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Diferentes evidencias científicas demuestran que la exposición al sol en los primeros años de vida puede ser causa de padecer tumores de piel a largo plazo. Por ello, es importante, siempre que sea posible, evitar la exposición de los bebés directamente al sol y, en caso de hacerlo, siempre utilizando productos específicos para su tipo de piel, con factor de protección nunca inferior a SPF 50, ya que tiene unas características especiales, diferentes a las de los adultos.
En el caso de los niños años debe evitarse su exposición al sol en horas de máxima intensidad (entre las 12:00 y las 16:00 horas) y, en todo caso, protegidos con ropas ligeras y adecuadas (camiseta, gorra…) y con un protector solar específico para su edad y tipo de piel, con factor de protección de, al menos, SPF 50. Éstos deben incluir protección tanto frente a los rayos UVB como UVA y deben aplicarse cada dos horas, independientemente de que sean o no resistentes al agua.