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Hoy viernes 22 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Leucemia, un tipo de cáncer hematológico por el que la médula ósea produce demasiados linfocitos inmaduros (un tipo de glóbulo blanco), que crecen rápidamente y reemplazan a las células normales en la médula ósea (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).
La LLA es el cáncer más frecuente en la edad pediátrica, “representando más del 25% de todos los casos de cáncer en esta edad y, a pesar de los avances obtenidos en los resultados del tratamiento en los últimos años, la LLA sigue siendo una de las principales causas de muerte por cáncer en la infancia”, explica el doctor José Luis Fuster Soler, especialista en onco-hematología pediátrica en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Murcia.
Su incidencia disminuye entre los 14 y 29 años de edad, pasando a considerarse una enfermedad rara en adolescentes y adultos jóvenes. “En la adolescencia la LLA representa menos del 20% de los casos de cáncer y su incidencia se sitúa en torno a 2 nuevos casos anuales por cada 100.000 individuos”, señala el doctor. “El tratamiento estándar de la LLA tanto en niños como en adolescentes y adultos se basa en la quimioterapia, y para un determinado grupo de pacientes, en el trasplante hematopoyético alogénico (médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical). Además, “es preciso administrar un tratamiento dirigido al sistema nervioso central, ya que la barrera hematoencefálica impide la penetración correcta en esa localización de la mayoría de los fármacos administrados por vía sistémica”, añade.
En los últimos años se han logrado importantes avances y desarrollado estrategias de tratamiento eficaces y alternativas a la quimioterapia convencional. En concreto, la inmunoterapia, que se basa en redirigir el sistema inmunológico contra las células leucémicas.
Asimismo, “la asparaginasa es un componente esencial en los esquemas de quimioterapia combinada para el tratamiento de la LLA, y ésta ha ejercido un papel fundamental en el tratamiento desde la década de 1970”. Actualmente se dispone de tres formulaciones de asparaginasa en Europa, siendo la PEG-asparaginasa la formulación preferida en la mayoría de los protocolos actuales para el tratamiento de primera línea. “Ofrece la ventaja de que se puede administrar con menor frecuencia lo que mejora la calidad de vida de los pacientes, pero además es menos inmunogénica, lo que se traduce en una menor incidencia de reacciones alérgicas”, apunta el doctor Fuster.
Abordaje multidisciplinar de los pacientes adolescentes y adultos jóvenes
Actualmente en España la mayoría de los adolescentes con LLA son tratados en unidades de oncología pediátrica y a partir de los 19 años, incluyendo los adultos jóvenes, los pacientes con LLA son tratados en servicios de hematología de adultos. “Los pacientes adolescentes deberían recibir, sin excepción, tratamientos basados en los protocolos de LLA en niños, independientemente de que el tratamiento sea orientado por especialistas en hematología o pediatras oncólogos”, aclara el Dr. Fuster.
También es preciso fomentar la comunicación y colaboración entre los pediatras dedicados a la onco-hematología y los hematólogos. “Un buen ejemplo de ello es la creación de la actual Guía Nacional de Recomendación Terapéutica para la LLA en niños y adolescentes, fruto de la coordinación entre expertos del grupo SEHOP (Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas) y del grupo PETHEMA (Programa Español de Tratamientos en Hematología)”, afirma el doctor.
En general, el tratamiento de los adultos jóvenes es responsabilidad de los servicios de hematología, tomando en consideración las directrices derivadas de los protocolos pediátricos. No obstante, “sería recomendable establecer grupos colaborativos que integren a pediatras, hematólogos y otros especialistas para diseñar líneas de trabajo que atiendan a aspectos específicos del abordaje de estos pacientes”, concluye doctor Fuster.
En esta misma línea, Rosalía Lorenzo González, psicóloga y coordinadora de la Asociación de Adolescentes y Adultos jóvenes con cáncer (AAA) señala que “el tratamiento médico del adolescente con cáncer debe acompañarse de un soporte psicológico y social adecuado durante todas las etapas de la enfermedad”.
“El adolescente con cáncer debe enfrentarse, por un lado, a un diagnóstico que cambia su vida, asociado a un tratamiento invasivo y, por otro, al desafío que supone la transición en su desarrollo de la infancia a la edad adulta. “La pérdida de independencia, la incertidumbre acerca del futuro, los cambios corporales (que pueden afectar a la autoestima), el tiempo fuera de la escuela y de otras actividades puede crear sentimientos de aislamiento en un momento en el que sentirse conectado a sus compañeros es de suma importancia para el sentido de identidad del adolescente”, explica la psicóloga.