Cuando el buen tiempo sobrevuela y la ropa corta, los shorts y el bikini “calientan motores” en los armarios solemos reparar de repente en que el volumen de algunas zonas corporales ha aumentado y que la piel de otras “ha dado de sí”. La flacidez y los centímetros de más no aparecen de un día para otro, pero aún estamos a tiempo de plantarles cara antes de que el verano se instale en nuestras vidas.
Colágeno: proteína natural presente en el organismo que se localiza entre la epidermis y los músculos, cuya principal misión es dar soporte y estructura a la piel, los huesos, los ligamentos y otras partes del cuerpo. Elastina: otra proteína natural, que trabaja mano a mano con el colágeno (las fibras de elastina sujetan a las de colágeno) y que es responsable de la elasticidad de la piel. Estas dos sustancias son el “secreto mejor guardado” de una piel sana, firme y tonificada. Pero nada dura para siempre y, debido a distintos factores, la producción natural de estas dos proteínas se reduce, dando lugar, por un lado, a la pérdida de tono y flexibilidad de la piel y, por otro, a la distensión y aumento del volumen de determinadas zonas corporales. Tal y como explica el doctor Urbà González, director de la Unidad de Dermatología de la Clínica GO&FER de Barcelona y miembro de TopDoctors, “hay varios factores externos que pueden provocar la aceleración de la pérdida de colágeno y elastina y, por tanto, de la firmeza: la falta de cuidado de la piel, la escasa actividad física, los cambios bruscos en el peso, el estrés y el consumo excesivo de tabaco y alcohol. En algunos casos, la flacidez está también relacionada con factores hereditarios”.
Para la doctora María José Crispín, medico nutricionista de la Clínica Menorca, de Madrid, el principal enemigo de la firmeza corporal es la edad, “algo que no se puede evitar pero sí paliar con ayuda de la cosmética y los cuidados adecuados. El segundo factor determinante es la mala alimentación, concretamente la falta de proteínas, vitaminas y agua, así como las consecuencias de las dietas de adelgazamiento insanas en general y de las dietas milagro en particular. Los cambios de peso son también otro factor importante, ya que cuanto más frecuentes y exagerados sean, más se dañará la elasticidad de la piel que, al final, cederá y caerá. Y, por último, el abuso del sol, que provoca fotoenvejecimiento y flacidez”. A esto hay que unir el aspecto “mustio” que suele presentar la piel del cuerpo en este momento del año, resultado de un letargo invernal en el que, por lo que general, se reducen los cuidados que se le prestan. ¿Moraleja? Hay que empezar cuanto antes –si es hoy mismo, mejor- un plan de recuperación exprés con dos objetivos fundamentales: reafirmar la piel y reducir volúmenes.
Rutina pro-firmeza No hay recompensa sin esfuerzo ni soluciones mágicas: lucir un cuerpo firme, tonificado y sin “añadidos” (esto es, acúmulos de grasa, flacidez o centímetros de más) pasa por establecer una rutina de cuidados específicos y seguirla a rajatabla. Y en esta rutina, la hidratación corporal es el mejor punto de partida. “El principal cuidado que hay que asegurar a la piel del cuerpo después del invierno consiste en mantener una buena hidratación con cremas adaptadas al tipo de piel y utilizar productos de higiene (geles de ducha y demás) que sean suaves”, explica el doctor Urbà González.
Por su parte, la doctora María José Crispín detalla cuáles son las claves de ese plan exprés, que se debe establecer en dos tiempos: a diario y semanalmente:
Todos los días: “después de la ducha, es obligatorio aplicar una crema hidratante que se puede cambiar o alternar con una crema reafirmante en aquellas zonas en las que la flacidez es mayor o más evidente (abdomen, pecho, brazos…) o un producto anticelulítico, aplicando en este caso básicamente en la zona de los muslos”.
Semanalmente: la doctora Crispín recomienda utilizar un exfoliante específico para la piel del cuerpo una vez a la semana. Y es que los beneficios de este gesto cosmético son muchos y muy visibles: mantiene la piel suave y lisa; elimina cualquier resto de impureza y células muertas, haciendo que la epidermis sea más receptiva a los principios activos contenidos en los productos reductores y reafirmantes; minimiza los efectos de aquellos factores que dañan la estructura cutánea, como la sobreexposición al sol; combate la sequedad; y evita la descamación y la aparición de estrías.
La exfoliación corporal es un gesto rápido y sencillo: se aplica el producto (puede ser gel o crema) sobre la piel húmeda realizando un suave masaje durante 20-30 segundos, incidiendo en las zonas de más flacidez (vientre, caderas, nalgas, muslos), y enjuagando después con agua tibia hasta eliminarlo totalmente.
Reductores y reafirmantes: aliados indispensables
La flacidez tiene dos efectos directos: la falta de tono y los centímetros de más, así que la cosmética con acción específica sobre estos dos frentes es fundamental en estos momentos. Tal y como explica la doctora Crispín, “los cosméticos reafirmantes aportan principios activos que la piel necesita para lucir elástica y sin flacidez, los cuales va perdiendo con la edad”. En cuanto a las cremas reductoras, la experta explica que “incorporan sustancias con acción lipolítica (cafeína, té verde…) y/o drenante y estimulante circulatorio. El objetivo de estos productos es reducir los depósitos de grasa, eliminar el exceso de líquidos (muchos centímetros de más son debidos a retenciones) y reducir volumen, y para esto suelen incluir ingredientes como la cola de caballo, la salvia o el castaño de Indias”.
La nueva hornada de productos reductores es cada vez más específica, gracias a la inclusión de los principios activos más potentes, y fácil de usar. Se imponen las formulaciones en spray, las texturas ligeras y los métodos de aplicación que favorecen la penetración del producto hasta llegar a la dermis (que es dónde se activa la formación del colágeno y la elastina). Es el caso, por ejemplo, del nuevo tratamiento reductor de Somatoline, que incorpora un cabezal massage roller que, además de acelerar la absorción del producto, estimula la microcirculación cutánea.
También se pueden encontrar productos específicos para aquellas zonas corporales en las que la flacidez y la pérdida de tono es mayor (abdomen, muslos y glúteos, principalmente). En cuanto a los ingredientes más novedosos, el silicio está subiendo posiciones a pasos agigantados. Es un mineral que en su forma orgánica existe en todas las partes del cuerpo humano, entre ellas el tejido conectivo. Su misión a nivel cutáneo es la estimulación de los fibroblastos, potenciando la biosíntesis de las fibras de colágeno y elastina; potenciar la regeneración de células epidérmicas y dérmicas; y frenar el deterioro de las proteínas del tejido conjuntivo. En este sentido, los últimos estudios han demostrado que la aplicación tópica de un producto con una concentración de silicio del 1% incrementa la producción de colágeno y elastina en un 19%.
En busca del tono perdido Rosa Estebánez, medical representative de Somatoline Cosmetics, explica cómo acertar con el producto reductor/reafirmante ideal: “Es importante que los mecanismos de acción de los principales activos que contienen realicen tres funciones: reducir, hidratar y alisar. Las formulaciones de estos productos incluyen ingredientes que regeneran el tejido conjuntivo y principios activos tensores, por lo que no sólo reducen volúmenes sino que aportan beneficios que favorecen la reestructuración de la piel”.
La gran ventaja de estos productos es que actúan en muchos frentes: “Es la suma de sus funciones de reafirmar, hidratar, favorecer el drenaje, la eliminación de toxinas y la aceleración metabólica y de la microcirculación cutánea lo que define las peculiaridades de esta cosmética específica”, dice Rosa Estebánez.
¿Cuándo empezar a usarlos? Nunca es pronto para incorporarlos a la rutina cosmética (más vale prevenir), pero es a partir de los 35-40 años cuándo la cosmética reductora y reafirmante debe estar presente en los cuidados diarios.
Una buena forma de empezar a incorporarlos es sustituir la hidratante corporal por un producto reafirmante en las zonas de alto de riesgo de presentar flacidez, como la cara interna de los brazos y los muslos.
También es importante elegir un gel de ducha que incluya ingredientes reafirmantes, para así intensificar los efectos de los principios activos y ralentizar la aparición de la flacidez.
Y, sobre todo, paciencia y constancia. Los efectos de estos productos no se aprecian de un día para otro (hay que esperar una media de 2-3 meses para apreciar la firmeza y la reducción de centímetros), de ahí la importancia de ser constantes en su aplicación. “La clave para que la cosmética reafirmante y reductora sea eficaz está en una aplicación diaria y constante, sin olvidar que hay que incorporar estos productos “para siempre” en los cuidados diarios, y no limitarlos solo a esta época del año”, recuerda la doctora María José Crispín.
Objetivo: potenciar los efectos cosméticos –El mejor momento. Todos los expertos coinciden en que la ducha diaria es el momento ideal para poner en marcha el plan de firmeza y reducción. La utilización de los chorros de agua y la temperatura permite realizar una “hidroterapia casera” que mejora mucho el estado de la piel. Así, por ejemplo, la alternancia rápida de agua fría y caliente estimula la circulación, actuando como una especie de gimnasia pasiva con un efecto tonificante y reafirmante. Un truco muy efectivo en este sentido es utilizar dos esponjas: una empapada en agua caliente y la otra en agua fría, y aplicarlas sobre las zonas de mayor flacidez de forma alterna. En cuanto a la aplicación de los productos, todos los expertos recomiendan hacerlo después de la ducha, que es cuando la piel está más receptiva a la acción de los principios activos.
–Masaje drenante. La textura de los productos reafirmantes favorece su aplicación en forma de masaje, un gesto fundamental tanto para favorecer su penetración (es importante que estos principios activos lleguen a la dermis) como para activar la circulación. “Se puede aprovechar la aplicación de las cremas corporales para hacer un masaje drenante, extendiendo el producto de una forma ascendente, con movimientos circulares y alternos, desde los pies para ir subiendo hasta el tronco”, señala la doctora Crispín.
–Efecto frío. Duchas y baños calientes, exposición excesiva al sol, ropas ajustadas que dificultan la circulación y aumentan la temperatura de la piel… el calor, en todas sus manifestaciones, favorece la flacidez cutánea. Por el contrario, todas las estrategias que aplican frío sobre las zonas afectadas son muy efectivas y, además, proporcionan un efecto tonificante “flash”. El doctor Urbà González explica que el frío produce un efecto constrictor sobre los vasos sanguíneos de la piel, lo que conduce a las capas más profundas estén activas, irrigadas y tonificadas. En la misma línea, la doctora María José Crispín recomienda acabar la ducha aplicando el chorro de agua fría desde los pies hasta la cintura, “un gesto que estimula la circulación de las piernas y favorece que la piel luzca más tersa y radiante, al estar mejor vascularizada gracias a la unión del efecto vasoconstrictor con el del masaje drenante”.
Cuando aprieta el calor, hay un truco muy refrescante que, además, permite reforzar el efecto “cool” de la ducha, potenciando de paso la firmeza de la piel: envolver unos cubitos de hielo en un pañuelo o en un plástico y realizar con ellos un ligero masaje en tobillos, piernas, estómago y glúteos. Otro truco “fresh” es guardar la cosmética refrescante en la nevera.
-Circulación activa. Unas células sanguíneas debidamente oxigenadas favorecen la producción dérmica de colágeno y elastina y, a partir de determinadas edades, ralentiza su desaparición. Por otro lado, los problemas de la circulación sanguínea favorecen la hinchazón y la retención de líquidos, causa del aumento de volumen en muchas zonas corporales. De ahí que todas las medidas dirigidas a asegurar una buena circulación sanguínea redunden en una mejora del estado de la piel. Un ejemplo: todas las noches, poner las piernas en alto con la cabeza colgando durante 5 minutos, tiempo suficiente para potenciar la circulación y favorecer el drenaje.
–Ejercicios de tonificación. No hay excusas que valgan: unos músculos tonificados aumentan significativamente la firmeza de los tejidos de la piel, sobre todo en las zonas que están más expuestas a la ley de la gravedad (muslos, glúteos, abdomen y cara interna de los brazos). El ejercicio aeróbico (tres veces por semana) es una de las opciones más recomendadas y también se puede incorporar una “mini-tabla” de gimnasia tonificante a la rutina diaria: unas cuantas sentadillas; cruzar los brazos delante del pecho, tensionando y relajando en series de 20 veces para tonificar su cara interna…
–Dieta “en firme”. El tono de los tejidos cutáneos se estimula con la ingesta de proteínas animales: carne, huevos y pescado de forma alterna en la comida acompañados siempre de verdura de hoja verde y frutas ricas en vitamina C, que promueve la formación de colágeno. Por la noche, para no sobrecargar el hígado, optar siempre por las proteínas vegetales, las legumbres y los cereales, preferiblemente cocidos (en forma de sopas y cremas) que, además, tienen un elevado poder saciante.
Y desde luego, la mejor estrategia nutricional anti flacidez e hinchazón es eliminar la sal de la mesa, ya que reduce la absorción de muchos micronutrientes y favorece la retención de líquidos. Sustituirla por hierbas que dan sabor como albahaca, mejorana, salvia, perejil, tomillo, romero y menta. El perejil es una bomba de vitamina C y de fitoestrógenos muy útiles para situaciones como la hinchazón premenstrual; el tomillo favorece la digestión y es un gran bactericida; la menta reduce el apetito y es buena para los que sufren dispepsia; y la mejorana y el romero ayudan a diluir los acúmulos grasos de la celulitis. Lo mejor es usar estas hierbas frescas y crudas, ya que así conservan todo su potencial antioxidante.
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