Por Bárbara Fernández

Al cómico y presentador Ángel Martín le saltaron las alarmas el 4 de junio de 2017. Cuando ingresó en el hospital. Y ha decidido contar su experiencia con su testimonio sobre la locura a través de su libro Por si las voces vuelven (Ed. Planeta), un canto a la importancia de cuidar la salud mental, ayudarnos y apoyarnos. “Un relato en primera persona sobre lo que supone perderse y tener que volver a empezar”. Y, es que, como en el propio libro afirma “no necesitas llegar a tocar fondo para reconstruirte desde cero”.

Después de su ingreso, ¿cómo se encuentra ahora?

Bien. La verdad es que muy bien. Tranquilo y abrumado por lo bien que está funcionando el libro y su recibimiento. Está siendo muy bonito.

¿Cómo y por qué decide contar su historia personal en Por si las voces vuelven?

Porque es el libro que no encontré cuando yo lo necesité. En el momento en el que estaba más abajo del todo, traté de buscar algún libro que me pudiera servir de herramienta de cómo remontar, una pista de alguien que hubiera estado donde estaba yo, y no lo encontré. Sí que hay libros de medicina, que cuentan la química en el cerebro y tal, pero en ese momento no estás tú para descifrar terminología científica ni médica. Y cuando surgió la posibilidad con Planeta de escribir algo, pensé que era el momento de escribir precisamente lo que yo no encontré, por si en algún momento hay alguien que ahora mismo esté donde yo estuve.

Parece que poco a poco el tema de la salud mental va cobrando por fin prioridad. ¿Cree que las redes sociales ayudan y dan más visibilidad o desinforman?

De un tiempo a esta parte tengo la sensación que las redes sociales son lo que tú quieras crear. Si creas una red social alrededor de gente que trata de hundir, machacar, de odio… es lo que te vas a encontrar. Yo, afortunadamente, he conseguido crear una red social en torno a un contenido que ayuda y está muy interiorizada la empatía, con lo que la gente trata de echar un cable en cuanto ve que puede. Así, las redes son extremadamente delicadas. Muchas veces hablamos de ellas como si fueran un ente con su propia personalidad, que son incontrolables, porque van a su bola… pero al final las redes sociales somos nosotros mismos, es decir, son lo que nosotros decidamos compartir y se comportan como nosotros decidamos comportarnos. Creo que hay mucha gente que encuentra el apoyo y comprensión que a veces no tiene tan cerca y hay gente que es todo lo contrario, que en cuanto dice que está en un momento delicado todavía le tumban más. Son el universo que cada uno se construye. Lo que es evidente es que el tema de la salud mental de repente está como mucho más sobre la mesa. Me preocupa que sea una moda pasajera porque alguien a nivel político se ha encontrado que igual se puede rascar ahí para conseguir votos y que dentro de un año cuando nos sentemos a charlar se diga: ¿te acuerdas de cuando la salud mental estuvo ahí encima de la mesa? Pero, en cualquier caso, que se esté hablando más es bueno. Así la gente le pierde un poco el apuro a mencionar su situación.

Como decimos, estamos en la era tecnológica donde parece que todo es perfecto, pero ¿puede que a la vez sea justo al revés? ¿Cree que hay mucha falta de autoestima? 

Pienso que hay mucha gente que aún no sabe muy bien para qué está utilizando las redes sociales. A veces se utilizan como un falso escaparate de lo que les gustaría que los demás crean que es. Eso es muy delicado porque entonces sí se pueden convertir en una falsa verdad. Es decir, que un día vayas a comer al restaurante que más te gusta o hagas un viaje que te encanta y conviertas eso en algo constante en tus redes… Hay gente que se hace una sesión de fotos y trata de simular que toda su vida está siendo ese día concreto. Una cosa es que tengas una cuenta de fotografía donde compartes momentos y otra que trates de fingir algo que no eres. El gran problema es que la gente no se ha parado a pensar para qué quiere utilizar ese canal y da palos de ciego a lo que cree que tiene que hacer en las redes sociales. Y eso es cansado.

Hasta ahora ha sido tabú el tema de la salud mental. ¿Cree que está cambiando esto que es tan normal pero que no se suele comentar fuera del entorno más cercano? 

Creo que sigue siendo tabú. A mí lo que me pasa ahora mismo es que todo lo que recibo es gente compartiéndome cosas relacionadas con la salud mental. Entonces, claro, desde mi punto de vista, lo que te diría es, sí, todo el mundo está hablando de eso. Pero es falso, porque yo acabo de publicar un libro relacionado con esto. Así que el 90% de mensajes que recibo en redes sociales es de gente contándome situaciones que ha pasado y no siente apuro de contármelo a mí porque he pasado por lo mismo. Entonces creo que es cierto que se está perdiendo un poco el apuro de decir Oye estoy triste, de bajón o me afecta más de lo normal, pero lo que me inquieta es que se trasmite, a veces, pero tratando de que la foto que compartes en redes sea bonita. Y entonces es, ostras, no sé si estás entrando en una espiral más loca. Te digo que estoy mal, pero me preocupo de que no lo parezca. Pienso que se está perdiendo un poco el miedo a reconocerlo abiertamente, pero a la gran mayoría le cuesta decir que está regular. No porque lo vea como un signo de fragilidad, sino que tiene vergüenza a que los demás crean que no es válido para según que cosas. Y como estamos en un momento donde parece que todo puede desaparecer y caerse de la noche a la mañana, mucha gente está tratando de fingir que es más fuerte o está mejor de lo que está realmente para no mostrar fragilidad.

¿Cómo se puede gestionar el pedir ayuda cuando no se tiene fuerza? 

Cuando estás en ese punto es imposible. Si la gente fuera consciente del alivio que se siente al mencionar en voz alta No estoy bien, daría ese paso. Si eres capaz de verbalizarlo y es un paso gigantesco. A pesar de ser un gesto pequeño, internamente te da una gran ventaja. Si la gente fuera consciente de esa sensación le daría menos apuro mencionarlo, pero si estás en ese punto es muy difícil. Ahí entra en juego tu gente más cercana. Que si de repente eres colega de alguien o familiar que notas que está yendo a lo más profundo, seas tú quien tome la iniciativa. No de forma invasiva, porque es agotador, sino decir ¿Nos damos un paseo? ¿nos tomamos un café? Sin que sea muy evidente, pero tratar de que la otra persona note que tiene un pequeño bastón si lo necesita.

En su libro dice que todo, absolutamente todo, pasa por algo. ¿Considera que el ritmo del día a día que llevamos y los permanentes cambios influyen tanto? 

Creo que hemos vivido una revolución tecnológica y que no hemos sabido cómo parar para asimilarla. Esa velocidad que tiene el mundo. Yo pienso en mi generación, claro. La gente que tiene 10 años no lo notará tanto, pero yo sí, porque vengo de un mundo donde no existían ni los móviles al principio. He vivido en un mundo donde antes escuchar una canción era escuchar una canción. No había más. Ahora hacemos muchas cosas al mismo tiempo y eso al final es no hacer nada en realidad. Estamos bombardeados de estímulos constantemente. Y eso hace que inmediatamente tengas la sensación de que estás haciendo muchas cosas todo el rato, porque si frenas es que estás perdiendo el tiempo. Hemos entrado en una especie de tornado sin darnos cuenta. Tratamos de disfrutar todo y no disfrutamos nada.

¿Cree que en nuestro país falta cultura de cuidarse uno mismo y de informar de los problemas que nos pasan?

Sí. Sin duda. Nos cuenta mucho. A veces la gente pone por adelantado o menciona pedir ayuda a especialistas. Cuando requieres eso ya estás en un terreno delicado, ya has cruzado una línea en la que tendrías que haber hecho una prevención mucho antes. Creo que vivimos en un lugar donde nos cuesta mucho parar en seco delante de un espejo y preguntarnos ¿Me estoy convirtiendo en quien quiero ser, rodeándome de quien quiero y yendo en la dirección que quiero ir en muchos aspectos? Creo que nos falta mucha cultura de escucharnos y protegernos a nosotros mismos.

Mucha gente necesita ir a un especialista, pero la Sanidad pública está colapsada. Dan citas con mucho tiempo de espera. ¿Cómo se puede impulsar su acceso y que sea una prioridad? 

Es muy de cajón. Si tienes mucha demanda de algo hay que ampliar la oferta. No hay más. Si no, es que no te importa una mierda. Vivimos en un lugar donde pagamos unos impuestos para tener una serie de cosas y cuando surgen cosas puntuales, cuando es la primera vez que te enfrentas a eso… voy a poner un ejemplo muy estúpido y sonará superficial, pero nos vamos a entender. Si de repente se pone de moda comprar discos y no hay suficientes tiendas habrá alguien que diga Voy a montar una tienda de esto. Y se hace de forma inmediata porque la demanda está sucediendo ahí. Cuando llevas años escuchando: es que para la salud mental nadie está ayudando ni se está ampliando nada. Claramente, dejémonos de tonterías: a nadie le importa un carajo. Ningún partido político está tomando medidas para esto. Es así de sencillo. La única herramienta que te queda como ser humano es la prevención desde el inicio, porque si llegas al punto que sabes que vas a necesitar las herramientas de profesionales, es que, o económicamente te lo puedes permitir o vas a tener que esperar meses. Es duro, pero es así de sencillo. Si importara no llevaríamos años con el mismo discurso. Son cosas que se pueden resolver más rápido que en años. Sin ninguna duda.

Hay dos cosas que con el tiempo me han servido para darme cuenta de que hubiera estado bien tener estas pistas antes. La primera: que nada de lo que se diga o suceda es personal. La segunda, entender que no es el final.

En España hubo 3.941 suicidios en 2020. El mayor número desde que se tienen cifras. ¿En qué habría que invertir para profundizar en este tema tan importante y que deje de ser tan tabú?

Todo pasa por la prevención y por un cambio de mentalidad profunda por parte del ser humano y es entender que la prioridad eres tú y los tuyos. Hemos convertido el preguntarnos ¿Cómo estamos? en algo de rutina. Si alguien nos dice que está mal buscamos dos o tres frases para quitárnoslo de encima rápido y ponemos excusas baratas como Anda, que si yo estuviera en tu lugar o ¿Cómo puedes estar mal si tienes trabajo? Y eso hace que quien está mal diga ¿para qué lo voy a compartir? Si me dicen que no tengo motivos ni justificación para estar así. Entonces nos vamos encerrando más. Y, al final, dejamos de cuidarnos a nosotros, a los otros, y vivimos preocupados de conseguir cosas que probablemente cuando te das cuenta dices He estado agobiado por cosas que son secundarias. La cabeza tiene que ver con Cuídate mucho desde el minuto 1: de lo que lees, de lo que ves, de lo que metes en tu entorno, de tu vida, la gente que tienes en tu vida, la forma de enfrentarte a las cosas… es un trabajo muy de darle la vuelta al cerebro, como aquel que dice.

¿Qué consejos daría a gente que está pasando por una depresión y a la gente que les rodea?

Que no es el final. Hay que saber que es extremadamente duro. Si estás en mitad del tornado, prepárate porque lo que te viene es de una salvajada inimaginable. Es muy cansado, agotador, muy oscuro y te vas a desesperar. Hay dos cosas que con el tiempo a mí me han servido para darme cuenta de que hubiera estado bien tener estas pistas antes. La primera: que nada de lo que se diga o suceda es personal. Es decir, cualquier ataque verbal, mal gesto, actitud…solo dos personas que no saben dónde están. El que está roto no sabe por dónde empezar a buscar y, quien está ayudando no tiene ni idea de cómo echar un cable. Los dos se van a equivocar mutuamente todo el rato. Segundo: entender que no es el final. Tenemos mucha tendencia a decir: Ay, pobrecito, es que ahora, ya verás…No, no, no. Tienes una oportunidad que ahora no la puedes ver, es normal, pero te puedes empezar a reconstruir desde cero. Eso, que ahora mismo, parece una estupidez, entenderás qué significa en un tiempo. Es un posible principio si das los pasos correctos.

¿Qué huella quiere dejar en el mundo?

Me basta con servirle de algo a alguien. No soy muy ambicioso tampoco. Con que mi experiencia le sirva a alguien para ahorrarle… tengo la sensación de que, si pasamos por trances que nos sirven de algo, lo que tiene sentido es compartirlo con los demás para que no pierdan ellos el tiempo que hemos perdido nosotros tratando de descubrir esto. Ahora mismo estoy fascinado con cualquier descubrimiento que hago y que, por ejemplo, me ha podido llevar tiempo descifrar. Soy como un viejo, que se sentaría en la mesa y diría: oye, te cuento todo lo que quieras ¿eh? Igual no te sirve de nada, pero a mí sí me ha servido.

¿Qué pregunta le gustaría que le hubieran hecho y nunca ha sido así?

Pues probablemente, -no ahora porque ya he crecido y tengo un círculo de gente con la que me hablo muy de verdad, sino antes-, me hubiera gustado que me preguntaran si estaba bien de verdad. Mucho antes del brote, de joven. En el sentido de tener la sensación de que a alguien le preocupara cómo yo estuviera de verdad. No por intereses suyos, para seguir funcionando para sus cosas, sino de verdad.

PARA CONOCERLE MEJOR

¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado? Me ha venido a la mente un Tranquilo, pasará. Vivimos con demasiado miedo a si pasarán cosas que luego no pasan.
Un libro que te haya marcado: va a sonar egocéntrico, pero reconozco que el mío. He conseguido poder escribir mi libro favorito. Está muy feo decirlo, pero es así. También me marcó mucho Cien años de soledad. Luego El hombre más feliz del mundo… hay muchos libros.
Tu mejor plan: Estar tranquilo en casa. Soy así de simplón. De repente he descubierto que me gusta mucho estar tranquilo en casa con mis perretes.
Un reto que le quede por cumplir: Profesionalizarme en el buceo.
¿Tienes alguna farmacia de referencia? La verdad es que no. Voy a la que esté abierta cuando lo necesito.

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