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Si notas que tus tobillos están más hinchados de lo normal y tienes episodios de ahogo y fatiga que empeoran por la noche, no lo dudes y acude al especialista para que te realice una eco doppler, una prueba no invasiva que calcula el flujo de la sangre en los vasos sanguíneos y que ayuda a diagnosticar o descartar una patología de base como la insuficiencia cardíaca, cuya posibilidad de sufrir se dobla con cada década de la vida a partir de los 45 años.
La insuficiencia cardíaca es una enfermedad crónica y progresiva del corazón que le impide bombear suficiente sangre al resto del cuerpo, lo que provoca dificultad para respirar, fatiga y edema de tobillos. Este edema es fácil de reconocer, ya que la inflamación del tejido bajo la piel la vuelve estirada o brillante y deja un hoyuelo llamado fóvea después de presionarla varios segundos.
¿Cómo se forma el edema?
Además del sistema circulatorio sanguíneo, el cuerpo también está equipado con un segundo sistema de circulación, llamado circulación linfática. Se trata de vasos linfáticos que se encargan de parte del retorno venoso, al devolver un líquido rico en proteínas y glóbulos blancos, llamado linfa. Los vasos linfáticos ayudan a depurar parte de los desechos tisulares cuando la circulación venosa (retorno venoso) no es suficiente. Sin embargo, los vasos linfáticos se cargan rápidamente. Esto da como resultado una obstrucción linfática (o retención de agua), que es la acumulación de líquidos en el espacio entre las células del tejido debajo de la piel, también conocido como edema. Aunque puede formarse en cualquier parte del cuerpo, el edema se produce con más frecuencia en las manos, los brazos, los pies, los tobillos y las piernas.
Insuficiencia Cardíaca.
Síntomas “in crescendo”
Síntomas “in crescendo”
Además del edema de tobillos y la sensación de hinchazón abdominal, el síntoma universal de la insuficiencia cardiaca es la disnea o sensación de falta de aire, que se pone de manifiesto durante el ejercicio físico y, en los casos más graves, empeora con el reposo (disnea de reposo), con la posición de decúbito o de forma brusca por la noche (disnea paroxística nocturna). Todos estos síntomas, incluido la fatiga, se derivan de una disminución del aporte de oxígeno a los tejidos, debido a un descenso del gasto cardiaco, y a los mecanismos compensadores, que tienden a aumentar las presiones intravasculares y provocar síntomas de congestión.
Además de provocar un deterioro progresivo del corazón que limita la capacidad de bombear suficiente sangre al resto del cuerpo, puede cursar con episodios de descompensación o empeoramiento de los síntomas con mareos, pérdida del conocimiento, taquicardias, etc. “Todos síntomas que agravan visiblemente la calidad de vida del paciente y hacen que reingrese continuamente en el hospital”, explica Maite San Saturnino, presidenta de la Asociación de Pacientes Cardioalianza. A ello se suma el que los pacientes con insuficiencia cardíaca presentan una alta carga de comorbilidades cardiovasculares y no cardiovasculares asociadas, principalmente insuficiencia renal, hipertensión arterial (HTA), diabetes y obesidad, que obligan a tratar la enfermedad de forma multidisciplinar. El enfoque inicial de cualquier tratamiento para la insuficiencia cardiaca siempre debe controlar la hipertensión o la diabetes y recuperar el caudal de riego sanguíneo. El tratamiento de la insuficiencia cardíaca suele ser a base de medicamentos diuréticos, que mejoran los síntomas congestivos y rebajan la hinchazón o la congestión pulmonar. Los fármacos dilatadores reducen la carga con la que debe trabajar el corazón, aumentan su rendimiento y rebajan la tensión arterial. Los betabloqueantes disminuyen las pulsaciones y mejoran el pronóstico vital (son imprescindibles si la función del corazón está disminuida).
Para evitar edemas es bueno realizar ejercicio moderado, controlar el peso, seguir una dieta baja en sal y pobre en grasas, controlar la ingesta de líquidos y reducir el alcohol.
Otras causas tras un edema
Además de a una insuficiencia cardíaca, son muchas las causas a las que se puede achacar un edema:
- Algunos casos leves de edema se pueden producir por la ingesta excesiva de comida salada o por sedentarismo.
- A menudo se produce como consecuencia del consumo de medicamentos, como los que se usan para la hipertensión arterial, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), medicamentos esteroides y/o determinados estrógenos.
- También se pueden formar a causa de un embarazo o como síntoma premenstrual.
- Por la existencia de una enfermedad preexistente como la insuficiencia cardíaca, una insuficiencia venosa crónica (en la que las válvulas unidireccionales de las venas de las piernas se debilitan o se dañan, lo que permite que la sangre se acumule en las venas de las piernas y provoque hinchazón), una enfermedad renal (el exceso de líquido y de sodio en la circulación puede causar edema), o una cirrosis hepática (el líquido puede acumularse en la cavidad abdominal (ascitis) y en las piernas debido a daños en el hígado).
- Por daño renal en los diminutos vasos sanguíneos que hacen el filtrado en los riñones y que puede causar el síndrome nefrótico, caracterizado por una disminución de los niveles de proteína (albúmina) en la sangre que puede producir acumulación de líquidos y edema) opor daños en el sistema linfático.
- Por último, una deficiencia extrema de proteínas en la dieta por un período de tiempo prolongado puede provocar acumulación de líquido y edema.