Según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente un millón de personas fallece por suicido en el mundo, y el número de tentativas suicidas es unas 10-20 veces mayor. Es decir, se produciría una muerte por suicidio cada 40 segundos y una tentativa cada 3 segundos. Concretamente, en nuestro país, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el año 2007, se suicidaron 3.263 personas.

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Según la Prof. Pilar Saiz Martínez, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, “estas cifras suponen un número de muertes similiar al de personas fallecidas en accidentes de tráfico e incluso superior al número de defunciones causadas por los conflictos bélicos”.

El Pacto Europeo sobre Bienestar y Salud Mental, celebrado en Bruselas, en Junio de 2008, establece cinco áreas prioritarias de acción en Salud Mental, la primera de las cuales hace referencia a la prevención de la depresión y de los comportamientos suicidas.

Entre las medidas prioritarias recomendadas se incluyen: incrementar la formación de los profesionales de la salud; restringir el acceso a los principales métodos suicidas; fomentar la concienciación sobre el problema a nivel comunitario y entre profesionales sanitarios y de otros sectores relevantes; implementar medidas para reducir los principales factores de riesgo asociados a los comportamientos suicidas (consumo excesivo de alcohol y drogas, depresión y estrés) y, por último, facilitar las medidas de soporte adecuadas a aquellas personas que hayan realizado tentativas suicidas o que de modo indirecto se hayan visto afectadas por ellas.

Factores de riesgo

Aproximadamente, en la mayor parte de los países en los que se ha estudiado el fenómeno del suicidio, las mujeres presentan mayores tasas de ideación suicida y de comportamientos suicidas. No obstante, según la Prof. Saiz “la mortalidad producida por estos actos es típicamente más baja en las mujeres que en los hombres. Las tentativas de suicidio son más frecuentes en las mujeres y los suicidios consumados lo son más en los hombres”.

“Aproximadamente, los varones consuman el suicidio con una frecuencia entre 2 y 4 veces mayor que las mujeres, mientras que éstas realizan intentos de suidio con una frecuencia 2-3 veces superior a la de los varones. Concretamente, en nuestro país, según datos del INE del año 2007, la tasa de suicidio por 100.000 habitantes fue de 11 para los hombres y de 3,5 para las mujeres”, comenta la Prof. Saiz.

Existen una serie de factores que podemos considerar como factores predictores de riesgo suicida, entre ellos estarían los siguientes: padecer un trastorno mental (siendo los señalados previamente los que se acompañan de un mayor riesgo), la presencia de ideación suicida, las verbalizaciones suicidas y la planificación del acto, los antecedentes personales de tentativa suicida (constituye el mejor factor predictor conocido hasta la fecha), el aislamiento social, los sentimientos de desesperanza, factores sociodemográficos entre los que se incluye el sexo masculino y la edad por encima de los 55-60 años, los antecedentes familiares de suicidio consumado, la presencia de factores estresantes agudos o crónicos (entre los que se puede incluir enfermedades físicas de tipo crónico o discapacitante), etc.

“El 90-95% de personas que se suicidan cumplen criterios de trastorno mental en el momento del suicidio”, según explica la Prof. Saiz hay que tener presente que todos los trastornos mentales incrementan el riesgo de suicidio en relación al de la población general, “pero dicho riesgo varía en función del trastorno mental padecido, de modo que los trastornos que se acompañan de mayor riesgo son los trastornos afectivos, la dependencia de alcohol y/o de otras drogas y las psicosis no afectivas”.

Actualmente, se está tratando de conocer mejor aquellos factores que pueden tener un papel protector evitando la comisión de dichas conductas, tales como la ausencia  de variantes genéticas que confieren susceptibilidad, presencia de soporte socio-familiar adecuado, tratamiento adecuado de la enfermedad de base, etc.El suicidio es un comportamiento determinado por factores bio-psico-sociales

Según la Prof. Saiz, “en el momento actual no existen dudas de que el suicidio es un comportamiento determinado por factores bio-psico-sociales. En los últimos años se ha realizado un gran esfuerzo investigador para tratar de conocer los posibles biomarcadores de este tipo de comportamiento y hasta la fecha los hallazgos más sólidos provienen de la presencia de niveles bajos de ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA), el principal metabolito de la serotonina, en el líquido cefalorraquídeo”.

En relación a las bases genéticas del suicidio, “el conocer cuáles son los genes responsables, en última instancia de este comportamiento es algo muy complicado, ya que el suicidio, como la inmensa mayoría de los trastornos mentales se incluyen dentro de lo que se denominan enfermedades genéticamente complejas (no se transmiten según un patrón de herencia mendeliana)”, asegura la Prof. Saiz.

“Dichas enfermedades tienen un claro componente genético (descrito en estudios de familia, gemelares y de adopción), pero la susceptibilidad para el comportamiento viene dada por el efecto combinado de muchos genes (genes de efecto menor) y de diversos factores ambientales actuando conjuntamente”, señala la Prof. Saiz.

Según la Prof. Saiz, la investigación genética en suicidio se ha centrado principalmente en el sistema serotoninérgico, “cuya implicación ha demostrado ser la más consistente hasta el momento, siendo el gen más estudiados y, con el que quizás se han obtenido más resultados positivos, el transportador de serotonina (SLC6A4)”. No obstante, señala que en los últimos años se han obtenido resultados prometedores con otros genes, como por ejemplo el del BDNF. Quizás uno de los hallazgos más destacables en los últimos años es el realizado por el grupo de Caspi que ha puesto de manifiesto que existe una interacción entre los comportamientos suicidas, los acontecimientos vitales estresantes y determinadas variantes polimórficas del gen del transportador de serotonina. Habiendo sido, este hallazgo, replicado posteriormente por numerosos grupos de investigación.

“No obstante, hay que señalar que estos posibles biomarcadores están aún en fase de consolidación y no se utilizan en la práctica clínica cotidiana”, afirma la Prof. Saiz.

Programas preventivos para reducir las tasas de comportamientos suicidas

La puesta en marcha de programas preventivos de diversa índole es fundamental a la hora de reducir las tasas de comportamientos suicidas. “Desgraciadamente, y a pesar de que el suicidio se ha convertido en uno de los focos prioritarios de la política sanitaria en la Unión Europea y de que la primera línea de estrategia en salud mental del Sistema Nacional de Salud, señala la prevención de suicidio en la población general como uno de los objetivos generales, la realidad es que en nuestro país existe una muy escasa implementación de programas de prevención de comportamientos suicidas, encontrándonos en el momento actual, en este apartado, muy por debajo de otros países europeos con desarrollo similar al nuestro”.

A pesar de los esfuerzos realizados para mejorar el conocimiento de cómo prevenir los comportamientos autolíticos, según la Prof. Saiz “la “predicción” de casos individuales de suicidio sigue siendo una tarea altamente compleja. No obstante, es labor de todas las personas implicadas en los cuidados de salud aportar su conocimiento y buen hacer para disminuir un problema de salud que genera tantas pérdidas no sólo humanas (con el sufrimiento que ello genera), sino de tipo económico (2.3% del total debido a enfermedades).

En este sentido, la Prof. Saiz afirma que “es necesario señalar y agradecer, que en los últimos años el suicidio ha empezado a tener cabida y a ser posicionado del modo que merece no sólo en foros específicos de suicidio, sino en foros y reuniones de más amplio alcance y en este sentido tanto la SEP como la SEPB, han sido ejemplos pioneros de incorporación de simposios específicos de comportamiento auto lítico en sus Congresos”.

Esquizofrenia

“En el caso de los trastornos esquizofrénicos son momentos de especial riesgo los primeros años de la enfermedad o las semanas subsiguientes a un alta hospitalaria”, añade la Prof. Saiz.

La esquizofrenia es un trastorno mental que sufren 400.000españoles, aproximadamente una de cada cien personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se diagnostican entre 15 y 30 nuevos casos por cada 100.000 habitantes. En la mayoría de las personas que desarrollan la patología, los primeros síntomas suelen manifestarse sobre los 22 años en los hombres y algo más tarde en las mujeres, alrededor de los 26 años de edad. Se trata de un trastorno complejo en el que están implicados numerosos factores como son genéticos, neurobiológicos, neuroquímicos, neuropsicológicos y ambientales. La etiología de esta enfermedad es multifactorial, y aunque ninguna causa es suficiente para explicarla, los factores genéticos parecen ser la más relevante.

En palabras del Dr. Miguel Bernardo, psiquiatra del Hospital Clínico de Barcelona, “el trastorno puede manifestarse de diferentes formas. Los síntomas iniciales son similares a los de la depresión: tendencia al aislamiento, disminución del rendimiento laboral o académico, desinterés por el cuidado personal o por las relaciones sociales, entre otros”. Actualmente, los síntomas a los que se atribuye mayor valor diagnóstico son los síntomas de primer rango o de Schneider: voces dialogantes o comentadoras y vivencias de influencia a nivel del pensamiento, sentimientos, voluntad y corporalidad.

Según el Dr. Iñaki Eguiluz, psiquiatra del Hospital de Cruces, Barakaldo, “el patrón clínico más característico es la cronicidad de una combinación de síntomas negativos (afecto aplanado, apatía, abulia, etc.), síntomas positivos (ideas delirantes, alucinaciones, trastornos formales del pensamiento, etc.), síntomas afectivos (en ocasiones difíciles de diferenciar de los síntomas negativos: anhedonia, embotamiento afectivo, etc.) y trastornos de la cognición”.

En su opinión “es imprescindible un diagnóstico rápido, con un inicio precoz del tratamiento farmacológico y psicoterapéutico. Asegurar el cumplimiento de la medicación, lograr mantener un adecuado ambiente familiar, luchar por no reducir el círculo social y alejarse del consumo de cualquier tipo de tóxico son objetivos primordiales en el tratamiento de la esquizofrenia”.

Problemas asociados al incumplimiento terapéutico

La falta de adherencia al tratamiento y el abandono total o parcial de la medicación es un problema importante en los pacientes con enfermedades psiquiátricas crónicas como la esquizofrenia. “El incumplimiento terapéutico puede deberse a distintas causas: la psicosis misma, la falta de conciencia de la enfermedad, los efectos adversos de los medicamentos o la falta de información sobre la necesidad de mantener el tratamiento”, asegura el Dr. Bernardo.

A pesar de que la falta de conciencia de la enfermedad o insight es la primera causa de abandono terapéutico, es un fenómeno multidimensional y gradual que no afecta por igual a todos los pacientes ni al mismo paciente en diferentes momentos evolutivos.

Se estima que casi un 40% de pacientes con esquizofrenia abandona el tratamiento durante el primer año y el 75% durante el segundo”. “Este dato es importante porque aproximadamente el 75% de los pacientes presentará una recaída entre los seis y veinticuatro meses tras abandonar el tratamiento antipsicótico y, además, el abandono de la medicación multiplica por cinco el riesgo de recaída”, asegura el Dr. Bernardo, para quien el incumplimiento terapéutico “ha hecho necesario disponer de medicamentos antipsicóticos de larga duración que se inyectan y aseguran una cobertura antipsicótica durante varias semanas, evitando las interrupciones del tratamiento”.

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Redacción Consejos

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