- Buenas noches.
- Serán buenos días.
- Es que estoy para acostarme, ¿no me ve usted la cara?
- ¿Insomnio?
- Todo lo contrario. Ayer me acosté a las diez de la noche y me he levantado hace un rato. ¡Diez horas!?
- ¿Toma algo para dormir?
- Si tomase algo le habría hecho ya un agujero al Pikolin.
- Entonces es que no descansa bien.
- Pues deme unas pastillas para despabilarme.
- Lo que me pide es un medicamento anfetamínico, no recomendable, que no cura y además necesita prescripción médica.
- Entonces, ¿qué hago?
- ¿Tiene accesos de apnea?
- Los asientos de mi casa son de gomaespuma.
- No me refiero a los sillones de anea sino a la dificultad respiratoria. La apnea es la interrupción momentánea de la respiración.
- ¡Ah, ya sé! Los codazos que me da mi señora por las noches creyendo que me he muerto?
- Efectivamente.
- Pues yo creía que eran manías de ella.
- Es una impresión muy desagradable para quien lo oye.
- Pero yo lo hago sin querer. Aunque es muy molesto?
- Pero si usted no se da cuenta.
- Me refiero a los codazos de mi mujer.
- ¿Cena usted mucho?
- Es la comida del día que más me gusta.
- Pues tiene que ir acostumbrándose a cenar muy poco.
- ¿Y eso es todo?
- Hay otras muchas causas, pero lo correcto e que se hiciese un estudio del sueño.
- Pero yo, por ahora, lo que quiero es algo que me quite la galbana que tengo.
- Eso es empezar la casa por el tejado, porque lo que necesitamos es saber las causas exactas, porque la cosa puede ser seria.
- ¡No me asuste usted!
- La apnea hace trabajar especialmente al corazón, porque mientras dura, el organismo no se oxigena.
- Yo, a veces, me levanto con la garganta irritada.
- Eso es que ronca.
- Pues estoy hecho un cromo. Así que mi mujer quiere poner dos habitaciones.
- Es que la tráquea se contrae hasta llegar a impedir el paso del aire y entonces el organismo de una forma espontánea reacciona y vuelve a iniciarse la respiración.
- Me está dando miedo meterme en la cama, ¡Señor, qué lío!
- Es importante mantener la humedad de la habitación y adoptar una postura suficientemente erguida durante el sueño, además de fluidificar la garganta.
- ¡Pues no hay que hacer cosas para dormir!, ¡yo que lo hago como un bendito?!
- Eso cree usted, pero a las pruebas me remito.
- ¿Y ese estudio en qué consiste?
- En hacerle dormir en una cama hospitalaria, controlado por monitores.
- Yo, si hay gente delante no puedo coger el sueño.
- Los monitores no son personas, son aparatos que captan su ritmo cardíaco y respiratorio.
- O sea, que me tienen que enchufar cosas y yo que duermo en pelota picada?
- Es que no hay otra forma de estudiar el sueño.
- Pues el sueño parece la carrera de Ingeniero de Caminos.
- Pero cuando termina el estudio le pueden dar solución a su problema.
- ¿De qué forma?
- Habitualmente poniéndole una mascarilla que le oxigene durante el sueño.
- ¿Yo con una mascarilla?
- Sí.
- Pues mi mujer con los rulos y yo con la mascarilla? ¡una película de marcianos!