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Empoderamiento, body positive o body positivity… Son términos que han acabado por imponerse ante la necesidad de “amar el propio cuerpo tal y como es” y contrarrestar así los exigentes cánones de belleza de una sociedad perfeccionista y cicatera, a la que no se da tregua en lo que se refiere a kilos y envejecimiento. Sin embargo, los expertos recuerdan que esta nueva moda es heredera de la anterior y que la solución al problema pasaría por ver el propio cuerpo de una forma neutral, más allá de valoraciones físicas: así nace el body neutrality.
La irrupción de las redes sociales y su apertura a cientos de influencers deseosas de mostrar al mundo “sus encantos”, consagraba el culto al cuerpo entre muchas seguidoras, minando su autoestima y obsesionándolas con el cuerpo perfecto. En este contexto surgía el body positive, un movimiento que pretendía empoderar a las mujeres “curvies” desafiando y cuestionando los cánones de belleza impuestos por una sociedad perfeccionista. Así, defendiendo la aceptación de todos los cuerpos, independientemente de su peso, tamaño, género, raza, o aspecto, el body positive nacía como contraposición al body shaming, la crítica negativa y destructiva hacia “cuerpos defectuosos” que no cumplían con los estándares de belleza impuestos.
Pero ante la rebelión de quienes se han cansado de poner el cuerpo en el punto de mira y para contrarrestar el paroxismo al que han llegado las campañas de marketing centradas en la “moda curvie”, en los últimos tiempos ha surgido con fuerza un nuevo movimiento eminentemente femenino (aunque también tiene seguidores masculinos): el body neutrality, tras el cual se esconde un ejercicio titánico por pasar por encima de modas y tendencias y que promueve una forma “neutral” de relacionarse con el propio cuerpo.
Contra la positividad tóxica
Los defensores del body neutrality explican que el body positive da a la autoestima una prioridad vital, pero segmentada, al seguir poniendo el foco en el cuerpo. Sin contar con que pensar siempre en positivo puede convertirse en una suerte de “positividad tóxica” e irreal, ya que aceptarse es ver tanto lo positivo como lo negativo. Así, al igual que una relación negativa con nuestro cuerpo y nuestra apariencia física puede ocasionar graves problemas de salud, como trastornos de la conducta alimentaria o trastornos de la percepción de la propia imagen, una relación excesivamente positiva con el cuerpo entronca con la misma raíz del problema.
El body neutrality en cambio, impulsa un nuevo modelo en el que el canon estético no está en el centro, sino que “neutraliza” nuestra relación con el propio cuerpo sin caer en positivismos tóxicos, viendo el cuerpo como algo neutro, sin alabarlo, sino aceptándolo como es y sin obligarse a quererlo constantemente. Y viéndolo siempre desde una dimensión útil y que forma parte de nuestra historia personal: unas estrías nos hablan de un embarazo pasado, unas piernas robustas nos sirven para correr y unas arrugas nos hablan del tiempo vivido… aceptar estas “huellas de la vida” en nuestro cuerpo nos debe llevar a amarlo tal y como es.
Amar siempre nuestro cuerpo, ¿una tiranía?
Muchas mujeres se han cansado y han alzado la voz en contra del body positive, que les exige ser felices con sus cuerpos para encajar en una sociedad que, realmente, no las ha aceptado, y en cambio se han convertido en abanderadas del body neutrality. Es el caso de Tania Llasera cuando afirma que “el body positive está bien, pero la neutralidad corporal me parece más acertada en mi caso. No es quererse a la fuerza, es aceptarse siempre». Y otra de las grandes defensoras del movimiento body neutrality es la actriz Jameela Jamil, que propone reducir la importancia dada históricamente a la apariencia física, dejando de asociar el valor de una persona a la belleza.
Es importante tener en cuenta que, si una persona tiene inseguridades difíciles de afrontar acerca del propio cuerpo, debe trabajarlas con ayuda profesional. Normalmente la dificultad de aceptar el propio cuerpo está relacionada con la dificultad de aceptarnos a nosotros mismos. Y la aceptación tiene que ser integral.