Eosinofílica (EUREO), quien aboga por el desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas para un temprano abordaje. 

Sus síntomas

  1. Disfagia: dificultad para tragar, a menudo con la necesidad de masticar mucho y beber líquidos para ayudar a la comida a pasar.
  2. Impactación alimentaria: la comida se queda atascada en la garganta o el esófago, lo que a menudo constituye una urgencia.
  3. Otros síntomas: dolor al tragar los alimentos (odinofagia), dolor en el pecho, acidez estomacal, regurgitación, tos crónica y dolor abdominal.
  4. En niños: fallo de medro, rechazo del alimento, dolor abdominal, vómitos, trastornos del sueño, etc.

Tratamientos: de menos a más

  1. Los alimentos más frecuentes implicados son la leche de vaca, el gluten y el huevo, siendo la dieta de exclusión la opción más habitual de tratamiento para poder ir valorando la respuesta de la mucosa esofágica. Inicialmente se excluyen la leche y el gluten, y si el paciente no responde, se amplía a huevo y legumbres, pudiendo extenderse a frutos secos y pescados y mariscos, hasta comprobar la desaparición de los síntomas y de los eosinófilos en el esófago. En una segunda fase se van introduciendo secuencialmente los alimentos excluidos con controles de endoscopia para identificar el alimento o los alimentos responsables. Y, por último, en una tercera fase se excluye de la dieta de forma mantenida el alimento o los alimentos desencadenantes.
  2. El tratamiento farmacológico incluye medicamentos como los inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, esomeprazol o lansoprazol, y corticoides deglutidos (comprimidos bucodispensables de budesonida o fórmulas magistrales, estas últimas especialmente indicadas para los niños). Estos fármacos se toman tras el desayuno y la cena (antes de acostarse), ya que no se puede comer ni beber durante los 30 a 45 minutos posteriores a su administración para evitar su “arrastre”. La aprobación por parte de la AEMPS del primer biológico (dupilumab) en abril de 2024 ha marcado un hito en el tratamiento de la esofagitis eosinofílica. Es un anticuerpo monoclonal que actúa bloqueando las vías inflamatorias claves en la fisiopatología de la enfermedad y cuya misión es inhibir la cascada inflamatoria.
  3. En los casos más graves puede ser necesaria la dilatación esofágica mediante endoscopia para aliviar los síntomas y prevenir complicaciones, ya que la inflamación crónica puede llevar a un estrechamiento del esófago (estenosis), úlceras o perforación (aunque esta última es rara). Este tratamiento se recomienda sólo en pacientes en los que presentan una estenosis esofágica grave y que no responden al tratamiento con corticoides o con dieta.

No vivas con miedo

“La esofagitis eosinofílica impacta profundamente en la calidad de vida por su carácter crónico y agresivo”, advierten las doctoras González Mendiola y Ávila Castellanos, coordinadoras del Grupo de Interés en Esofagitis Eosinofólica de la SEAIC. Eso lo sabe bien Erika Carayol, paciente de esofagitis eosinofílica, quien en el documental emitido por Telecinco La lucha silenciosa de Erika: durante décadas viví con miedo a atragantarme sin que nadie encontrara la causa, cuenta el largo y angustioso camino que recorrió hasta obtener el diagnóstico de esta enfermedad. En el reportaje explica cómo desde niña convivió con el miedo a atragantarse, el silencio, la incomprensión médica y social y el impacto que esta situación tuvo en su vida cotidiana. Tras años de sufrimiento, un post de la Asociación española de Esofagitis Eosinofílica (AEDESEO) en redes sociales le permitió poner nombre a lo que le ocurría y dar el primer paso hacia el diagnóstico. Hoy, Erika no solo ha recuperado la capacidad de comer sin miedo, sino también la ilusión de disfrutar de sabores y texturas. 

Publicado por
Redacción Consejos