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Carme Chaparro nos desvela las claves del éxito de su primera novela, No Soy un monstruo y de la que acaba de publicar hace unos meses, La Química del Odio, y nos abre una ventana a su mundo profesional y personal.
Por Xoan Luaces
Rostro habitual de los informativos del grupo de comunicación Mediaset, tanto en Noticias Cuatro como en Informativos Telecinco, Carme Chaparro ha conseguido un éxito rotundo con su novela No soy un monstruo, ocupando los primeros puestos de los libros más vendidos en la segunda mitad del año 2017. El éxito se ha repetido este mismo año 2018 con la publicación a finales de mayo de su segunda novela, titulada La Química del Odio.
Sin dejar su trabajo como editora de informativos en televisión, Carme Chaparro también ejerce el periodismo tradicional escribiendo una columna semanal en Yo Dona y varias colaboraciones periódicas en GQ o Mujer de Hoy. En esta entrevista nos desvela las claves de su primera novela, No Soy un monstruo y de la que acaba de publicar hace unos meses, La Química del Odio. Con un argumento centrado en una investigación policial que tiene como protagonistas a dos mujeres, una policía y una periodista, el primer relato de Carme Chaparro aborda un asunto tan peliagudo como es la desaparición de niños, modalidad criminal que acapara la atención de los medios desde hace ya muchos años y genera gran expectación. Para La Química del Odio Carme Chaparro recupera parte de los personajes de la primera trama novelesca, pero con un argumento totalmente nuevo que gira alrededor del asesinato de una duquesa, personaje habitual de la prensa rosa, que tiene relaciones con cinco hombres situados en puestos relevantes en la política, el fútbol, la casa real, la empresa tecnológica y la televisión.
En su primera novela ¿por qué eligió un asunto tan llamativo como la desaparición de niños como argumento para No Soy un Monstruo?
Cuando escribí la novela no pensé en que si estaba escribiendo sobre un tema candente o no. Pensé en escribir una novela que fuera interesante, que estuviera bien escrita y fuese fácil para el lector. Entiendo que las desapariciones de niños son algo tristemente habitual, y cuando pasa algo así ocupa mucho espacio en los medios de comunicación y tiene mucha resonancia mediática.
En su segunda novela retoma algunos personajes de su anterior trabajo No soy un monstruo, que va a ser llevada al cine. ¿Forma parte de una trilogía o de una tetralogía o se irá viendo a medida que se vayan publicando otras entregas?
¡No vaya usted tan deprisa! Primero déjeme disfrutar del éxito de esta segunda parte y de todo lo que les está gustando a los lectores. Escribí No soy un monstruo sin pretensión ninguna. Ganó el Premio Primavera de Novela 2017 y tiene ya 200.000 lectores. Luego me puse con “La química del odio”, la segunda parte, que se acaba de publicar. Veremos qué pasa.
Es muy interesante lo magníficamente documentado que está el libro ¿Ha sido complicado encajar tantos datos y tantos elementos de investigación criminal? ¿Tiene algo en común con los televisivos CSI?
En realidad “La química del odio” está mejor documentado que CSI, ja, ja, ja… o, al menos, es más fiel a la realidad, a todo lo que sucede en una investigación policial y que la televisión tiene que cambiar y recortar. Trabajo en mis novelas como trabajo en el periodismo, con documentación constante. De hecho, los lectores van a encontrar hechos y datos interesantísimos.
¿Cómo surgió este tándem entre una jefa de policía y una periodista que son la clave de tu novela No soy un monstruo?
Surgió porque necesitaba escenarios principales para la novela. Uno era la comisaría de policía en la que se está llevando la investigación de los casos de desaparición de estos niños y otro era la redacción de televisión en dónde se procesa toda la parte periodística de investigación y la cobertura periodística del suceso, así que necesitaba dos personajes principales en cada uno de los escenarios principales, y así surgieron Ana e Inés.
¿Es frecuente la colaboración entre policía e informadores como solemos ver en las películas o esto suele ser más una ficción?
Siempre, periodistas y policías colaboran, se ayudan y se cuentan cosas. Y al revés, la policía te puede decir, “esto no lo contéis, por favor, porque nos interesa que no se haga público por cuestiones de la investigación” y los periodistas, sobre todo los que trabajan en sucesos, se callan muchas cosas que saben porque la policía le pide que se lo callen. Es un flujo muy habitual entre policía, Guardia Civil o fuerzas de seguridad, y en general, incluso con los políticos. Un periodista dependiendo en qué sección trabaja tiene muchísimas fuentes.
¿Cree que actualmente se hace espectáculo con la información más que periodismo propiamente?
Más que hacer espectáculo con la información, la manera de contar las cosas cambia, y el lenguaje audiovisual ha cambiado mucho. Si ahora ves una serie de televisión como El Ala Oeste de la Casa Blanca, que tampoco tiene tantos años, cuando la ves, el formato de la imagen y la manera en la que está grabada no tiene nada que ver con la forma en la que se están haciendo las series de televisión ahora. El formato audiovisual cambia, la forma de narrar cambia y la forma de hacer periodismo también cambia, el escrito y el televisado.
Un Gobierno en España con mayoría de mujeres ¿Cree que servirá esto también para que, en otros ámbitos, como el periodismo, las mujeres comiencen a tener las máximas responsabilidades?
Una mujer en una posición de poder, cambia ella. Pero muchas mujeres, en posiciones de poder, cambian al poder. La frase no es mía, pero es perfecta.
El gran éxito y buena acogida de su novela supongo que le habrá sorprendido ¿sabes ya cuál ha sido la clave?
Si lo supiera tendría un bestseller cada año. Creo que ha sido una historia que está contada de manera muy honesta, relatando no solamente lo que hacen los personajes sino también lo que sienten cuando lo hacen. Además, tiene una trama policial que engancha hasta que llegas al final y descubres quien es la persona responsable de lo que está pasado. Esto es lo que me han contado los lectores. Pero si supiera qué he hecho bien, lo repetiría.
¿Trabajar en televisión como es su caso, es más beneficioso para la promoción, o esta circunstancia tiene también su lado perjudicial?
Creo que es bueno y es malo a la vez. Es bueno porque es más fácil que alguien te recuerde y se diga “Ah, mira, Carme ha escrito un libro” que para un escritor que sea desconocido. Evidentemente tengo más proyección y más visibilidad. Por otro lado, la parte negativa es que la gente puede tender a pensar que, claro, “Carme ha escrito una novela, pero ella no es escritora y a ver qué ha escrito” y no dar una oportunidad al libro. Afortunadamente, las cifras de ventas y la aceptación por parte de los lectores están demostrando todo lo contrario, que la novela se defiende y se lee por sí misma, y que es una de las más vendidas del país.
¿Cree que la evolución de las empresas informativas condiciona ahora mismo negativamente la información por los intereses corporativos?
Intereses corporativos siempre ha habido, siempre, desde el primer momento que un periódico está controlado por una empresa y tiene que vender publicidad, o que esa empresa tiene un banco que le presta dinero, por ejemplo. Esto siempre ha existido y siempre ha habido periodistas dispuestos a no dejarse influir por todo esto. El problema grande de hoy es la crisis económica o la falta de medios para la investigación periodística, aunque al mismo tiempo, estamos en un gran momento, con extraordinarios profesionales y lo único que falta es que trabajen, y que el periodismo tenga más medios y se siga creyendo en él.
¿Cree que el trabajo de algunos periodistas, los corresponsales de guerra, por ejemplo, está valorado suficientemente, merece la pena arriesgar la vida por los lectores o espectadores?
Tenemos que dar las gracias a toda esta gente que va a estos sitios y son nuestros ojos en los lugares desde los que informan, lugares en los que se masacra a la población y se cometen barbaridades. Si los periodistas no fueran allí no habría testigos. A pesar de las condiciones, muchas veces lamentables en las que trabajan, están allí, y lo hacen porque son unos entusiasmados de su trabajo. Para mí son unos héroes.
Ya sabe que siempre hacemos algunas preguntas sobre asuntos relacionados con la salud, ¿se cuida mucho en cuanto a alimentación? ¿sigue alguna dieta especial?
He tenido la suerte de tener una familia que nos educó muy bien nutricionalmente. Tengo 45 años y desde muy niña, te hablo de hace más de cuarenta años, en casa siempre había algo de ensalada con cada comida y en las cenas siempre verdura, o algo de pescado, que es más digestivo que la carne, y siempre fruta. Esta educación que recibes siendo pequeño a nivel nutricional es la que yo llevo y sigo practicando hoy en día.
¿Suele visitar la farmacia, acude al farmacéutico para aconsejarle o prefiere otras formas de medicina?
Voy a la farmacia y me enfado si me dicen “tómate este medicamento homeopático”. Es como si me estuvieras dando agua, claro, voy cuando son cosas pequeñas, porque no quiero colapsar los centros de salud, y si pido algo para la garganta, no me pueden decir que me tome un jarabito homeopático. No hay evidencia de que la homeopatía cure, quiero medicamentos y tratamientos con evidencia científica.