Es el responsable del 8% de toda la carga de enfermedades en el mundo desarrollado, de un 60% de las enfermedades del corazón y del 40% de los infartos cerebrales. Por ello, los expertos no se cansan de repetirlo: ¡hay que mantenerlo a raya!
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El colesterol es una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo humano y necesario para su normal funcionamiento: producir hormonas, ayudar a la formación de la bilis y la vitamina D y mantener la estructura celular del organismo. Pero, a pesar de ser un compuesto indispensable, no es saludable cuando se encuentra en exceso. Como es una sustancia grasa (no se disuelve en el agua de la sangre), necesita una lipoproteína que la transporte. Las dos lipoproteínas más conocidas son la LDL, popularmente denominado “colesterol malo”, y la HDL, la fracción beneficiosa. La primera de ellas es responsable del transporte del colesterol a los tejidos y, si sus niveles son elevados, contribuye a la formación de depósitos de colesterol en las paredes de las arterias, dificulta el paso de la sangre y aumenta el riesgo de arteriosclerosis, ictus e infarto de corazón. Sin embargo, el HDL retira el colesterol de los tejidos.
Buenos propósitos en 2013
Si por estas fechas nos hiciéramos un análisis, más de uno se llevaría una desagradable sorpresa. En épocas festivas y periodos vacacionales como la reciente Navidad cambian las rutinas y se someten los corazones a emociones y tensiones suplementarias. Todas estas circunstancias, sumadas a los repetidos excesos alimenticios que se comenten durante las fiestas (comidas con más grasas y calorías, incremento del consumo de alcohol), pueden generar un aumento en los niveles de colesterol, con el consiguiente riesgo que esta situación genera. La Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda la importancia de volver cuanto antes a los buenos hábitos y a una alimentación cardiosaludable por el bien de nuestros corazones y nuestra salud.
“Con el entusiasmo de las fiestas navideñas, solemos olvidar las buenas costumbres y descuidamos nuestra salud cardiovascular abusando de alimentos ricos en grasas saturadas y abandonando la actividad física”, explica el doctor Leandro Plaza, presidente de la FEC. “Este ‘cóctel navideño’, consumido durante casi dos semanas, nos deja como sorpresa varios
Una alimentación cardiosaludable y unos hábitos de vida adecuados (que incluyan la práctica de ejercicio físico, el abandono de hábitos nocivos y el control del estrés) ayudan a luchar contra el exceso de colesterol. Para mimar el corazón en este comienzo de año se debe contemplar también el dormir las horas suficientes y el regreso a una pauta nutricional basada en la dieta mediterránea.
Una dieta cardiosaludable debe siempre contemplar la incorporación de alimentos bajos en grasas saturadas, colesterol y sodio, y ricos en fibra y ácidos grasos esenciales: frutas, verduras, cereales integrales, lácteos desnatados (incluyendo los reductores de colesterol cuando éste se encuentre en exceso), frutos secos, carnes magras y pescado azul constituyen la base de una alimentación amiga del corazón. En este sentido, Leandro Plaza comenta: “Tenemos que ser conscientes de que ha llegado el momento de acabar con las ‘comidas sin fin’ y de volver a un estilo de vida que nos ayude a reducir el riesgo cardiovascular y a sentirnos mejor durante todo el año”.
Malo entre los malos
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) advierte que el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular está directamente relacionado con los niveles de colesterol total en sangre. A pesar de esta evidencia científica, el 56,1% de los españoles de más de 25 años tiene el colesterol elevado, según datos de la recién publicada EuroHeart II, la estadística de la enfermedad cardiovascular en Europa, impulsada por la European Heart Network (EHN).
Este informe también revela que el 16,4% de los españoles tiene valores considerados muy altos, por encima de los 240 mg/dl, pacientes a los que se les recomienda un tratamiento inmediato. Controlar los niveles de colesterol es fundamental para preservar la salud, ya que este lípido es el responsable del 8% de toda la carga de enfermedades de los países desarrollados, del 60% de las enfermedades de corazón y del 40% de los infartos cerebrales.
“En las últimas décadas se ha experimentado un avance en el control de la hipercolesterolemia debido, fundamentalmente, a la disponibilidad de fármacos muy eficaces, seguros y bien tolerados para reducir de forma muy importante los niveles de colesterol. Algunos estudios nacionales han puesto de manifiesto que la hipercolesterolemia es uno de los principales determinantes de la aparición de infarto agudo de miocardio en España, que sigue siendo la primera causa de muerte en nuestro país”, señala el doctor Alberto Cordero, miembro de la SEC y cardiólogo del Hospital San Juan de Alicante.
Las cifras
La regla de oro para gozar de una buena salud cardiovascular consiste en no superar nunca la cantidad de colesterol total recomendada y en reunir la mayor proporción posible de cHDL y la mínima de cLDL en el organismo.
El colesterol HDL (cHDL) o colesterol “bueno” se compone de unas partículas que son lipoproteínas de alta densidad (high density lipoproteins en inglés) y que protege del desarrollo de enfermedades cardiovasculares, y el colesterol LDL (cLDL) o colesterol “malo”, es un lípido que contiene proteínas de baja densidad (low density lipoproteins). El cLDL se considera “malo” porque es el encargado de transportar el colesterol a los tejidos y cuando sus valores son elevados penetra en las arterias, formando placas de aterosclerosis. Las placas de aterosclerosis pueden llegar a producir obstrucciones al flujo sanguíneo y causar angina de pecho, falta de riesgo en el cerebro o en las piernas, pero además en caso de inestabilizarse bruscamente pueden favorecer la formación de un trombo que ocluya completamente el riego sanguíneo, lo que se manifiesta como un infarto agudo de miocardio, un infarto cerebral o una isquemia aguda de una extremidad. Por el contrario, el colesterol cHDL es “bueno” porque extrae el exceso de colesterol de las arterias y el resto de tejidos, y lo transporta al hígado donde es eliminado a través de la bilis.
Para prevenir las enfermedades cardiovasculares, la SEC aconseja que la cantidad total de colesterol en sangre no exceda de 220 miligramos por decilitro (mg/dl) en personas sanas y ser lo más bajo posible en personas que ya tengan una dolencia cardiovascular. La cifra de cHDL debe superar los 40 mg/dl y la de cLDL no debe rebasar los 155 mg/dl.
Las mujeres tienen la ventaja de que su organismo posee niveles más altos de colesterol bueno, en torno a 40-45 mg/dl de cHDL en la edad fértil, frente a los hombres, que tienen menos colesterol bueno, alrededor de 35-40 mg/dl de cHDL. Ambos sexos deben mantener los niveles de colesterol malo por debajo de los 130 mg/dl de cLDL.
Para lograr mantener las cifras deseadas de colesterol, la Sociedad Española de Cardiología recomienda tomar las siguientes medidas:
1. Practicar ejercicio físico de forma regular, porque aumenta los niveles de cHDL.
2. Limitar la ingesta de grasas saturadas presentes en alimentos con grasa de origen animal, como la mantequilla, los quesos, los embutidos, la yema del huevo, las vísceras y las carnes muy rojas, ya que incrementan los niveles de cLDL.
3. Evitar el consumo de productos industriales, muy procesados, ya que contienen grasas trans, muy perjudicia
les para la salud, que elevan el cLDL.
4. Como norma general, se debe seguir una dieta cardiosaludable, como la dieta mediterránea, basada en el consumo de verduras y frutas (ricas en fibra), pescado azul, aceite de oliva y frutos secos con moderación (porque contienen grasas saludables que aumentan el cHDL), así como de vino (no más de dos copas al día).
5. Abandonar el tabaquismo, que reduce de forma importane el cHDL.
6. Tomar la medicación (estatinas u otros fármacos) que prescriba el médico para reducir los niveles de colesterol cLDL en los casos en que sea necesario, como el de los pacientes con hipercolesterolemia familiar, una enfermedad hereditaria por la que se tiene el colesterol elevado desde el nacimiento.
En el punto de mira
La alimentación
Según la Sociedad Española de Cardiología, el hígado fabrica el 80% del colesterol que hay en el organismo, mientras que el 20-25% restante se obtiene a través de la ingesta de alimentos de origen animal, ricos en grasas saturadas. Este 20%-25% es el escaso margen disponible para controlar tanto la cantidad total de colesterol, como la proporción de colesterol “bueno” y la de colesterol “malo”, presentes en el organismo. Una elección adecuada de alimentos permite reducir hasta un 50% la ingesta de colesterol y hasta un 74% la ingesta de grasas saturadas a lo largo del día. Recientemente, la Harvard Medical School elaboraba una lista que incluye los alimentos considerados como los más eficaces para ayudar a bajar el colesterol:
Avena: aúna sustancias que reducen el colesterol plasmático: grasas insaturadas (no mucha cantidad, pero sí de buena calidad, como el ácido graso esencial linoleico), avenasterol, fibra y lecitina. El avenasterol es un fitosterol con capacidad de disminuir la absorción de colesterol en el intestino, al igual que la lecitina.
Cebada: la cebada comparte con la avena su riqueza en un tipo de fibra soluble, los betaglucanos, que han demostrado ser eficaces en la reducción del colesterol LDL, el perjudicial.
Legumbres: algunos fitoquímicos de las leguminosas reducen, de forma directa, el colesterol sérico y en la prevención de la formación de la capa de ateroma que degenera en enfermedades cardiovasculares. Las lectinas favorecen el transporte de colesterol sanguíneo y su metabolismo. Las saponinas disminuyen la absorción de colesterol en el tracto digestivo. Además, las legumbres tienen fibra e isoflavonas con efectos positivos demostrados en las dislipemias.
Berenjena, okra y frutas como manzanas, uvas, fresas y cítricos: su efecto contra el colesterol se debe principalmente a su aporte de fibra, que favorece la mezcla con los ácidos biliares. La okra es una hortaliza poco o nada conocida en nuestro entorno, que destaca por su riqueza en fibra soluble y mucílagos. La vitamina C (presente en cítricos, fresas, kiwi, melón, tomate, pimiento, col y coliflor), es antioxidante, combate los radicales libres y tiene un papel protector en las enfermedades cardiovasculares.
Los frutos secos, en particular las nueces, que suponen un aporte interesante de ácido alfa-linolénico, que el organismo transforma en ácidos grasos omega-3 y contiene también fitosteroles, ambos reconocidos por su papel en la reducción del colesterol.
Los aceites vegetales, entre los que destaca el aceite de oliva: este es rico en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico), vitamina E y fitosteroles, todos ellos compuestos cardioprotectores.
La soja: aporta una cantidad significativa de grasa de alta calidad nutricional (ácido linoléico y oleico), lecitina e isoflavonas con repercusiones beneficiosas para el organismo por su eficacia reductora del colesterol sérico. Las isoflavonas, en especial la genisteína, una de las más abundantes en la soja, han demostrado ejercer una acción inhibitoria de la agregación plaquetaria y una actividad antioxidante sobre las lipoproteínas de alta densidad (LDL), lo que ayuda en la disminución del colesterol plasmático.
El pescado graso: el pescado azul (atún, bonito, boquerón, caballa, jurel, palometa, salmón, sardina…) contiene un tipo de grasa cardiosaludable, los ácidos grasos omega 3, y ayudan a bajar los niveles de colesterol en sangre.
Alimentos enriquecidos: los alimentos enriquecidos o los complementos dietéticos con esteroles y estanoles y con fibra se pueden contemplar como coadyuvantes del tratamiento dietético para el control de la hipercolesterolemia límite o moderada (entre 200 y 249 mg/dl), siempre bajo asesoramiento facultativo. Conviene saber que al tomarlos no siempre se resuelve el problema y que se deben hacer analíticas periódicas para comprobar la evolución de la dislipemia.
Colesterol infantil
Voz de alarma
Desde la Fundación Española del Corazón alertan de que cada vez son más los casos de colesterol entre niños o jóvenes. Debido a la combinación de unos hábitos dietéticos incorrectos y sedentarios, estos son candidatos a padecer hipercolesterolemia en el futuro. Este trastorno supone un problema de salud pública de gran envergadura, puesto que los niños se convierten en serios candidatos a sufrir dolencias cardiovasculares desde edades prematuras. Ciertos alimentos de consumo cotidiano entre los niños (bollería industrial, lácteos grasos, embutidos…) hacen un flaco favor a su salud a medio y largo plazo, así como a su aprendizaje alimentario.
El colesterol es necesario para el desarrollo normal del organismo infantil, siempre que los valores porcentuales estén en el rango normal de acuerdo a la edad. Los especialistas consideran que las tasas de colesterol en la infancia son normales cuando son inferiores a 170 mg/dl de colesterol total y a 110 mg/dl de LDL-colesterol; están en el límite si oscilan entre 170 y 199 mg/dl (110-129 mg/dl LDL-c); y son altas y conviene actuar cuando el niño supera 200 mg/dl de colesterol total y 130 mg/dl de LDL-colesterol.