Nervios, llantos, reticencias varias…. Todos los años, por estas fechas, miles de estudiantes vuelven a llenar las aulas, lo que supone cortar radicalmente con ese estilo de vida estival al que tanto cuesta renunciar. Una preparación adecuada, una buena actitud tanto de los padres como de los niños y un perfecto conocimiento de la realidad escolar son las claves para iniciar el curso sin problemas y con muy buen pie.

Los más pequeños de la casa también padecen su particular síndrome, el de “la vuelta al cole”, cuyo componente emocional a menudo queda eclipsado por otras cuestiones más prosaicas como el coste medio por familia de la equipación escolar o la necesidad de tener todos los libros a punto. La mayoría de los niños sufre un corte brusco en su rutina y pasan de un día para otro de la despreocupación propia del periodo vacacional a tener que ajustarse a una rutina y una disciplina más o menos rígidas. Ello favorece una serie de situaciones que, si no se resuelven adecuadamente, pueden marcar de forma negativa el inicio del curso. Para evitarlas, los expertos coinciden en destacar la importancia que tiene llevar a cabo  una serie de actitudes preparatorias (ajuste de los horarios de irse a dormir, reducir el tiempo de ocio, preparación del material escolar…). Y es que, cuando se trata de la vuelta al cole, la improvisación no vale.

La psicóloga Laura García Agustín, especialista en niños y directora del Centro Clavesalud, de Madrid, incide en la importancia de que tanto los padres como los hijos se preparen adecuadamente para este momento, y para ello propone seguir una serie de pautas:


-Los días previos:
“Lo primero que hay que hacer es prepararle los días anteriores, ‘vendiéndole’ el tema de forma muy positiva; es decir, anticipándole lo bien que se lo pasará, lo divertida y agradable que será su profesora, la cantidad de amiguitos que hará, todo lo que va a aprender, etc”, explica la experta.

 Salud , Farmacia , Psicología , Belleza, MedicamentosAhí van algunas ideas para poner en práctica durante esta etapa:
*Preparar juntos la mochila, los cuadernos, los lápices, etc.
*Implicarle en el forrado de los libros, la elección de etiquetas…
*Habilitar en la habitación un espacio específico para su material escolar.
*Contarle cosas de la época en la que nosotros íbamos al cole…
*Así mismo, es importante tratar el tema de forma natural, como algo cotidiano y sin darle al acontecimiento más trascendencia de la que tiene.
*En cuanto a las actitudes a evitar, algunos expertos desaconsejan esa costumbre que tienen algunos padres de intentar que los niños aprendan por adelantado los contenidos del curso que van a iniciar, iniciando por su cuenta las primeras lecciones: lo mejor es que vaya a su ritmo.
 
-El “día D”: La jornada en la que empieza el cole exige una “logística” un poco más especial que la de los días corrientes. “El día de la vuelta al cole propiamente dicho, todo el mundo tiene que levantarse a tiempo, ya que se trata de una jornada especial, y, por ejemplo, hay  desayunar con alegría ‘porque vamos al cole’. Nada de prisas ni de enfados. Es muy importante que los padres estén alegres ya que de este modo ayudan al niño a estarlo también. En caso de que el niño lloriquee, lo mejor es ignorar las lágrimas y distraerle con otras cosas positivas”, recomienda García Agustín.

La psicóloga insiste en la importancia que tiene la actitud de los padres en estos momentos. “Una vez en la puerta del colegio, hay que dejar al niño cuanto antes. No hay que esperar a que entre a clase porque si nos ve en la puerta es más probable que quiera volverse. Los padres han de comportarse como si estuvieran seguros de que todo va a ir bien y pensar que el niño va feliz al colegio. En estas circunstancias, es clave que los padres se muestren alegres y seguros y que transmitan confianza y seguridad. En este sentido, es muy importante cuidar las actitudes y el lenguaje, hablando bien del cole y no prestando especial atención a las quejas de los pequeños”.


El niño y el cole: cuestiones clave


-¿Convine cambiar la composición de las clases cada dos años, por ejemplo, o es mejor que los compañeros sean los mismos a lo largo de toda la etapa (Infantil, Primaria….)?
Según la psicóloga Laura García Agustín, “es mucho más productivo para los niños que los compañeros sean los mismos el mayor tiempo posible, ya que ello les ayuda a consolidar su autoestima y su nivel de confianza y seguridad. Hay que tener en cuenta que en el colegio se establecen lazos y apoyos muy potentes desde muy pequeños, los cuáles van a suplir el de los padres, ausentes en el aula.

-Empieza en un cole nuevo, ¿se adaptará bien?
Tal y como explica la psicóloga María Jesús Álava Reyes, en estos casos la adaptación depende de la etapa escolar en la que se encuentre el niño.”Cuando están en Infantil no suele costarles demasiado el cambio y, además, muchos de ellos cambian de centro al entrar en Primaria y se adaptan  perfectamente a la nueva situación. Creo que cuando el niño está en Primaria es el momento idóneo para realizar el cambio, ya que en torno a los 6 años, desde el punto de vista emocional, las bases del carácter ya están establecidas, lo que le permite afrontar mejor el cambio y adaptarse sin problemas a la nueva rutina colegial”. Más difícil puede resultar la adaptación en Secundaria. “A estas edades, muchos niños siguen siendo unos críos que tienen que compartir clase con otros de 17-18 años, por lo que, si el colegio no está muy encima de ellos pueden ‘relajarse’ en exceso. Es muy importante en estos casos que el colegio se adapte realmente a las características del niño”, señala la experta.

-¿A partir de qué edad es aconsejable que aprenda otro idioma?

Cuanto antes, mejor. Según una reciente investigación  llevada a cabo por expertos de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados de Trieste (Italia) y publicada en la revista Science, los niños que están expuestos a dos idiomas a muy corta edad son más flexibles a la hora de aprender nuevas estructuras relacionadas con el habla (esto es, tienen más facilidad para adquirir informaciones nuevas) que aquellos que solo aprenden una lengua. Por eso, para los más pequeños, aprender dos idiomas les resulta tan fácil como sólo aprender uno. Pero, además, el estudio apunta a que el multilingüismo favorece las interconexiones cerebrales, previniendo de esta forma problemas cognitivos futuros.

-¿Hasta qué punto hay que ayudarle a hacer los deberes?

“Si un padre se sienta al lado de su hijo día tras día, le anima o le amenaza para que se esfuerce más o hace él parte de los deberes es que algo va mal”, explica el psicólogo clínico norteamericano Peter Jaksa en su libro “25 errores que cometen los padres” (Amat Editorial). En estos casos, el experto recomienda establecer una rutina y un tiempo de estudio regular, para que el niño tenga una estructura y orden, comprobando en qué condiciones trabaja mejor (algunos necesitan privacidad mientras que otros prefieren hacerlo en la mesa de la cocina, cerca del adulto). Lo importante, en opinión del experto, es que el niño sea plenamente consciente de que los deberes son responsabilidad suya y que los padres les ayuden puntualmente, pero siempre manteniendo la calma (en este sentido, es importante que el padre que se encargue de ello sea el que tiene más paciencia).


Profe bueno, profe malo…


En no pocas ocasiones, la relación del niño (o de los padres) con el profesor puede dar lugar a conflictos  que dificultan la correcta integración en la vida escolar. Según la psicóloga clínica Kathleen Nadeau, una reconocida experta norteamericana en educación infantil, los mejores profesores muestran un verdadero interés por sus alumnos saben ser flexibles y atender las necesidades individuales y son claros en sus expectativas y organizados en su trabajo; alientan más que critican cuando un niño tiene dificultades; les encanta su trabajo y disfrutan enseñando; conocen bien las asignaturas que imparten y saben enseñarla creativamente. Pero, ¿qué ocurre si el profesor que le ha tocado a nuestro hijo este año no se ajusta o, peor aún dista mucho de las características que definen este “perfil ideal”? En primer lugar, hay que analizar con la mayor objetividad posible si las sospechas que tenemos de que puede que el profesor no sea más adecuado o las quejas de nuestro hijo tienen un fundamento real o se basan en una mera percepción. “Son los padres los que tienen la responsabilidad de controlar cómo se lleva su hijo con el profesor y ver los problemas que puedan surgir. Tener conversaciones regulares con el niño sobre cómo le ha ido el día en el colegio y mantener de vez en cuando reuniones con el profesor son suficientes para obtener la información necesaria”, señala Peter Jaksa en su libro. Según este experto, si se da el caso de que descubrimos que el niño tiene problemas como consecuencia de la relación con su profesor, lo más recomendable es ponerlo en conocimiento de la dirección del centro, pero en este sentido hay que tener siempre en cuenta dos situaciones posibles:  “El hecho de que a un niño no le guste  un profesor en particular no es razón suficiente para cambiar de maestro. Sin embargo, si al profesor no le gusta de verdad al niño, hay que pedir a la dirección del colegio un cambio para evitar posibles conflictos y los muchos mensajes negativos  que el niño podría recibir a lo largo del curso. Un mal profesor, o uno que no se lleve bien con un niño en particular, puede causar en el menor daños para toda la vida”, señala el experto.


¿Estará bien integrado? Pautas para confirmarlo


Tal y como explica el psicólogo Reynold Bean en su libro Cómo ayudar a sus hijos en el colegio (Editorial Debate), “es bastante normal que el niño se queje del colegio, pero hay que tener cuidado a la hora de interpretar sus quejas, y asegurarse de que no existe una razón de fondo que indique que algo va mal”. Sin embargo, y más importante aún que las quejas explícitas es estar atentos a determinadas señales que no suelen ir acompañadas de manifestación alguna por parte del niño y que, sin embargo, pueden ser muy indicativas de que éste lo está pasando mal en el colegio.

En caso de que aparezcan, el experto recomienda ponerse en contacto con el profesor:
*El niño no habla del colegio o responde con evasivas cuando se le pregunta por el tema. También si cuando se le pregunta por los resultados escolares responde de forma excesivamente emotiva.
*Deja de realizar actividades que anteriormente le encantaban.
*Nunca y en ninguna circunstancia se queja del colegio, e incluso lo reviste de un brillo positivo. “A veces, los niños tienen miedo de hablar de temas negativos contra los que están luchando por temor a abrir una caja de Pandora con la que no sabrían enfrentarse”.
*El niño empieza a plantear preguntas sobre sexo, drogas u otros temas importantes sin especificar de dónde surge tal interés. “Quizá se estén planteando problemas en el colegio que no desea tratar o sobre los que no desea confiar a los padres”.


A vueltas con las extraescolares


En su libro “25 errores que cometen los padres”, Peter Jaksa advierte del riesgo de estrés que puede implicar someter al niño a un exceso de actividades extraescolares. “El obligar a los niños desde muy pequeños a competir y prosperar a cambio de no tener tiempo de diversión y relajación con la familia y los compañeros puede añadir una sensación de insatisfacción emocional. ¿Jugar en un equipo de baloncesto realmente beneficia tanto al niño como alquilar una película, hacer palomitas y pasar una tarde en casa en familia?”, señala el experto.

En la misma línea se encuentra la opinión de la psicóloga Laura García Agustín. “Las actividades extraescolares son fantásticas para el crecimiento y maduración de los menores, porque estimula otras capacidades formativas fuera del aula. Ahora bien, como todo en la vida, hay que tenerlas en cuenta con moderación y elegirlas con sentido común para no sobrecargar al niño. Como norma general, más de dos actividades extraescolares regulares a la semana son demasiadas, ya que no se dejan al niño espacio para jugar, estudiar, interactuar con otros, descansar e, incluso, aburrirse”.


Por qué es tan importante que duerma bien

Una de las “pautas preparatorias” más importantes de cara a la vuelta al cole es restablecer unos horarios de sueño adecuados. Y es que cada vez son más las evidencias científicas que relacionan un sueño deficiente con distinto problemas que se presentan en la infancia.  Una de las investigaciones más recientes al respecto ha sido llevada a cabo por expertos de la Universidad de Pittsburgh, y en ella se ha relacionado la obtención de unas mejores calificaciones escolares con unos patrones de sueño regulares. Curiosamente, los autores comprobaron que la calidad del sueño afecta de forma directa al rendimiento en determinadas  asignaturas. Así, las mejores calificaciones en matemáticas e inglés se relacionaron con menos despertares nocturnos y un sueño más profundo. Por el contrario, se constató que cuanto más tardan los niños en quedarse dormidos y menos profundo es el sueño, peor es el rendimiento escolar en general y las calificaciones en particular.


Escuelas (y Universidades) de Padres. Muy buena ayuda


Cada vez son más los colegios y centros especializados que ofrecen la oportunidad de participar en lo que se conoce como “Escuela de Padres”. Básicamente, se trata de una puesta en común de los padres asistentes sobre los aspectos o situaciones que más les preocupan de la educación de sus hijos, obteniendo por parte de los profesionales que coordinan estos encuentros técnicas y estrategias para resolverlas satisfactoriamente. Uno de los centros que han puesto en marcha esta iniciativa es ISEP Clinic, red de centros especializados en psicología, en su centro de Barcelona, que ofrece la posibilidad de participar en una serie de sesiones semanales donde se abordan los distintos temas.
Más información en el teléfono 934308899

Partiendo de este concepto, el filósofo José Antonio Marina ha puesto en marcha recientemente universidaddepadres.net, un proyecto pedagógico que básicamente consiste en una universidad de padres on-line, cuyo curso empieza oficialmente el 1 de octubre de este año y que tendrá una duración de diez meses. El objetivo de esta universidad virtual, a la que se accede de forma gratuita, es servir de instrumento de ayuda a los padres en la educación de sus hijos. Los participantes pueden conectarse a la web cuando quieran (por ejemplo, los fines de semana) y, además, esta iniciativa les permitirá cambiar experiencias con otros padres que tengan problemas similares.
Más información en www.universidaddepadres.net


 

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