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Si comer de manera sana es fundamental para fortalecer nuestro sistema inmune, en tiempos de pandemia se vuelve una necesidad imperiosa. Nuestro dietista nutricionista Eric Iges nos enseña a jugar en este nuevo terreno de juego en el que nuestra mejor equipación es una despensa propiamente “mediterránea” con los que fortalecer nuestro sistema inmune de manera natural.
La respuesta inmune: un proceso continuo
El sistema inmunitario es una organización de moléculas, células y tejidos especializadosresponsables de la defensa contra microorganismos. Se divide en 3 partes:
– Barreras anatómicas y fisiológicas, como la piel, las lisozimas de la saliva o el bajo pH estomacal. Son la primera línea de defensa.
– Sistema inmune innato: encargado de responder de la misma manera frente a diferentes estímulos infecciosos, actuando solo ante estructuras/moléculas comunes a grupos de microrganismos. Es común a muchos patógenos.
–Sistema inmune adaptativo: encargado de responder ante las características específicas de un patógeno en concreto.Por lo tanto, se activa en días posteriores.
La respuesta inmune es pues, un proceso continuo, donde existe un diálogo bidireccional entre los dos tipos de respuesta innata y adaptativa, que se potencian mutuamente y de esta forma garantiza el control de la mayoría de los microorganismos patógenos.
Las reglas del juego
Aunque no existen alimentos concretos o dietas mágicas que vayan a potenciar el funcionamiento del sistema inmune y, por lo tanto, con nuestra alimentación no debemos buscar una potenciación o hiperestimulación del mismo, sí que debemos cumplir con una dieta suficiente en calorías, adecuada a cada persona, variada en cuanto a alimentos saludables y equilibrada para que podamos ingerir todos los macronutrientes y micronutrientes implicados en el correcto funcionamiento del sistema inmune.
- Como primera medida nutricional, no es recomendable una restricción calórica excesiva, ya que este hecho va a provocar que no estemos ingiriendo la cantidad suficiente de nutrientes. En la última década, los hidratos de carbono parecen ser siempre los primeros en eliminarse. Este hecho puede suponer un problema para nuestro sistema inmune, debido a que la glucosa es un combustible importante para las células del sistema inmunológico, incluidos los linfocitos, neutrófilos y macrófagos. Las células del sistema inmunológico tienen tasas metabólicas extremadamente altas, por lo que es importante una nutrición adecuada para el suministro de combustibles para mantener la inmunocompetencia. Por otra parte, especialmente en deportistas, tras la realización de un ejercicio intenso o de larga duración se abre una ventana de tiempo en la cual el organismo es más susceptible a padecer infecciones, especialmente del tracto respiratorio superior. Una mala recuperación, desprovista de hidratos de carbono, puede no revertir esta situación. Además, se piensa que un déficit calórico excesivo, asociado a ingestas muy bajas de carbohidratos puede generar un aumento de la famosa “hormona del estrés”, el cortisol, la cual se asocia con procesos inmunosupresores. Hay que entender que alimentos ricos en hidratos de carbono son las frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales, tubérculos y legumbres. No hay que confundir la recomendación de limitar el azúcar libre de nuestra alimentación, con restringir todos los alimentos que tienen hidratos de carbono en su composición, ya que si hacemos esto último estaremos limitando el aporte de una gran cantidad de micronutrientes a nuestro organismo.
- De hecho, es fundamental que con la alimentación aseguremos la cantidad suficiente de cada micronutriente. Especialmente involucrados en el sistema inmune, estarían las vitaminas hidrosolubles (grupo B, C), vitaminas liposolubles (A, D) y minerales (hierro, selenio, zinc). Para cumplir sin ningún tipo de problema con la ingesta diaria recomendada de las vitaminas mencionadas, deberemos llevar a cabo una alimentación basada en frutas, verduras y cereales integrales. En cuanto al consumo de frutas, verduras y hortalizas, algunos estudios sugieren que podría reducirse la incidencia de resfriado común. Existe amplia evidencia de que el estrés oxidativo puede tener varios efectos nocivos sobre la función de la vía aérea. Las frutas y verduras frescas son fuentes de antioxidantes y otras sustancias biológicamente activas (como flavonoides, isoflavonoides y compuestos polifenólicos) y pueden reducir la inflamación de las vías respiratorias protegiéndolas contra los oxidantes por fuentes endógenas (células inflamatorias activadas) y exógenas (como la contaminación del aire, el humo del cigarrillo).
Como recomendación práctica, incluye mínimo 3 piezas de fruta diarias en tu alimentación y añade siempre en tus comidas y cenas verduras y hortalizas en cualquier variedad: ensaladas, purés, verduras a la plancha, al horno… Estas deben ocupar un 50% de tus platos.
Vitamina D, sí gracias
En cuanto al correcto aporte de vitamina D, resulta importante tener en cuenta no solo la alimentación. La exposición solar es un factor clave para su correcta síntesis, por lo que además de añadir con la alimentación fuentes ricas en vitamina D como puede ser el pescado azul o la yema de huevo, deberemos fijarnos en llevar a cabo una correcta exposición solar. La suplementación con vitamina D se ha visto efectiva especialmente en periodos de otoño o invierno, aunque recomendaremos su toma comprobando previamente sus niveles en sangre mediante una analítica.
En cuanto al hierro o el zinc, sus fuentes principales son de origen animal, lo cual no debería suponer problema alguno para personas vegetarianas, si su dieta está bien planificada y se realiza una educación nutricional adecuada para sus casos concretos.
Muchos suplementos se han estudiado por su posible efecto beneficioso sobre la potenciación del sistema inmune, pero la evidencia científica de que alguno de estos resulte efectivo para prevenir infecciones no es convincente.
Las autoridades académicas “dixit”
Ahora bien, la posición que mantiene la Academia Española de Nutrición y Dietética y el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas Nutricionistas al respecto de la grave pandemia que vivimos por el coronavirus es clara: “el consumo de determinados alimentos o el seguimiento de una dieta determinada, no puede prevenir ni disminuir el riesgo de contagio en personas sanas, mientras que en personas enfermas la dieta solamente podría ayudar en el manejo de los síntomas de la propia enfermedad, pero en ningún caso tratarla”. En este documento se recomienda llevar a cabo una alimentación saludable, basada en la dieta mediterránea, sin distinción para estas personas afectadas de COVID-19 con sintomatología leve y/o asintomáticas. Desde estas instituciones afirman que no se recomienda potenciar el consumo de determinados nutrientes relacionados con el correcto funcionamiento del sistema inmune. Aunque algunos las vitaminas y minerales ya mencionadas contribuyen a dicho propósito, tal y como establece la European Food Safety Authority (EFSA), es improbable que potenciar su consumo se asocie a un menor riesgo de infectarse por Coronavirus, siendo también improbable que puedan ayudar a combatir el virus en pacientes con Covid-19 con sintomatología leve, o ya en la UCI. Ni estos compuestos, ni ninguna hierba ni nutracéuticos como la glucosamina, beta – glucanos, N-Acetylcysteina o baya de sauco.
Los españoles se acercan más a los productos de la Dieta Mediterránea tradicional durante el confinamiento
Productos frescos, legumbres, frutas y hortalizas, pescados, frutos secos y aceite de oliva son los productos que más han subido en el carro de la compra de estas últimas semanas, todos ellos productos que se engloban en la caracterización de la Dieta Mediterránea tradicional.
Por el contrario, se ha observado un incremento de compra de productos precocinados y azúcar, muy utilizado para preparar postres caseros, tan de moda estos días.