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El litio es uno de los estabilizadores del ánimo más empleados en el ámbito de la salud mental y, según los psiquiatras, es muy efectivo en psiquiatría porque tiene efectos modificadores de la enfermedad y no solo sintomáticos.
Se ha empleado tradicionalmente para el trastorno bipolar, así como en alteraciones esquizoafectivas y en la prevención de la depresión unipolar, el suicidio y posiblemente la demencia (inhibiendo la sobreactividad de la enzima responsable del declive mental por la edad como la degeneración o demencia senil, protegiendo a su vez el ADN). Además, según explican desde la Sociedad Española de Psiquiatría, en trastorno bipolar, el litio reduce la posibilidad de recaída en un 30‐40% y se puede usar tanto para tratar fases maníacas como fases depresivas. A pesar de estas evidencias, el mecanismo exacto por el cual el litio funciona como estabilizador del estado de ánimo se desconoce.
El litio deriva de la palabra griega «lithos», que significa piedra. Es un elemento químico muy simple, siendo el metal más ligero que se conoce. Es de color blanco, la forma pura no se encuentra normalmente en la naturaleza, pero, formando sales con otros compuestos, está bastante extendido (rocas, agua de mar, manantiales, etc.). También se puede encontrar en animales y plantas. En muy pequeñas cantidades pasa al cuerpo humano con la comida y el agua, aunque se desconoce su función específica.
Siempre prescrito por un psiquiatra
El tratamiento con litio debe iniciarlo siempre un psiquiatra. Según explican desde la Sociedad Española de Psiquiatría, dado que lo complicado es conseguir el nivel de litio correcto en el cuerpo (demasiado bajo no funciona, demasiado alto es tóxico), se necesitan análisis de sangre a intervalos regulares durante las primeras semanas para asegurarse de que la dosis es la adecuada. Además, el litio puede tardar tres meses o más en actuar debidamente, por lo que lo mejor es continuar tomando las pastillas, incluso si los cambios de estado de ánimo continúan durante ese período.
La cantidad de litio en la sangre es muy sensible a la cantidad de agua que hay en el cuerpo. Si uno se deshidrata, el nivel de litio en sangre se elevará con lo que será más probable sufrir efectos secundarios o incluso efectos tóxicos. Por ello es importante beber mucha agua (sobre todo si hace calor o cuando se hace ejercicio físico) y tener cuidado con el té y el café porque incrementan la cantidad de agua que se pasa en la orina.
El litio puede ocasionar efectos secundarios como diarrea, efecto de boca seca y sabor metálico en la boca, mareos o náuseas, sed y cansancio. A largo plazo el litio puede afectar los riñones o el tiroides, por lo que antes de iniciar un tratamiento con litio es aconsejable asegurarse de que funcionan como es debido.