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Además de ser el mecanismo que permite regular la temperatura del cuerpo, el sudor constituye la primera barrera de defensa cutánea y es un indicador de nuestras emociones, al activarse en respuesta a determinados estados nerviosos y situaciones de estrés. Pero, además, el sudor también puede ser la manifestación de alguna enfermedad como la diabetes, problema de tiroides, infección e incluso de un ataque cardíaco, de ahí que valore como una prueba de detección más para el diagnóstico de determinadas enfermedades.
Compuesto por agua, sales, minerales, sustancias orgánicas, lactato y urea, la principal función del sudor es la de mantener la temperatura del cuerpo constante mediante la evaporación, por lo que constituye todo un termorregulador natural que se activa ante la subida de los termómetros, ante estados febriles o cuando algo no va bien, como por ejemplo, si se está produciendo un ataque cardíaco, una hipoglucemia o existe un problema de tiroides, diabetes, algún trastorno del sistema nervioso, o ante situaciones de amenaza y estrés y frente a determinados estados emocionales.
Por qué huele mal
Aunque todo el cuerpo puede sudar, las zonas más afectadas son las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la cara. Normalmente el sudor es inodoro, reservándose el mal olor a determinadas zonas como las axilas o la zona del pubis, donde hay unas glándulas sudoríparas especiales que secretan con el sudor una serie de ácidos grasos y proteínas que fermentan por la acción de las bacterias que hay en la piel. En el caso de los pies, el mal olor no está producido por estas glándulas sudoríparas, sino por los zapatos y las bacterias que pueden entrar en el calzado y mezclarse con el sudor de los pies.
Antitranspirantes vs desodorantes
La Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) establece la diferencia que existe entre antitranspirantes o antisudorales, que inhiben la sudoración, y los desodorantes, que tratan de minimizar el olor. Actualmente los productos comercializados tienen ambas propiedades y emplean habitualmente sales de aluminio en forma de aplicación tópica que en ocasiones pueden irritar la piel.
Sudoración anormal
Cuando llega el verano, los desodorantes que sirven para todo el año pueden resultar insuficientes y precisar de varias aplicaciones. El problema viene cuando se suda en exceso o cuando el olor que genera es difícil de combatir. En el primero de los casos hablamos de hiperhidrosis o exceso de sudoración, condición que se debe a la presencia de glándulas sudoríparas hiperactivas, y que puede ser generalizada o localizada. Cuando la sudoración excesiva afecta a las manos, pies y axilas, se llama hiperhidrosis focal. Para estos casos, según explican desde la AEDV, el tratamiento se basa en medicamentos anticolinérgicos (la sudoración se produce por liberación de una sustancia que se llama acetilcolina y los anticolinérgicos son sustancias que actúan sobre ella); la técnica de la iontoforesis, que consiste en «inyectar en la piel» sustancias a partir de una corriente eléctrica que pasa a través del agua desde un polo eléctrico a la piel; la toxina botulínica, muy eficaz a nivel axilar y palmar, pero que tiene como inconveniente su precio, el dolor que provoca la infiltración y la necesidad de realizar entre dos y tres tratamiento al año; la simpatectomía transtorácica, que consiste en eliminar los ganglios encargados de estimular la sudoración de axilas y manos; la cirugía local, que elimina las glándulas sudoríparas a través de un curetaje subcutáneo; y el láser, que elimina las glándulas sudoríparas por calentamiento.