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En los últimos treinta años se han registrado en España cerca de 90 olas de calor, según datos de la Agencia Española de Meteorología (AEMET). Ahora que ya es habitual que el termómetro roce o supere los 40 grados en los meses de verano, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) quiere llamar la atención sobre la importancia que tiene observar un uso adecuado de medicamentos para que no se desencadenen problemas de salud asociados al exceso de calor. Las olas de calor (cuando se producen de forma continuada temperaturas en torno a los 40 grados) no sólo afectan a las personas, sino también a los medicamentos, que pueden provocar problemas añadidos a los pacientes si no se conservan en buen estado.
En función de su mecanismo de acción, determinados medicamentos pueden alterar la adaptación del organismo a las altas temperaturas, máxime si entran en juego factores de riesgo como la edad extrema (lactante, niño, persona de edad avanzada), la necesidad de polimedicación o las patologías crónicas. Entre los medicamentos con los que hay que extremar precauciones en caso de ola de calor figuran los fármacos diuréticos, que pueden propiciar una mayor pérdida de líquidos, los tranquilizantes y antidepresivos, que pueden impedir la pérdida de calor del organismo, o los medicamentos hipertensivos, que hacen bajar la presión arterial y agravan los efectos de calor. Es importante evitar la toma de antiinfilamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno, que pueden perjudicar el riñón en caso de deshidratación. En caso de fiebre, conviene evitar la toma de paracetamol, debido a su ineficacia para tratar la insolación.
Ante cualquier duda sobre los tratamientos, se ha de consultar al médico para que, si procede, adapte su terapia habitual a las posibles interacciones de las altas temperaturas. El farmacéutico comunitario también puede ayudar en cualquier duda relacionada con la medicación.
CONSERVACIÓN DEL MEDICAMENTO
Los medicamentos han de conservarse en lugares limpios, frescos y secos, respetando las condiciones que figuren en el envase: entre +2 y +8ºC (frigorífico), medicamentos de conservación a una temperatura inferior a 25 o 30ºC y a temperatura ambiente cuando no haya menciones específicas al respecto. Es aconsejable conservar en frigorífico los jarabes y suspensiones, cremas, supositorios y óvulos ya que son formas farmacéuticas más sensibles a temperaturas elevadas (en el caso de supositorios y óvulos conviene ponerlos a temperatura ambiente unos minutos antes de su aplicación).
No en vano, unas malas condiciones de conservación pueden restar eficacia a los medicamentos y producir efectos no deseados. La cocina y el baño, lugares donde tienden a almacenarse los medicamentos en los hogares, no resultan lugares apropiados para una buena conservación, al estar sujetos a cambios bruscos de humedad y temperatura que pueden alterar sus condiciones. Tampoco es adecuado guardar medicamentos de forma habitual en las guanteras de los vehículos en caso de viajes, ya que son lugares donde se acumula el calor.
Además, los fármacos siempre han de protegerse de la luz y conservarse en el envase original. En el caso de que se utilicen pastilleros, se recomienda recortar los blíster para mantener las pastillas bien protegidas e identificadas.