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Con el otoño a la vuelta de la esquina, el cambio de estación es un pequeño caos anímico para muchos. Cinco de cada diez personas sufren trastornos físicos y anímicos con la llegada, especialmente, de estaciones como el otoño según informan los centros Nascia. La falta de sueño, el cansancio generalizado, falta de concentración o episodios de ansiedad son algunos de los síntomas que se experimentan en estos cuadros de trastornos estacionales. No está relacionado con la depresión postvacacional sino más bien con un cambio producido por la notable reducción de la luz diurna, los cambios horarios y la disminución de las horas en las que nos mantenemos activos.
La Directora del centro Nascia Pozuelo Raquel San Martín, miembro del Consejo asesor, indica sobre este proceso que “el estrés emocional también está presente por la disminución notable de las horas de luz. La luz, el sol, tiene que ver muy directamente con los estados anímicos y, junto con la bajada de temperaturas, nuestro sistema inmunológico está más expuesto. El cambio de hora y la reducción de horas de actividad contribuyen a esta sensación de decaimiento, cansancio y falta de concentración”, afirma. Otros episodios que también se presentan, especialmente en los cambios de los meses de más luz y temperatura a los más frescos y menos luminosos, son las migrañas y también los casos de ansiedad. Generalmente en otoño aumentan los casos por las depresiones y otros trastornos similares a los anteriormente descritos.
¿Qué hacerpara reducir los efectos del cambio de estación?
Hay una serie de recomendaciones genéricas que ayudan a mantener un estado anímico regular. Afrontar el cambio de estación con la disminución de la luminosidad y la bajada de temperaturas de forma proactiva ayuda mucho:
· Mantenerse activo durante las horas del día, practicar algún deporte y ser proactivo a la hora de realizar tareas. Esto ayuda a mantenernos alerta y con la mente despejada.
· Actitud positiva. Intentar que aquellas cosas que ocurren con el cambio de estación como las lluvias, cielos cubiertos, descensos térmicos no se perciban de forma negativa siempre. Esto puede generar una serie de sensaciones que haga decaer el estado de ánimo.
· Rutinas para dormir. Los trastornos del sueño son un denominador común, especialmente con los cambios horarios. Hay que crearse una rutina del sueño que permita la fácil conciliación del mismo y descansar un mínimo de 7 horas seguidas. Evitemos, pues, los dispositivos electrónicos en la cama.
· Los hábitos alimenticios ayudarán también en las rutinas de sueño. En las estaciones de mayor cantidad de luz solemos atrasar las cenas para aprovechar mejor el día. Facilitar la digestión cenando antes de lo que veníamos haciendo es clave para un descanso eficaz.
· Si percibimos que nuestro nivel de concentración es bajo, existen técnicas como el neurofeedback que ayudan deforma interactiva a controlarlo. Ejercicios que requieren de una atención y un entrenamiento que nos mantendrán alerta y focalizando los esfuerzos en las tareas que ejecutamos.
· Finalmente, es necesario utilizar una serie de técnicas de respiración que consiguen establecer un equilibrio a nivel físico y emocional. Es conveniente que desarrollemos un tempo de respiración lento, profundo y regular –entre 6 y 8 respiraciones por minuto- y que éstas sean totalmente diafragmáticas. Con ello, evitaremos que los cuadros de ansiedad nos sorprendan y estemos preparados para afrontarlos en cierta medida.
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