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El cáncer de próstata es el segundo tumor más frecuente en la población masculina con más de 27.000 casos detectados cada año en España. Aunque su tasa de mortalidad es reducida debido a su lento crecimiento, es imprescindible realizar revisiones periódicas con analíticas y exploraciones urológicas para conseguir un diagnóstico precoz.
La próstata, como cualquier otro órgano, es susceptible de contraer enfermedades. Así lo afirman los doctores José Luis Gago y Eduardo García Cruz, que atienden el servicio de urología en el Centre Emai, perteneciente al Grupo ASPY. “El cáncer de próstata y la hiperplasia de próstata son muy comunes. Por ello es importante acudir al urólogo a los 50 años o si tenemos alguna molestia. Por otro lado, cada vez disponemos de más y mejores medios, como la resonancia magnética, para poder estudiar la próstata sin necesidad de biopsia”.
Existen diversos factores de riesgo y hábitos de vida que aumentan las probabilidades de que un hombre desarrolle cáncer de próstata. “Aunque se siguen investigando las principales causas de esta enfermedad, suele estar relacionada con factores genéticos, hormonales, ambientales y de trasmisión sexual”, aseguran Gago y García quienes afirman que “el diagnóstico precoz permite un tratamiento más localizado y potencialmente con menos efectos secundarios”. Además, algunos estudios corroboran que los malos hábitos alimentarios y la obesidad intervienen de forma directa en el origen de este tumor, aunque por el momento no se ha llegado a comprobar que la alimentación y la nutrición puedan causarlo o prevenirlo de forma directa.
Las enfermedades de la próstata suelen ir asociadas al envejecimiento y los síntomas se producen en las vías urinarias de los varones a partir de los 50 años. El crecimiento benigno de la próstata es una afección común que consiste en un aumento del tamaño de la glándula que provoca obstrucciones del flujo urinario. “Es importante tener claro que está afección no es, ni puede llegar a ser, cáncer de próstata. Pueden aparecer síntomas como sensación frecuente de ganas de orinar, incontinencia urinaria o dificultad para iniciar la micción por lo que si no se realiza un control o tratamiento que frene el crecimiento prostático puede desembocar en retención urinaria o insuficiencia renal”, concluyen.