Párkinson en jóvenes: un 15% de los pacientes no supera los 45 años

El 11 de abril se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo y crónico cuya manifestación más común es la dificultad para realizar movimientos voluntarios.

Esta enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva, recibe su nombre del médico James Parkinson, que la describió por primera vez en 1817. Pertenece a los llamados trastornos del movimiento y se caracteriza por la pérdida o degeneración de neuronas en la sustancia negra, una estructura situada en la parte media del cerebro. La Federación Española de Parkinson explica que esta pérdida provoca una falta de dopamina en el organismo, una sustancia que transmite información necesaria para que realicemos movimientos con normalidad, lo que provoca que el control de estos se vea alterado, dando lugar a los síntomas motores típicos como el temblor en reposo o la rigidez.

Según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España padecen párkinson entre 120.000 y 150.000 personas, lo que la convierte en la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente tras el Alzheimer. La enfermedad está ligada a la edad: el mayor número de casos se diagnostica entre los 60 y 70 años, aunque no es una enfermedad exclusiva de las personas mayores y un 15% de los pacientes no supera los 45 años.

Diagnóstico, no siempre certero

Lo más frecuente es que el párkinson se presente con el temblor de una extremidad en reposo como primer síntoma. En estos casos no suelen producirse retrasos en el diagnóstico, pero el temblor puede estar ausente hasta en un 30% de los pacientes y cuando aparecen como síntomas iniciales la depresión o rigidez por ejemplo, suele achacarse a otras causas y producirse un retraso en el diagnóstico. Esto hace que en muchos casos las terapias se inicien cuando ya existe una pérdida de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra haciendo que su eficacia sea menor.

Síntomas más comunes

MOTORES

·         Temblor en reposo

·         Rigidez

·         Lentitud de movimientos (bradicinesia)

·         Inestabilidad postural

NO MOTORES

·         Trastornos del sueño

·         Alteraciones del olfato (hiposmia)

·         Depresión o apatía

·         Problemas de memoria

·         Estreñimiento

·         Alteraciones urinarias

·         Disfunción sexual

¿Cómo se trata?

En la actualidad se dispone de un número considerable de fármacos que consiguen mejorar los síntomas de la enfermedad y, por lo tanto, mejorar la calidad de vida de los pacientes. Cuando las terapias farmacológicas dejan de ser efectivas, existen otras opciones como el tratamiento quirúrgico con implante de electrodos en el cerebro, o los sistemas de infusión continua de levodopa o apomorfina.  También hay que contemplar tratamientos alternativos no farmacológicos como la terapia ocupacional o las encaminadas a mejorar el trastorno del lenguaje como la disartria (alteración en la articulación de las palabras). El ejercicio físico ayuda a ralentizar la progresión de la enfermedad.

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Redacción Consejos

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