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Detrás de la tragedia de la muerte de una pequeña de 12 años por coma etílico hace unos días, subyacen muchos factores. José Luis Carrasco, Catedrático de Psiquiatría y director Científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento (Orientación Familiar y Personal) del Hospital Ruber Juan Bravo-Grupo Quirón Salud, lo explica en este artículo
El consumo de alcohol en España forma parte de la cultura diaria de los ciudadanos (aperitivos, fiestas, copas…). Y las estadísticas apuntan, como refleja la última encuesta del Plan Nacional contra las Drogas, que el inicio de consumo de alcohol se está retrasando: ahora se sitúa en los 13-14 años. El problema, destaca el doctor Carrasco, “es que no podemos perder de vista que estamos hablando de chicos y chicas de 13 años”. Un hecho al que hay que añadir que el problema es que el patrón ha cambiado y la forma de inicio ya no es progresiva sino de golpe con «el botellón».
El «botellón supervisado», una locura
Según explica este experto, «una supuesta forma de creer que se puede controlar lo incontrolable es el tan extendido y permitido, «botellón supervisado». Los adultos sabemos, pensamos e interiorizamos de forma constante que hay comportamientos adolescentes difíciles de frenar, pese a largas charlas y consejos. Advertimos de los riesgos y las consecuencias del consumo de alcohol y drogas, pero en este camino solemos olvidar que los menores siguen siendo niños indefensos incapaces de cuantificar el alcance de sus actos. Ofrecerles la posibilidad de utilizar recintos, espacios, vigilados por policía y con la seguridad de ambulancias apostadas, para consumir, es enviarles justamente el mensaje contrario que deseamos que interioricen”.
Este especialista recuerda que la sociedad “está empujando sin ser plenamente consciente de ellos a los adolescentes y a los jóvenes hacia el botellón. No ofrecemos alternativas de ocio saludables e interesantes para ellos que sean totalmente accesibles y, sobre todo, permanentes. De nada sirve ofrecer un sábado una fiesta u otro día cine, si estas alternativas no cubren los fines de semana de todo el año”.
Pero, sobre todo, se debe tener en cuenta las consecuencias físicas y mentales del consumo de alcohol de nuestros menores. “Iniciarse en el consumo de alcohol entre los 11 y los 13 años se asocia con una mayor frecuencia de síntomas psicopatológicos (entre otros, hostilidad y agresividad) tanto presentes como futuros, así como una mayor probabilidad de padecer trastornos mentales en etapas más avanzadas de la vida. Su uso a estas edades se asocia con fracaso escolar, mayor riesgo de sufrir accidentes o de dañar espacios públicos.
Además, el alcohol conduce a los adolescentes y jóvenes hacia conductas de riesgo, como aumento de riesgo de consumir otras drogas, falta de protección sexual, son más propensos a desarrollar problemas de conducta, además de elevar el riesgo de depresión, suicidio, trastornos de personalidad, entre otros”, recuerda el doctor Carrasco.
Los signos de alerta
Padres, profesores y autoridades deben estar alertas ante los signos que delaten un posible abuso de alcohol en menores, para poder prevenir las consecuencias futuras que se pueden derivar de este tipo de abuso.