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En este contexto nacen las Unidades de Cardio-Oncología, formadas por un grupo de profesionales multidisciplinares
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) y Fundación Española del Corazón (FEC) junto con la Fundación Ramón Areces y la participación de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) han dado a conocer los últimos estudios sobre el diagnóstico, tratamiento y monitorización de las complicaciones cardiovasculares asociadas al tratamiento que reciben los pacientes oncológicos. Ello, con motivo del primer ‘Simposio Internacional de Cardio-Oncología’ que reúne hoy y mañana a más de 300 expertos en la materia (nacionales e internacionales) fundamentalmente cardiólogos, oncólogos, hematólogos y enfermeras. “La reunión pretende poner en común experiencias clínicas con el objetivo de concienciar a todos los profesionales implicados en el abordaje del paciente oncológico sobre la necesidad de vigilar y tratar cuanto antes las complicaciones cardiológicas que derivan del cáncer”, destaca el Dr. Miguel Ángel García Fernández, secretario general de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), miembro del Instituto Cardiovascular Clínico del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid y coordinador del programa científico del simposio.
La Dra. Pilar Zamora, oncólogo médico del Hospital Universitario La Paz de Madrid y representante de la Sociedad Española de Oncología Médica, subraya que, “la SEOM es una sociedad científica comprometida con la multidisciplinariedad y con la formación de todos los especialistas implicados en el abordaje de los pacientes con cáncer. Por ello, no ha dudado en participar en este Simposio con la Sociedad Española de Cardiología para aportar y compartir experiencias desde nuestra visión global de la Oncología que abarca la práctica clínica, la formativa y la investigación, con el fin último de mejorar la atención a los pacientes con cáncer y a los largos supervivientes de cáncer”.
El corazón, sensible al tratamiento oncológico
Los avances en la detección precoz y el tratamiento del cáncer han aumentado de forma significativa la supervivencia de los pacientes que, en algunos casos, alcanzan tasas de supervivencia del 90% a cinco años. Aun así, aproximadamente un 50% de los supervivientes de cáncer presenta algún tipo de secuela física, psicológica o cognitiva secundaria al tratamiento.
Son varios los estudios que han demostrado que el tratamiento oncológico, ya sea con radioterapia o quimioterapia, multiplica por tres el riesgo de complicaciones cardiovasculares a medio y a largo plazo, afectando al pronóstico vital de los pacientes. De hecho, la toxicidad cardiovascular secundaria a los tratamientos oncológicos es actualmente la causa más frecuente de mortalidad en mujeres que sobreviven a un cáncer de mama o linfoma de Hodgkin.
En este sentido, la Dra. Teresa López, del Servicio de cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid y coordinadora del programa científico del simposio, señala que, “los efectos son muy diversos y dependen del tipo de fármaco o del tipo de radioterapia”. Con respecto a esta última, la más peligrosa desde el punto de vista cardiológico es la radioterapia torácica, sobre todo cuando se radia el mediastino como en los linfomas y la mama izquierda; Según la especialista, “la radioterapia produce daños a nivel del miocardio, del pericardio, de las coronarias y del tejido valvular, lo que deriva en insuficiencias valvulares, enfermedad coronaria precoz, perdida de fuerza del corazón y patología pericárdica”. El corazón es un órgano muy radiosensible, pero “afortunadamente”, tal y como apunta López, “las técnicas de radiación actuales han logrado reducir muchísimo la dosis de radiación que llega al corazón”.
Con respecto a los fármacos utilizados en quimioterapia, los efectos secundarios cardiovasculares más conocidos están ligados a las antraciclinas (uno de los fármacos clave en el tratamiento de muchos tumores). Las antraciclinas producen daño directo sobre las células del miocardio causando disfunción ventricular.
Tanto es así que el riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca es diez veces superior después de recibir antraciclinas que tras un infarto no complicado. Por ese motivo, las guías de práctica clínica en insuficiencia cardiaca (American College of Cardiology Foundation y la American Heart Association.3) consideran la quimioterapia como un factor de riesgo cardiovascular. Sin tratamiento adecuado la miocardiopatía por antraciclinas tiene una mortalidad que alcanza el 60% a dos años.
Otro de los grandes problemas de la toxicidad cardiovascular es que obliga a suspender o modificar el tratamiento oncológico previsto hasta en un 20% de pacientes, con el consiguiente aumento en el riesgo de mortalidad oncológica.
La buena noticia es que la cardiotoxicidad secundaria al tratamiento oncológico es una causa evitable de insuficiencia cardiaca y en la mayoría de los casos (en torno a un 80%), el tratamiento precoz de la disfunción ventricular mejora la supervivencia libre de eventos (reduce el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves de un 29% a un 5%). “No podemos ser tolerantes en el manejo cardiovascular de los pacientes con cáncer ya que los retrasos en el diagnóstico y en el tratamiento reducen las probabilidades de recuperación de la función ventricular; así, cuando se ha desarrollado insuficiencia cardiaca sintomática la probabilidad de recuperación completa se reduce a pesar de recibir un tratamiento óptimo”, manifiesta la Dra. Teresa López.
“Por ello la importancia que tiene la elaboración de protocolos asistenciales de monitorización que nos ayuden a controlar los factores de riesgo tales como los hipertensión, la glucemia, el perfil lipídico y la función cardiaca, mediante el uso de técnicas de imagen y biomarcadores. Estos protocolos son esenciales para el diagnóstico precoz del daño cardiaco y la mejora de los resultados cardiológicos de las terapias del cáncer”, destaca el Dr. Juan Carlos Plana, del Cardiology Department del Baylor Colllege of Medicine de Houston y coordinador del programa científico del simposio, como coautor del consenso sobre la monitorización por imagen realizado conjuntamente por la American Society of Echocardiography y la European Association of Cardiovascular Imaging.
Unidades de Cardio-Oncología
En este contexto nacen las Unidades de Cardio-Oncología que están formadas por un grupo de profesionales multidisciplinarios (cardiología, oncología, radioterapia, hematología, farmacia, análisis clínicos y enfermería) implicados en el manejo y seguimiento de los pacientes afectados de cáncer, cuyo objetivo es seleccionar el régimen oncológico que consiga la mayor tasa de curación/remisión del cáncer, con el menor número de efectos cardiovasculares adversos o necesidad de la suspensión del tratamiento oncológico. Así, explica el Dr. Plana, “nuestra misión es vigilar de forma estrecha el perfil de riesgo cardiovascular de los pacientes, optimizar el control de los factores de riesgo clásicos, y diagnosticar y tratar de forma precoz los efectos secundarios que ejerce el tratamiento del cáncer sobre el sistema cardiovascular”.
Mientras que en EEUU casi todos los centros de oncología disponen de unidades específicas de cardio-oncología, en España, en cambio, únicamente el Hospital de la Paz de Madrid dispone de una Unidad de Cardio-Oncología que esté funcionando plenamente a día de hoy. “Aun así, en España hay varios grupos de trabajo que están en proyectos de cardio-oncología. De hecho, recientemente hemos organizado un registro nacional de cardiotoxicidad, bajo el nombre de grupo CARDIOTOX, que está formado por 19 hospitales”, destaca la Dra. Teresa López.
La cardio-oncología ha sido también uno de los temas centrales del último Congreso de la American Society of Clinical Oncoloy (ASCO), donde se ha presentado un estudio, realizado en más de 30.000 niños supervivientes de cáncer, en el que se han observado diferencias significativas en la tasa de problemas cardiovasculares según la invasividad de la terapia oncológica elegida.
Tratando de sumar un esfuerzo al conocimiento de las lesiones cardiacas producidas por la tratamiento oncológico, la Sociedad Española de Cardiologia presentara durante esta reunión el libro Cardioncology, sin duda una de la novedades más importantes producidas en el mundo editorial cardiológico de lengua inglesa durante el presente año. Para El Dr. García Fernández, “este libro reúne a los más prestigiosos expertos mundiales en la materia y coloca a la cardiología española en primera línea científica, confirmando el poderoso nivel de nuestra especialidad en el mundo editorial y a la SEC como un sociedad de primer nivel en la difusión de la innovación científica. La presencia del Dr. Fausto Pinto, presidente de la Sociedad Europea de Cardiologia, en la presentación del libro es un espaldarazo importante al esfuerzo de nuestra sociedad cientifica”.
El libro que consta de dos partes, una teórica y un atlas de casos clínicos, que se ha creado con el fin de ofrecer una visión global de cardio-oncología, desde los mecanismos de toxicidad de los fármacos hasta las distintas técnicas que tenemos para el diagnóstico precoz de la cardiotoxicidad, y sobre cómo hay que manejar clínicamente los problemas cardiológicos de estos pacientes.
Recomendaciones para el paciente oncológico
Los pacientes que tienen más riesgo de tener problemas con la quimioterapia son los pacientes que tienen riesgo cardiovascular moderado o alto, es decir los que poseen los factores de riesgo cardiovascular clásicos (hipertensos, diabéticos, dislipemia, obesos, sedentarios, que fuman, etc.) o pacientes que ya han recibido otros tratamientos previos con cáncer, o pacientes que ya tienen algún tipo de cardiopatía (que hayan sufrido un infarto, una valvulopatía, etc.).
Diagnosticar y tratar precozmente a estos pacientes es la base para prevenir las consecuencias cardiovasculares del tratamiento oncológico y mejorar su pronóstico vital. Sin embargo, si el diagnóstico es tardío las posibilidades de reversibilidad de reducen drásticamente. El papel que juega el paciente es fundamental ya que se ha visto que:
1. Implicar al paciente en el cuidado de sus factores de riesgo mejora la adherencia al tratamiento y potencia un estilo de vida cardiosaludable5.
2. Las estrategias de prevención que integran hábitos de vida cardiosaludables se asocian con una menor incidencia de insuficiencia cardiaca, incluso en pacientes que acumulan factores de riesgo cardiovascular6. Es imprescindible que los pacientes sean conscientes de la necesidad de cuidarse durante y después del tratamiento oncológico, mediante la promoción de hábitos de vida cardiosaludables. Tener un cáncer no puede ser una excusa para dejar de cuidarse