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Estética y nutricosmética: donde los cuidados cosméticos diarios no llegan
Allí donde los cuidados cosméticos diarios no pueden llegar o resultan insuficientes, hay dos opciones que pueden hacer auténticas maravillas: la Nutricosmética y las técnicas y tratamientos de medicina estética, cada vez más accesibles a todo tipo de público, más rápidos y menos invasivos. Repasamos qué hay de nuevo en estos dos territorios “beauty”.
Con la operación bikini calentando motores y las alarmas de la fotoprotección intensiva a punto de activarse, es buen momento para conocer las últimas tendencias y lanzamientos en dos campos que no solo complementan a las rutinas cosméticas cotidianas sino que potencian sus efectos, solucionan problemas concretos y suponen ese paso más que, sobre todo a medida que cumplimos años, debe estar cada vez más integrado en nuestro programa de cuidados: las soluciones médico-estéticas y la Nutricosmética.
Medicina estética: ante todo, mejorar la piel
Los tiempos están cambiando –y mucho- respecto a los motivos por los que se acude a las técnicas de medicina estética. Tal y como explica el doctor Leo Cerrud, director de la Clínica Médico Estética Dr. Leo Cerrud, de Madrid (www.doctorleocerrud.com), actualmente se va más allá de solo “quitar arrugas” y “poner labios”, sino que la tendencia apuesta por una visión más global, con un objetivo prioritario: mejorar la calidad de la piel, de forma que ésta luzca con más luz, jugosa, sin imperfecciones… “Durante mucho tiempo, los especialistas en Medicina Estética nos hemos preocupado por depurar las técnicas de recuperación de volumen, corregir arrugas y reposicionar tejidos, dejando un poco de lado la cuestión de la calidad de la piel. Sin embargo, quizás por el aumento de la demanda, sobre todo en pacientes cada vez más jóvenes, o la aparición y recuperación de técnicas orientadas a la hidratación profunda, la estimulación de colágeno, la seborregulación o la corrección de imperfecciones, lo cierto es que la piel ha ido recuperando su papel dentro de otra tendencia mayor, que es el rejuvenecimiento facial sin cirugía”.
“No es cuestión de edad, sino de necesidad”
Respecto a la “edad tipo” para acudir a los centros de medicina estética, Cerrud comenta que ya no se empieza “a partir de” sino cuando una piel lo necesita: “No es un tema de edades sino de necesidades. A partir de los 18 años puede ser un buen momento y, de hecho, la demanda es cada vez mayor en pacientes más jóvenes. Hace años, cuando no existía la especialidad y dependíamos de la Cirugía Plástica para rejuvenecer, sí era lógico aquello de: si empiezas pronto ¿qué vas a dejar para cuando tengas 40? Ahora no; de hecho, lo ideal es prevenir”.
Las técnicas más indicadas para conseguir este nuevo “must” que es la piel cuidada al máximo son las siguientes, según Leo Cerrud: bioestimulación con cócteles de vitaminas, aminoácidos, oligoelementos, estimulación de colágeno con un sinfín de materiales (hidroxiapatita cálcica, policaprolactona, ácido poliláctico, polidioxanona, etc), fotorerapia (luz LED, láser, IPL…), peelings, mascarillas, microneedling y radiofrecuencia.
“Retoques nicho” y otros tratamientos top
Por su parte, el doctor José Vicente Lajo Plaza, director del Centro Médico Lajo Plaza, de Madrid, (www.centromedicolajoplaza.com) nos habla de los principales tratamientos que están actualmente marcando tendencia en las consultas de medicina estética y explica en qué consisten:
-Tratamientos intraorales: O, lo que es lo mismo, el rejuvenecimiento en 4D: “Es una realidad gracias a tecnologías como del láser Fotona con el que por primera vez en Medicina Estética se consigue estimular de forma muy profunda el colágeno de la capa de piel que rodea el músculo, corrigiendo el rictus de forma definitiva con retracción”.
-Calidad versus cantidad. Lajo explica que los volúmenes exagerados –tan de moda hasta hace poco- pierden fuerza y dejan paso a la calidad de la piel y al llamado “efecto filtro de Instagram”. “Esto ha provocado cambios en la forma de utilizar materiales de relleno como el ácido hialurónico, que se inyectan a nivel de la dermis y sobre todo el rostro para mejorar la hidratación y dejar la piel uniforme, luminosa y libre de marcas”.
-Retoques nicho. Los pequeños procedimientos hiperespecíficos para resolver peculiaridades faciales y corporales menores pero molestas están aumentando en popularidad. “Es lo que podríamos llamar microoptimizaciones y entre ellas se encuentra el uso de activos quema-grasa como Belkyra para eliminar los ‘rolletes’ del sujetador o la grasa de las rodillas; la reconstrucción del lóbulo de la oreja mediante relleno o el tratamiento de las microarrugas, que ahora es posible realizar con técnicas como la fototermolisis selectiva que permite hacer un trabajo de ‘alta costura’, borrando las arrugas más finas sin dañar el tejido colindante”.
Bajo la “tiranía” del selfie
Bajo la “tiranía” del selfie
Está demostrado que las imágenes que se suben a las redes sociales sin filtro obtienen un 21% más de interacciones que las que utilizan este recurso, y este efecto “selfie” o “instagramer” también tiene su repercusión en la demanda de los tratamientos médico-estéticos. “Ahora, en una nueva vuelta de tuerca, los influencers han decidido que lo cool es no usar filtros: lo que ves es lo que hay, y esta tendencia genera una mayor demanda de estos tratamientos que se centran en mejorar la calidad de la piel y en producir un efecto buena cara”, explica Leo Cerrud, quien enumera cuáles son los tratamientos más recomendables, según la franja de edad, para adecuarse a esa tendencia good selfie:
-De los 18 a los 25 años: peelings y mascarillas personalizadas.
-De los 25 a los 35 años: peelings, mascarillas y vitaminas
-De los 35 en adelante: peelings, mascarillas, vitaminas y radiofrecuencia.
-Para las imperfecciones, a cualquier edad: microneedling (una técnica que actúa en las capas más profundas de la piel, favoreciendo la estimulación dérmica para potenciar la producción endógena del colágeno cutáneo).
Por otro lado, también hay principios activos de belleza que aseguran ese efecto “buena cara” y que se pueden encontrar tanto en algunas formulaciones cosméticas como formando parte de los muchos de los tratamientos que se aplican en los centros de estética. De ellos habla Ana Puelles, especialista en estética y copropietaria de Estética Lostao (www.esteticalostao.com): “Hay principios que aportan a la piel un extra de luminosidad y fuerza, haciendo que hasta los rasgos más cansados ‘espabilen’. Entre estos activos destacan el dimetilamino etanol (DMAE), un complejo nutriente que tiene un efecto reafirmante tanto instantáneo como duradero: de forma inmediata, mejora la apariencia de la piel flácida, reafirma, tonifica, alisa, redefine los contornos y esculpe la zona del mentón y la mandíbula. Pero, además, a la larga, rellena las líneas y las arrugas”.
Otro activo “pro selfie” es el hamamelis virginiana, “un ingrediente extraordinario para reducir las rojeces de la piel, así como para cerrar poros y tonificar las pieles más grasas”.
El extracto de hoja de camelia ha formado parte de las recetas de belleza de las mujeres asiáticas desde la antigüedad y ahora se sabe que aporta a la piel un cóctel de vitaminas (A, B y E) y ácidos grasos esenciales, hidratando a la piel en profundidad y de forma duradera. “Y, por supuesto, la vitamina C, insuperable a la hora de producir colágeno. Penetra muy rápidamente en la piel, ilumina, reafirma y tensa de manera inmediata”, comenta Ana Puelles.
Cuidado interior: las claves de la Nutricosmética
La otra fase (que puede ponerse en marcha antes, durante o después de los tratamientos de medicina estética, ya que aquí el orden de los factores no altera el producto) del “plan plus” de cuidados consiste en recurrir a las fórmulas de belleza interior o lo que es lo mismo, la Nutricosmética, esto es, los productos o preparados que, ingeridos por vía oral, tienen un efecto beneficioso no solo para la piel sino también para el cabello, ciertos procesos metabólicos (retención de líquidos, acúmulos de grasas) o las uñas, entre otros. Su principal cometido es aportar al organismo elementos que no se obtienen a través de la alimentación. Uno de los “frentes” en los que la cosmética interior resulta más eficaz es en la lucha contra el envejecimiento. Tal y como explica Amil López Viéitez, farmacéutica, nutricionista y creadora del método Dieta Coherente (www.dietacoherente.com), “la Nutricosmética se define como la cosmética que nutre desde el interior. Y es que, ¿por qué limitarse a cuidarse por fuera cuando también puede hacerse por dentro? En el caso de los cuidados antiedad, a partir de los 30 años se va reduciendo la síntesis de colágeno (estructural) y ácido hialurónico (hidratación), por lo que se aconseja introducir en la alimentación un complemento nutricional a base de ambas sustancias y también de antioxidantes, para frenar el paso del tiempo”.
La variedad de opciones e indicadiones nutricosméticas que se pueden encontrar en la farmacia es cada vez mayor, pero es importante tener en cuenta las características y el “manual de uso” de este tipo de productos:
-Cóctel de ingredientes. La mayoría de ellos están formulados a base de micronutrientes naturales, como las vitaminas A, C y E, que, además de sus propiedades antioxidantes, estimulan la formación de colágeno y elastina por parte del organismo y ayudan a mejorar la elasticidad de la piel, o las del grupo B, directamente implicadas en la firmeza y elasticidad de la piel, el cabello y las uñas. También incluyen minerales (zinc, cobre, calcio, selenio) y otros ingredientes como la coenzima Q10.
-Mecanismo de acción. La principal “seña de identidad” de estos productos es que actúan de dentro hacia afuera. Por ejemplo, en el caso de los que están formulados para mejorar el estado de la piel, los activos llegan a toda la epidermis de forma uniforme, dando lugar a efectos que van desde la reducción o minimización de arrugas a una mayor uniformidad a la pigmentación (eliminando las manchas), pasando por la restauración de la elasticidad perdida o la prevención del fotoenvejecimiento. De forma similar “trabajan” los nutricosméticos diseñados para mejorar el estado del cabello o evitar la caída (actuando a nivel del folículo piloso) o de las uñas (fortaleciendo la capa de queratina, por ejemplo).
-Distintos formatos. Se pueden encontrar en forma de cápsulas, pastillas, comprimidos, preparados en polvo, viales, ampollas y versiones bebibles. Hay para todos los gustos y necesidades.
-Posología pautada. La periodicidad y frecuencia con la que hay que consumirlos depende del tipo de producto (cada uno tiene sus pautas específicas al respecto), pero por regla general suelen estar formulados para ingerirse entre 1 y 3 veces al día, habitualmente antes de las comidas y acompañados de un vaso de agua.
-Tiempos y efectos. La mayoría de los nutricosméticos se presentan en formatos “tratamiento”, pensados para ser consumidos durante un periodo de tiempo concreto, que varía en función del producto. En algunos, se recomienda hacer un “descanso” (de una semana a un mes, según el producto) antes de iniciar un nuevo tratamiento. En el caso de los nutricosméticos formulados para mejorar el estado de la piel, retrasar el envejecimiento, etc, se recomienda ingerirlos en la dosis pautada durante un mínimo de 3-4 meses.
-Siempre, en compañía de otros. Al igual que en el resto de las soluciones y productos cosméticos, el resultado final depende del “trabajo en equipo”, es decir, la ingesta de nutricosméticos debe siempre integrarse en la rutina diaria, como un paso más. Por otro lado, no hay problema en mezclar nutricosméticos de distinto tipo y, de hecho, algunos expertos aconsejan buscar la sinergia entre diferentes activos para así potenciar los efectos con dosis menores. Eso sí: nunca hay que olvidar que estos productos son suplementos, por lo que hay que tener cuidado de no sobrepasar las dosis diarias recomendadas de vitaminas y minerales.