En personas obsesivas, monitorear la actividad física, la alimentación y el sueño con relojes inteligentes puede ser una lanzadera para la aparición de tres trastornos que comparten el mismo denominador común: la vigorexia u obsesión por el ejercicio físico, la ortorexia u obsesión por la comida sana y la ortosomnia u obsesión por conseguir el sueño perfecto. Detrás de todos ellos late el mismo aliento: el perfeccionismo y una obsesión por la vida sana llevada a sus últimas consecuencias.
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Muchos estudios clínicos han constatado los efectos positivos que las mediciones y rastreos de relojes y pulseras inteligentes de cuidado personal, pueden aportarnos a la hora de adelgazar, comer saludablemente, mejorar marcas, etc. Sin embargo, en personas predispuestas y perfeccionistas se ha comprobado que pueden ser también un “talón de Aquiles” para el desarrollo de trastornos obsesivos caracterizados por la insatisfacción corporal y el perfeccionismo, como la ortorexia (obsesión por la comida sana), la vigorexia (obsesión por el deporte y la superación de marcas), y en los últimos tiempos, asociado al crecimiento de los problemas de insomnio relacionados con la pandemia de COVID-19 y el confinamiento, de ortosomnia u obsesión por alcanzar el sueño perfecto.
El sueño en tu reloj
Es lo que le puede ocurrir a quienes han adquirido una pulsera cuantificadora o un reloj inteligente de última generación, que monitoriza el sueño y todas las variables que le acompañan a través del movimiento (gracias a un sensor de movimiento y mediante un proceso llamado actigrafía, se traducen los movimientos de la muñeca en patrones de sueño). Estos relojes son capaces de medir los porcentajes del sueño, el ritmo cardíaco (rastrean los cambios de latido en la frecuencia cardíaca, conocidos como variabilidad de la frecuencia cardíaca), las gráficas de las interrupciones del sueño, etc. Sin embargo, los expertos insisten en que estos dispositivos son incapaces de discriminar con precisión las etapas del sueño, ya que la tecnología no permite diferenciar entre sueño ligero y profundo y el software podría interpretar como sueño momentos de inmovilidad en los que se está leyendo en la cama o sin moverse.
Esos dispositivos también pueden medir el nivel de estrés, utilizando los datos de la frecuencia cardíaca para determinar el intervalo entre cada latido (gracias a un sensor de pulso, su tecnología permite llevar un registro del funcionamiento del corazón).
Cuidado con la ansiedad del sueño
Tecnología aparte, obsesionarse con el sueño puede producir lo que se conoce como “ansiedad del sueño”, una especie de “efecto rebote” que impide que nos relajemos y durmamos mejor, ya que “no lograr las 8 horas de sueño que indica tu reloj, podría producirte más ansiedad que afectará más a tu sueño”. Esto es especialmente peligroso en pacientes con insomnio crónico, en los que la preocupación excesiva por el sueño causa ansiedad y bajo estado de ánimo, lo que conduce a más insomnio.
Por lo tanto, aunque estos dispositivos son herramientas que bien utilizadas pueden ayudar a entender la importancia de acostarse y levantarse a horas adecuadas, según los expertos, dependiendo de la personalidad de quien las utilice, pueden fomentar ese control y exigencia excesivas en personas predispuestas, y generar ansiedad. Por eso, si sospechas que puedes tener un trastorno del sueño, debes acudir al médico para que te derive a una clínica especializada del sueño donde realizarte un estudio del sueño o polisomnografía, prueba en la que durante una noche o dos, diferentes equipos miden las etapas y ciclos de sueño y utilizan toda esta información para evaluarlo y diagnosticar cualquier trastorno. Este análisis detallado y el uso de la monitorización de las ondas cerebrales es la razón por la que la polisomnografía es la mejor herramienta para evaluar el sueño, ya que los monitores de sueño de smartwatches y pulseras cuantificadoras no pueden analizar nuestra actividad cerebral para identificar adecuadamente nuestro estado de sueño-vigilia.