El asma relacionado con el trabajo (ART), que incluye el asma ocupacional (AO) y el asma agravada por el trabajo (AAT), representa un problema de salud importante debido a su elevada morbilidad aguda, a la discapacidad a largo plazo y a sus repercusiones socioeconómicas y médico-legales. El asma ocupacional concretamente es la enfermedad ocupacional respiratoria más frecuente y el riesgo atribuible a la exposición laboral es del 10 al 25% de los casos, equivalente a una incidencia de 250 a 300 casos por millón de habitantes anualmente.

Los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de asma ocupacional son el grado y la duración de la exposición a los agentes responsables. Asimismo, existen otros factores que también han sido relacionados como actores de riesgo. Entre ellos destacan la predisposición genética del paciente, la atopía o alergias, la presencia de rinitis o conjuntivitis ocupacional, el consumo de tabaco y el sexo del trabajador. “En mujeres la mayor prevalencia de casos de asma ocupacional se encuentra en aquellas expuestas a productos de limpieza, persulfatos, alérgenos biológicos y fibras textiles. Al contrario de los hombres dónde el mayor número de casos se concentra en la exposición a harinas, fibras minerales, soldaduras y disolventes”, afirma la Dra. Isabel Urrutia, neumóloga y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

La Dra. Urrutia realizó una revisión de los factores de riesgo, prevalencia, detección y tratamiento de esta enfermedad respiratoria en el curso ‘Asma Ocupacional’ realizado durante el 49º Congreso Nacional de SEPAR, celebrado en Granada. “Las personas con antecedentes familiares de alergias son más propensas a desarrollar asma ocupacional, en particular a algunas sustancias como la harina, los animales y el látex. Cabe destacar, que incluso sin antecedentes médicos es posible desarrollar esta enfermedad si existe exposición a las condiciones que la inducen. La asociación del tabaco como factor de riesgo de asma ocupacional se ha demostrado que depende del tipo de agente contaminante”, añade.

Los irritantes en altas dosis que inducen al asma ocupacional incluyen el ácido hidroclórico, el dióxido de azufre o amoniaco, especialmente utilizados en las industrias de petróleo o productos químicos, incluso en la pintura en aerosol, la instalación de aislamientos y en la fabricación de plásticos, goma y espuma. Estos productos químicos pueden causar asma en hasta un 10% de los trabajadores expuestos. “La exposición a estas sustancias químicas en concentraciones altas puede desarrollar disnea, tos y sibilancias inmediatamente que empeoran en el trabajo y mejoran fuera del mismo. Los trabajadores que ya tienen asma o otros trastornos respiratorios también pueden experimentar un aumento de sus síntomas durante la exposición a estos agentes irritantes”, asegura la Dra. Urrutia.

El asma es una enfermedad altamente infradiagnosticada debido a las dificultades que plantea su detección. Su diagnóstico requiere demostrar la existencia de asma y seguidamente, confirmar la relación con el medio laboral. En algunas ocasiones, los trabajadores abandonan el empleo sin ser diagnosticados y en otras continúan trabajando en silencio por temor a perder el empleo. “Una de las mayores dificultades es que una vez se confirma el diagnóstico de asma ocupacional por una sustancia sensibilizante es imprescindible que el paciente cese por completo la exposición a dicha sustancia, por lo que este debe abandonar el puesto de trabajo que le afecta a su salud. Cabe destacar que la utilización de protectores respiratorios, como mascarillas o respiradores, es generalmente ineficaz ya que incluso a exposiciones muy bajas se pueden desencadenar crisis de asma”, explica la Dra. Urrutia.

En este sentido, es importante que el paciente diagnosticado con asma ocupacional esté correctamente informado de su condición y que reciba el tratamiento farmacológico adecuado, en función de la gravedad del asma según las pautas establecidas en las guías de manejo, como en la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA). “Los especialistas asistenciales debemos potenciar la formación en asma ocupacional con el fin de mejorar los índices de prevalencia, así como difundir y concienciar a la población de los síntomas principales y las posibles complicaciones que conllevan, especialmente en aquellos trabajadores que desarrollan actividades profesionales de riesgo”, concluye.

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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...