Para controlar la diabetes
son fundamentales dos cosas: el seguimiento de un régimen bajo en azúcares y el
abandono del sedentarismo

Del
aumento de la diabetes de tipo 2 dan fe la cantidad de obesos que circulan por
nuestras calles. Un problema que de ?menor? ha pasado a preocupar en demasía a
los endocrinos, quienes llegan a hablar incluso de epidemia en los años
venideros. Esta patología, cifrada por la Federación Internacional de Diabetes
(FID) en 151 millones de personas afectadas en todo el mundo. Las poblaciones
de los países en desarrollo, los grupos minoritarios y las comunidades más
desfavorecidas en los países industrializados son los grupos con mayor riesgo
de padecer la enfermedad

Diabetes de tipo 2:

Su nexo con la obesidad

Diez
veces más frecuente que la diabetes de tipo 1, la diabetes de tipo 2 se
desarrolla generalmente después de los 45 años y está estrechamente ligada a la
obesidad (un 80 % de la población obesa es diabética). Variables como el
envejecimiento de la población, la falta de ejercicio físico y los hábitos
alimentarios poco saludables influyen sobremanera en el crecimiento
espectacular que esta patología ha adquirido en los últimos años en los países
industrializados. Una glucemia superior a 1,26 g/l, obtenida a partir de dos
muestras de sangre efectuadas en ayunas y seguidas la una de la otra, es
indicadora de diabetes. Al principio y en la mayoría de los casos, la diabetes
se manifiesta por índices de glucemia muy elevados, acompañados por un exceso
en la eliminación de azúcar en la orina. Todo ello se traduce por unas ganas
frecuentes de orinar, sed anormal, e incluso infecciones urinarias frecuentes,
(no hay que olvidar que las bacterias adoran el azúcar).

Un juego de contrapesos

En
los inicios de la diabetes de tipo 2, la producción de insulina es normal, pero
poco a poco las células se vuelven cada vez menos sensibles a su acción. Para
compensar esta insulino-resistencia y bajar la glucemia, el páncreas genera más
insulina, hasta que poco a poco y vencido por esta resistencia, termina por
disminuir su producción. Cuando este juego de contrapesos desaparece, aumenta
la tasa de glucosa en la sangre, instalándose una hiperglucemia crónica que a
la larga termina por ?atascar? todos los vasos sanguíneos, desde las arterias
hasta los capilares. Si la diabetes no se diagnostica ni se trata a tiempo, los
órganos, menos irrigados, terminan por deteriorarse, pudiéndose producir
complicaciones, siendo entre ellas las más comunes la retinopatía (principal
causa de ceguera en la población adulta de los países industrializados) y la
nefropatía diabética.

IG: la clave para clasificar
los alimentos

Una
patología en la que cobran especial importancia el tipo de alimentación y el
abandono de las prácticas sedentarias, tenía lógicamente que ahondar en el
mundo de los alimentos y en la manera en que éstos hacen subir o bajar los
niveles de glucosa sanguíneos. La aparición del llamado índice glucémico (IG)
hace ahora unos veinte años, ha revolucionado las recomendaciones alimentarias
respecto de la diabetes. Esta herramienta permite medir el incremento de la
glucosa en sangre luego de ingerir un alimento ó comida, ayudando a identificar
los alimentos más o menos adecuados para los pacientes diabéticos. Si antes
estaban terminantemente prohibidos el pan, las féculas y todo tipo de azúcares,
ahora el IG ha abierto mucho más las posibilidades gastronómicas de los
afectados por diabetes.

Los
alimentos que contienen hidratos de carbono tienen una cualidad que les es
propia: la de hacer subir los niveles de glucosa después de ser consumidos,
cualidad que les hace ser más o menos hiperglicemiantes. Esto es precisamente
lo que mide el IG: el alimento en cuestión es ingerido y a continuación se mide
la respuesta glicémica o índice glicémico (IG). De entre los alimentos, la
glucosa es el más hiperglicemiante que existe, con un índice glucémico o
respuesta glicémica de 100, lo que hace que se tome como referencia a la hora
de medir el IG de otros alimentos ricos en glúcidos.

?Ni blanco ni negro?:

Las reglas del juego

v     
Mientras
más hiperglicemiante sea un alimento, más elevado será su IG. Los índices
glucémicos (IG) más elevados, situados entre 70 y 100, corresponden al pan
blanco, al azúcar, a los dulces, a los caramelos, a las galletas, a las
mermeladas y confituras, a la mayor parte de los cereales de desayuno, a la
miel, a los zumos de fruta, a la leche y a los refrescos azucarados. Todos
estos alimentos se consideran azúcares ?rápidos?, ya que  permiten que la glucosa llegue a la sangre
en menor tiempo. Ahora
bien, un alimento con un IG elevado puede ralentizar la respuesta glucémica si
añadimos materia grasa: de todos es sabido que una comida grasa se digiere más
lentamente, de manera que la glucosa tiene menos tiempo para llegar a la
sangre. Así, paradójicamente, algunas galletas azucaradas pueden tener un IG
bajo precisamente porque tienen grasa: es el caso del chocolate. Ahora, bien,
un diabético siempre debe elegir alimentos con un IG bajo por su alto contenido
en fibra o en almidón, y no porque sean ricos en grasas.

v     
Se
dice que un alimento es moderadamente hiperglicemiante cuando tras su ingestión
se obtiene un IG comprendido entre 50 y 70: ejemplo de alimentos moderadamente
hiperglicemiantes son las pastas, el pan integral con cereales y los fritos.

v     
Se
dice que un alimento es poco hiperglicemiante cuando el IG es inferior a 50.
Estos alimentos contienen ?azúcares lentos?, y dentro de este grupo se engloban
las patatas, los vegetales y el arroz. Son mucho más seguros para el diabético
porque llegan a la sangre más lentamente y permiten que el organismo los
absorba antes de que se «acumulen» (concentren) en la sangre. Además,
por regla general, los alimentos con un índice glucémico bajo son muy ricos en
fibra: las legumbres secas, el arroz completo, y el pan que contenga granos de
cereales. Las fibras de los alimentos también atrasan la absorción de los
azúcares. La fibra ralentiza el paso de la glucosa desde el tubo digestivo a la
sangre, de ahí que estos alimentos sean poco hiperglicemiantes. Sin embargo, si
puntualizamos, hay alimentos ricos en almidón que actúan más rápidamente que
otros, como el pan blanco o los purés de patatas, al estar su almidón sometido
a procesos de cocción y modificación tecnológica.

Un estudio realizado en el
Instituto de Salud Pública de Finlandia ha relacionado el consumo de café con
un menor riesgo de padecer diabetes de tipo 2, sobre todo en mujeres

De la teoría a la práctica

Qué hacer?

  1. ? Si eres diabético de
    tipo 2 y tu peso es normal no es necesario que
    sigas un régimen hipocalórico (bajo en calorías). En cambio, sí se impone
    una alimentación sana y equilibrada, que sea poco hiperglicemiante y pobre
    en grasas saturadas. Las tres comidas del día deberán ser ricas en fibra y
    no deberás incluir dulces ni refrescos azucarados en ayunas. Procura
    también sustituir el pan blanco por un pan de cereales o de avena, con un
    índice glucémico menor.
  2. ? Si eres diabético y
    tienes sobrepeso es imprescindible que
    sigas un régimen hipocalórico. Algunas veces, la pérdida de peso basta
    para restablecer el equilibrio glucémico, salvo si los índices de glucemia
    son muy elevados y la obesidad es suficientemente antigua y severa como
    para haber entrañado lesiones pancreáticas irreversibles.

Debes excluir todo tipo de charcutería y salsas y
economizar en mantequillas y aceites a la hora de cocinar. Asimismo, trata de
excluir el azúcar (elige edulcorantes), las bebidas azucaradas, y en general,
los productos dulces. Evita comer en ayunas o fuera de hora alimentos que sean
hiperglicemiantes: azúcar, frutos secos, una cucharada de mermelada, un
refresco azucarado, etc.

Un nuevo análisis sanguíneo a los dos meses de
comenzar este régimen debe mostrar una reducción significativa de tu glucemia,
sobre todo si practicas habitualmente ejercicio. los músculos son grandes
consumidores de glucosa, lo que hace que la glicemia disminuya si la actividad
física es regular. La diabetes de tipo 2 es, por suerte, una enfermedad que
puede corregirse con una alimentación adaptada y una actividad física regular.

8 imperativos

*Por
la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)

  1. Hacer 4-6 comidas
    frugales al día en lugar de 3.
  2. Mantener esquemas de
    comida fijos, sin saltarse ninguna comida.
  3. No comer demasiado y
    seguir las cantidades recomendadas por el médico.
  4. Comer pan integral o de
    fibras y eliminar el pan blanco (de textura fina). Elegir preferiblemente
    pan de avena o de cereales.
  5. Comer vegetales
    diariamente. La alcachofa y la cebolla han demostrado tener la capacidad
    de reducir el aumento de azúcar en sangre.
  6. Consumir alimentos
    ricos en vitamina B6, necesaria para controlar el azúcar en sangre: el
    germen de trigo, el plátano verde, el pavo, el pescado, los frutos secos
    (sobre todo las nueces), y verduras crucíferas.
  7. Eliminar las grasas, el
    azúcar y alcohol.  
  8. Hacer ejercicio físico
    habitualmente. El ejercicio aumenta la sensibilidad del
    organismo a la insulina, por lo que tiende a disminuir el nivel de azúcar
    en la sangre.

El IG de los alimentos

Glucosa

100
%

Granos:

Ø       Pasta integral/refinada

Ø       Arroz integral/blanco

Ø       Muesli de avena (paquete)

Ø       Gachas de avena

Ø       Pan integral/blanco

Ø       Pan de cereales/avena

Ø       Copos de maíz

42-50

47-55

60

49

70-78

45

78

Azúcares:

Ø       Fructosa

Ø       Sacarosa

20

65

Legumbres:

Ø       Habas de soja, lentejas,
garbanzos, judías

20-40

Fruta:

Ø       Cerezas, pomelo,
albaricoques secos

Ø       Naranja, manzana, pera

Ø       Plátano, según lo maduro
que esté

32
ó inferior

36-43

30-70

Hortalizas:

Ø       Todas muy bajas, excepto
los guisantes, el boniato, el maíz tierno

Ø       Patata, zanahoria

48-55

56-85

Dos tipos de
diabetes

  1. La diabetes de tipo 1,
    llamada también insulino-dependiente, suele aparecer antes de los 20 años
    y de manera repentina. Este tipo de diabetes está ligada a la carencia
    total o parcial de insulina, hormona que regula la glucosa necesaria para
    las células, y que se debe a la destrucción de las células del páncreas
    que la segregan. En este tipo de diabetes el aporte de insulina mediante
    inyecciones se vuelve imprescindible. El 10 % de los diabéticos se
    engloban dentro de este tipo de diabetes.
  2. La diabetes de tipo 2,
    también conocida como insulino-resistente, suele sobrevenir a partir de
    los 45 años y pasa largo tiempo desapercibida. Este tipo de diabetes se
    produce por la incapacidad de las células para la captación de insulina,
    lo que puede deberse a un mal funcionamiento de los receptores celulares a
    esta hormona (de origen genético), o a cambios metabólicos de la insulina.
    Es mucho más frecuente y su instalación es progresiva, sobre todo en
    aquellas personas con sobrepeso (el 80 % de los obesos son diabéticos). Si
    el régimen alimenticio y la práctica de ejercicio físico no bastan para
    mantener la glucemia en sus límites, se impone la administración de
    medicamentos que actúan sobre las células para facilitar la penetración de
    la insulina. Una diabetes de tipo 2 puede derivar hacia una diabetes de
    tipo 1.

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Redacción Consejos

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