Los avances en biología molecular están abriendo la puerta a tratamientos personalizados para algunos tipos de cáncer ginecológico, como el de ovario, del que se conocen hasta cinco subgrupos diferentes. Al permitir detectar alteraciones moleculares en el tumor, se pueden diseñar potenciales dianas terapéuticas.

Más de 5 millones de mujeres son diagnosticadas al año de un cáncer ginecológico en el mundo, y de ellas, más de 12.300 en España. El de cuello del útero es el más frecuente en nuestro país, con un 46%, y es detectado en etapas iniciales en más del 90% de los casos, por lo que su tasa de curación es muy elevada. Sin embargo, el cáncer de ovario ocupa el segundo lugar en incidencia dentro de los tumores ginecológicos, con un 33%, pero casi el 80% de ellos se diagnostica en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que le convierte en un cáncer agresivo y con menor posibilidad de curación, con una mortalidad superior al 60%.

Biología molecular: un gran avance
Uno de los mayores avances en cáncer ginecológico en los últimos tiempos se debe a la biología molecular, basada en el estudio genético de los tumores, y que ha permitido identificar diferentes subtipos de cáncer de ovario. “Entre un 13% y un 18% de todos los casos de cáncer de ovario pueden presentar una mutación en los genes BRCA (BRCA 1 y 2), importantes en la reparación del material genético. Desde hace años sabemos que aquellas personas que nacen con alteraciones en alguno de estos genes, especialmente BRCA1, tienen un incremento del riesgo de desarrollar cáncer de ovario a lo largo de su vida”, explica el doctor Pedro Pérez Segura, coordinador de la Consulta de Consejo Genético del Hospital Clínico San Carlos. La identificación de las pacientes con cáncer de ovario que tienen una mutación del gen BCRA, plantea un cambio de paradigma en el abordaje terapéutico personalizado algo especialmente importante en tumores como los de ovario, cuyo diagnóstico suele producirse en fases avanzadas debido a la inespecificidad de losantonio gonzalez síntomas que presenta, y que habitualmente suelen confundirse con síntomas de otras patologías digestivas benignas (sensación de pesadez tras la comida, distensión abdominal, molestias abdominales difusas o epigástricas… ). Afortunadamente, según ha destacado el doctor Antonio González, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO), ya contamos con el primer tratamiento personalizado con un fármaco al que ha dado luz verde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitario (AEMPS).

En la actualidad, cerca del 15% de los cánceres diagnosticados en las españolas tienen un origen ginecológico (ovario, útero, cuello de útero y vulva). Pese a que su incidencia no resulta extraordinariamente alta, constituyen la quinta casa de fallecimiento por cáncer entre las mujeres

7 factores de riesgo
Además de otros factores de riesgo comunes a más tipos de cáncer (como el tabaco o la exposición a la radiación) varios elementos suelen aumentar el riesgo de desarrollar tumores malignos en los ovarios. Aquí están los siete más importantes:

1.     La edad: el riesgo de desarrollar cáncer de ovario aumenta en las mujeres a partir de los 50 años. Más de dos tercios de todos los casos de cáncer de ovario se dan en mujeres que ya han experimentado la menopausia y revisten mayor malignidad.

2.     La genética: entre un 10% y un 15% de todos los cánceres de ovario son achacables a una mutación en los genes BRCA 1 y BRCA 2 que ha sido transmitida de generación en generación. Estos genes también están asociados a un mayor riesgo de cáncer en otros órganos de su aparato genital, como en las trompas de Falopio, por lo que se recomienda practicar una histerectomía a las mujeres con este gen una vez ha finalizado su edad fértil.

3.     Antecedentes familiares: tener un familiar de primer grado (madre, hija, o hermana) que ya ha desarrollado el cáncer de ovario, triplica el riesgo de padecerlo.

4.     Antecedentes reproductivos: mujeres sin hijos; primíparas más allá de los 30; con problemas de fertilidad o sometidas a tratamiento; o con menarquia precoz (antes de los doce años) tienen más riesgo de desarrollar un cáncer de ovario. Por el contrario, aquellas que han utilizado píldoras anticonceptivas tienen este riesgo reducido.

5.     Un cáncer anterior: las mujeres que ya han padecido cáncer de mama o algún otro cáncer en su aparato genital (como el cáncer de útero o el cáncer de cérvix) son más propensas a desarrollar tumores malignos en los ovarios.

6.     Terapia hormonal sustitutiva: varias revisiones de estudios clínicos han determinado que los tratamientos con hormonas utilizados para atenuar los síntomas de la menopausia, constituyen un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de ovario.

7.      Sobrepeso y obesidad: la obesidad y el sobrepeso suelen afectar el equilibrio hormonal del organismo y, especialmente, conduce a una inflamación crónica y generalizada del organismo. Según una revisión de más de 25 estudios, se ha demostrado que por cada 5 unidades de índice de masa corporal adicional (IMC: el resultado de dividir la estatura en cm por el peso en kg), había un 6% adicional en el incremento de riesgo de cáncer de ovario.


No a los polvos de talco
Los polvos de talco en la zona genital aumentan el riesgo de cáncer de ovario, según ha destacado la  Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, si bien los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades no lo incluyen dentro de los factores de riesgo del cáncer de ovario. Investigadores del Brigham&Women Hospital de Boston, Estados Unidos, han descubierto que las mujeres que usan de forma regular polvos de talco en su zona genital tienen un riesgo de cáncer de ovario un 33 por ciento mayor, según los resultados de un estudio publicado en la revista Epidemiology. El director del Servicio de Ginecología y Obstetricia de este hospital y autor del estudio, Daniel W. Cramer, reconoce que este factor de riesgo es «fácilmente modificable» y ha pedido sin éxito que los fabricantes de estos productos incluyan en el etiquetado advertencias sobre el riesgo que puede conllevar su uso genital. «Las mujeres deben saber que, si se usa repetidamente, puede afectar a la vagina y al tracto genital superior», ha destacado. La primera relación entre el uso genital de los polvos de talco y el cáncer de ovario se remontan al año 1982, pero este estudio es el primero que confirma esta relación antes y después de la menopausia.

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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...