-No sé si reírme o llorar.
-¿Y eso?
-Porque cuando entro en el lavadero de casa creo que he
vuelto al principio.
-Perdone, pero no la entiendo.
-Discúlpeme por emplear un lenguaje misterioso, pero es que
estoy algo harta.
-No se preocupe, estoy
aquí para ayudarla. ¿Qué le pasa a su lavadero?
-Que lo tengo igual que cuando mis hijos eran pequeños. Lleno
de pañales.
-¿Han empezado a venir nietos?
-¡Ojalá fuese por eso! Son pañales
para mi marido y para mí.
-Lo siento. ¿Les ha aparecido la incontinencia al mismo
tiempo?
-Somos uña y carne, pero? ¡no hasta ese punto!
-Me extrañaba.
-Yo llevo algún tiempo con escapes de pipí.
Comencé en el gimnasio cuando hacía aeróbic.
-Su caso es muy común, quizás precoz, porque usted es aún
joven.
-Yo siempre he tenido molestias con la orina.
-¿De qué tipo?
-Escozor al orinar. Me diagnosticaron, de muy joven, una
cistitis.
-¿Y le ha vuelto a aparecer?
-¡Uy! con mucha frecuencia.
-Pues esto que me cuenta sí es importante.
-Me dijeron que la cistitis es una infección sin importancia.
El médico me recetó unos comprimidos, que son los que sigo usando cada vez que
empiezo con molestias.
-Hace usted muy mal.
-Nunca me ha pasado nada.
-Ya le está pasando. Su incontinencia puede no estar debida
ni a la edad ni a los partos, sino a una cistitis crónica y enmascarada.
-¿Enmascarada?
-Mire, las infecciones urinarias son las que más se prestan a
las recaídas. Y peor aún si, como me
dice, las trata con un medicamento como éste? ¿le suena?
-Es el que tomo. ¿Cómo lo ha sabido?
-Porque, desgraciadamente, lo suyo es bastante usual. Lo que
consigue es paliar el dolor y eliminar los gérmenes más débiles mientras que
los fuertes quedan atenuados para aparecer de nuevo reforzados.
-¡Qué complicado!
-Imagínese una rampa por la que suben lagartijas. Si usted
les lanza agua la mayoría resbalará y caerá.
-¡Lógico!
-Pero quedará alguna sin caer que habrá fortalecido sus
músculos para reiniciar el ascenso con mayor fuerza.
-Pero si se sigue echando agua?.
-¡Ahí quería llegar! Esa imagen es la que hay que conseguir
tomando el antibiótico específico y prolongando el tratamiento.
-Me quita un peso de encima. Yo estaba convencida que la
incontinencia era por la edad.
-Por lo que me ha explicado, quiero pensar que es debido a
una infección urológica crónica. No obstante debe acudir al urólogo.
-Ya he ido, pero con mi marido.
-¿Y qué le ha dicho?
-Nada, porque aquí el realmente afectado es él. Le han
operado de próstata.
-Comprendo esa prioridad porque lo de su marido es un
problema serio.
-Afortunadamente todo ha ido bien pero le ha quedado como
secuela la incontinencia.
-Es una secuela frecuente?
-Lo malo es que le ha creado un problema psicológico. Con los
absorbentes se defiende bien, pero a él, que es un hombre aún joven y jovial,
le deprime llevar pañales.
-Es comprensible. Pero dígale que no se dé por vencido.
-¿Hay medicamentos para ello?
-Los hay, pero yo le recomendaría sesiones de ejercicio.
-¿Ejercicio para que no se escape el pipí?
-Sí. Consiste en interrumpir el chorro de la orina varias
veces con lo que se fortalecen los músculos detrusores.
-¿Y funciona? Porque nos habían hablado de electrodos en la
médula.
-Esta técnica está aún en pañales…¡Uf!
Perdón.
-No se preocupe porque, en este caso, es la frase más apropiada.