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“Me han salido unas erupciones en la piel que me producen un picor intenso y que no me dejan dormir. Fui al médico y me ha diagnosticado una dermatitis atópica. Estoy muy nerviosa porque no mejoro con el tratamiento. Tengo 51 años, ¿a mi edad es normal tener dermatitis atópica?” Nos escribe… Patricia (Barcelona)
La dermatitis atópica o eccema es una enfermedad que puede manifestarse a cualquier edad y provoca enrojecimiento de la piel y picazón. Es frecuente en niños, pero puede manifestarse a cualquier edad. Se trata de un trastorno crónico y suele exacerbarse periódicamente. Aunque los niños son los que más sufren este tipo de eccema, no son los únicos. Se estima que, en países industrializados, alrededor del 10% de los adultos también lo padecen. Algunos la han sufrido durante toda su infancia y adolescencia, pero en otros aparece por primera vez cuando son adultos. Inicialmente se produce por una piel demasiado porosa, debido a factores genéticos. Las personas con eccema suelen tener la piel muy seca y, por este motivo, no cumple con su función de bloquear los factores externos que la perjudican.
El estrés, factor agravante
El 82% de los pacientes piensa que el eccema atópico está relacionado con el estrés y aunque es cierto que puede ser un factor agravante, no es la causa inicial. Tampoco se trata de una enfermedad psicosomática, aunque afecte al estado psicológico de una persona y a su estado de ánimo, tanto por la obsesión constante que produce el picor como por el miedo a cómo te vean los demás. La piel y el tacto son parte esencial de nuestras relaciones sociales y la aparición de manchas rojas puede despertar aprensión en personas que no padezcan esta enfermedad, ya sea porque piensen que pueda ser contagiosa o un indicio de mala higiene. Ideas y prejuicios como este pueden afectar tanto a la vida profesional como a la personal.
Estrategia de evitación y tratamiento
En pacientes con eccema atópico, la primera estrategia a poner en práctica es la evitación de ciertos alimentos que puedan estar implicados. Una vez detectados y eliminados los factores desencadenantes, el tratamiento habitual es con corticoesteroides (tópicos o sistémicos), antihistamínicos sistémicos (algunos de ellos sedantes), cremas hidratantes y antibióticos. Dado que el eccema atópico es una afección crónica de la piel, la clave para llevar a cabo un tratamiento con éxito es la regularidad. Es importante estar atento y en constante búsqueda de nuevos parches de sequedad que puedan precisar de un tratamiento a base de cremas con corticoides, así como ser extremadamente meticuloso en la rutina de mantenimiento. Para el lavado diario, es mejor usar agua tibia y una crema limpiadora sin jabón o syndet, y después hidratar la piel con un emoliente formulado específicamente para la piel con tendencia atópica.