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Entendiendo el “modo espera” en niños con TDAH

Se trata de una desconexión atencional involuntaria, una especie de ‘modo pausa’ o ‘stand-by’ al que se entra sin intención consciente.

por Redacción Consejos

La sobrecarga cognitiva, la frustración o el miedo al juicio están detrás de lo que se conoce como “waiting mode” o “modo espera” en los niños con TDAH y con trastornos del espectro autista o del aprendizaje. Los expertos lo definen como un estado pasivo que a menudo se confunde con apatía o despiste y que no es otra cosa que una forma de autoprotegerse ante la frustración.

Durante el verano y a la vuelta de las vacaciones, la falta de estructura, el exceso de estímulos y la presencia de personas desconocidas en entornos como campamentos, colonias o vacaciones familiares pueden favorecer el “waiting mode” (o “modo espera” en español) una “desconexión atencional involuntaria, una especie de ‘modo pausa’ o ‘stand-by’ al que se entra sin intención consciente y que en los niños que tienen TDAH o algún trastorno del espectro autista se relaciona con una forma de autoprotegerse de la sobrecarga cognitiva y la frustración que experimentan” explica Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. El problema es cuando se confunde con un estado de apatía o despiste que nada tiene que ver con la realidad, sino que más bien obedece a ese deseo de evadirse, lógico en niños que de algún modo se anticipan a la frustración y dejan de esforzarse. Otros mecanismos que lo explican son, según Pérez, una sobrecarga cognitiva o atencional, desajustada a la capacidad del niño para manejarla; y una respuesta al desbordamiento emocional o sensación de juicio, que hace que se active la amígdala (una estructura en forma de almendra ubicada en el lóbulo temporal medial del cerebro y juega un papel crucial en el procesamiento y la regulación de las emociones, especialmente las relacionadas con el miedo y la ansiedad) y se entre en «modo supervivencia», inhibiendo funciones ejecutivas; también puede deberse a una falta de motivación, en la que, al no percibir posibilidad de éxito, los circuitos de recompensa dopaminérgicos dejan de activarse.

Cómo reconocerlo

«El niño o el menor está físicamente, pero mentalmente está fuera del grupo», explica Pérez. “Son niños que no interrumpen ni molestan, sino que se quedan callados, en modo pasivo, sin pedir ayuda. El perfil típico es el del niño ‘no atento’ que puede permanecer así mucho tiempo sin que se note. Por ejemplo, aunque participe activamente, puede perder el hilo y no lograr organizarse mentalmente, lo que le lleva a entrar en ‘waiting mode’. Se queda en espera, callado, sin poder avanzar si nadie le guía explícitamente. En el caso de un alumno con dislexia u otra dificultad de aprendizaje, si la actividad implica leer, puede desconectarse como mecanismo de autoprotección (mirar por la ventana, hacer garabatos), esperando a que acabe la tarea, a que alguien le ayude o simplemente a que pase el tiempo”, explica. Si la actividad es en grupo y no se conocen bien sus características, puede parecer que el niño es despistado, pasota o desinteresado, cuando en realidad está en aislamiento o anticipando un fallo por experiencias previas similares. “Científicamente, existen estudios recientes en universidades italianas que revelan cómo los niños con dislexia presentan un déficit específico en la inhibición de retorno (IOR), un mecanismo clave para desconectar la atención visual. En el caso del autismo, ocurre algo similar: los niños con dificultades en funciones ejecutivas necesitan una señal explícita para empezar (como un «semáforo verde»), y, si no la reciben, permanecen en espera constantemente”, apostilla la experta.

Ni vagancia ni falta de interés

Al respecto, Sylvie Pérez explica que “no se trata de vagancia ni de falta de interés del niño, ni una forma de resistencia pasiva, dado que no es voluntario. Se trata de una respuesta de autoprotección ante la imposibilidad de abordar una tarea, por falta de condiciones que permitan un aprendizaje significativo”. El niño entra en suspenso hasta que pueda recibir. Se aíslan sin molestar, permanecen pasivos, sin implicarse, o cerca de figuras de confianza. Este estado no equivale a apatía o aburrimiento, sino a una pausa en espera de una señal clara para implicarse

Estrategias para desbloquear el “waiting mode”

  1. Instrucciones claras: ante señales de alerta como no inicia tareas, se dispersa, actúa por inercia, no molesta, pero tampoco participa ni aprende, conviene dar una instrucción clara y concreta, en pasos pequeños y secuenciales, que rompa la pasividad: «empieza por esto», «escribe la primera frase y luego seguimos». 
  2. Asignación de responsabilidades sencillas: ofrecer opciones («¿por dónde quieres empezar?», «¿lo hacemos juntos?») o introducir pausas con propósito («ve a buscar tal cosa y seguimos»).
  3. Fraccionar tareas: para reducir la carga cognitiva, se recomienda fraccionar tareas, usar apoyos visuales o materiales manipulativos y evitar la sobreexposición, especialmente si hablar en público resulta bloqueante. Partir del interés del niño es clave para reconectarlo.
  4. Valorar al niño y darle atención emocional: anticipar, valorar al niño, no solo su rendimiento, y evitar juicios es fundamental. Pérez insta también a transformar los entornos para que sean inclusivos: «Lo que tenemos que cambiar son los entornos y volverlos cada vez más inclusivos, flexibles y sensibles a la diversidad neurocognitiva, incorporando estrategias como la reducción de la carga cognitiva, el uso de apoyos visuales y una atención más personalizada, ya que lo que beneficia a uno beneficia a todos», explica.

También en la población general

Además de las personas con TDAH, autismo o trastornos del aprendizaje como dislexia o discalculia, son especialmente vulnerables al “waiting mode” quienes padecen ansiedad trastornos depresivos o trastornos relacionados con la ansiedad. También lo son especialmente quienes tienen déficits en funciones ejecutivas, historial de fracaso escolar o alta sensibilidad al fracaso. De hecho, es más habitual de lo que pensamos y seguramente lo hayamos experimentado alguna vez frente a un evento inminente, una cita, un encuentro social, un examen próximo o una reunión de trabajo, impidiendo la concentración durante las horas previas al evento. La ansiedad que genera el malgaste de tiempo crece ante la inminencia del evento, lo cual produce más ansiedad. Los psicólogos recomiendan combatir el “waiting mode” con técnicas como el brain dump, que consiste en poner nuestras ideas por escrito para organizar y desatascar nuestra mente y así reducir la ansiedad; llevar a cabo técnicas de meditación como el mindfulness; o empezar con actividades sencillas que requieran poco esfuerzo, para ir haciendo cosas más complejas y activas de manera gradual.

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