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La radiación solar y el proceso de envejecimiento forman un tándem que conspira en contra de un rostro terso, de un tono uniforme, de un contorno de ojos sin marcas. A los 30, a los 40, a los 50 descubre en función de tu edad qué productos solares y qué texturas son los que más te convienen. Sólo tienes que ponerte manos a la obra.
Los expertos reunidos en las Jornadas de Dermofarmacia 2007 celebradas recientemente en Vigo y organizadas por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Pontevedra, lo han dejado claro: cuanto antes empecemos a cuidarnos las piel, mejor que mejor, sobre todo teniendo en cuenta que a partir de los 30 años ésta entra en un lento declive en el que juega un papel determinante la exposición a la luz solar. Pero, además de la incidencia directa que tiene sobre la mayor o menor rapidez con que nos arrugarnos, el sol sigue siendo el principal culpable del 90% de los casos de cáncer de piel, una prevalencia realmente elevada, pero que no parece tanto si se tiene en cuenta que aún, y pese a las múltiples campañas de concienciación, cuatro de cada diez españoles utiliza de forma inadecuada los protectores solares. Y es que no falla: en lugar de aplicar el protector solar media hora antes de tomar el sol, lo hacen justo en el momento inmediato a la exposición solar. ¿Eres tú uno de esos cuatro?
Los tres momentos del rostro
Uno de los temas centrales de estas Jornadas ha sido la incidencia del proceso de envejecimiento en la piel y las peculiaridades de la epidermis según el momento de la vida en la que se encuentre. En este sentido, se puede hablar de tres etapas clave:
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Piel adolescente: en busca del equilibrio
Según ha comentado el doctor Eduardo Fonseca Capdevila, jefe del Servicio de Dermatología del Complejo Hospitalario Juan Canalejo, de La Coruña, el 80 por ciento de los adolescentes sufren, en mayor o menor medida, acné. En la mayoría de los casos, no constituye un problema de salud, sino que es una cuestión estética que será tratada siempre y cuando el paciente lo demande.
– Qué medidas adoptar: respetar escrupulosamente las pautas de higiene. Según Capdevila, el objetivo del lavado de la piel acneica es retirar el exceso de grasa presente en su superficie y las partículas de suciedad añadidas, así como posibles restos originados por la descamación y los procesos inflamatorios. Para ello, el experto recomienda utilizar jabones suaves, limpiadores sin jabón, lociones limpiadoras sin alcohol o leches limpiadoras, según la tolerancia. En muchos pacientes es conveniente suplementar el tratamiento con cremas emolientes no grasas, para minimizar o contrarrestar la acción irritante de los tratamientos tópicos, en especial si se emplean retinoides tópicos u orales.
En cuanto a la composición de estos limpiadores, se ha demostrado que los que contienen ácido salicílico al 2% consiguen una reducción significativa de los comedones en dos semanas.
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Piel joven: imprescindible la prevención
Los dermatólogos participantes en las jornadas han fijado en los 30 años la edad en la que hay que comenzar a cuidar la piel contra el envejecimiento. Es la edad máxima para iniciar estos tratamientos, porque es cuando se empiezan a poner de manifiesto las arrugas de expresión, según ha señalado el doctor José María García Antón, del laboratorio Lipoteca.
– Qué medidas adoptar: el tándem limpieza-hidratación diaria es básico, así como la utilización de productos que incluyan activos antioxidantes (fundamentalmente la vitamina E) y el uso de un índice de protección solar no inferior a 15 durante todo el año.
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Piel madura: reparar y restaurar funciones
Durante el proceso de envejecimiento la piel va padeciendo alteraciones estructurales que modifican su apariencia de forma muy obvia: arrugas más numerosas y profundas, un relieve cutáneo menos denso, alteraciones del tono. Sus funciones principales también se ven alteradas, especialmente todas aquellas que están relacionadas con la elasticidad; la microcirculación sanguínea es menor y la secreción de sebo cae en picado, sobre todo en las pieles menopáusicas. La capacidad de reacción frente a los distintos irritantes externos también disminuye.
– Qué medidas adoptar: aplicar a diario un producto con propiedades tensoras y reafirmantes. Según los expertos, las cremas antiarrugas no son tan efectivas ni caras como las inyecciones de toxina botulínica, pero su uso diario y constante mejora sustancialmente la piel del rostro.
Las cuatro décadas cutáneas
Tal y como han señalado los expertos reunidos en Vigo, la edad de 30 años es la que marca el punto de inflexión entre una piel tersa y firme y una epidermis en la que algunas de sus funciones básicas se ralentizan o empiezan a fallar. Estas son las señas de identidad de la piel a partir de ese momento:
– A principios de los 30:
es la década en la que empiezan a aparecer pequeñas arrugas y líneas de expresión alrededor de los ojos. La zona del área nasolabial también comienza a perder firmeza, debido a un descenso de la grasa facial. En las mujeres que son propensas a ellas (por problemas en la microcirculación de la zona o debido a un componente genético) pueden aparecer ya en esta edad bolsas y ojeras. El tabaco y una alimentación inadecuada pueden acelerar proceso de envejecimiento, pero sin duda el principal detonante es la exposición excesiva al sol, de ahí que sea absolutamente imprescindible utilizar protección solar, tanto en verano como en invierno.
– A mediados de los 40
: la piel pierde firmeza y elasticidad y las arrugas se vuelven más profundas. La pérdida de colágeno y elastina son los dos principales culpables de que la flacidez se instale en el rostro y el cuello, una zona que en esta etapa comienza a hacerse notar. Los párpados son uno de los rasgos que comienzan a darse de sí, produciendo un envejecimiento de la expresión del rostro en general y de la mirada en particular. Los peelings (especialmente los que contienen ácido glicólico) son buenos tratamientos puntuales para mejorar el aspecto de estas áreas. Y, desde luego, hay un cosmético que no debe faltar en esta etapa de la vida: una buena crema nutritiva nocturna.
– A principios de los 50:
la caída de los niveles de estrógenos que se produce durante esta década afecta directamente a los niveles de hidratación cutánea. Suele ser en este momento cuando los excesos cometidos en la exposición solar se manifiestan en forma de manchas en la piel. Las líneas de expresión que han aparecido en los años anteriores se hacen hora más evidentes (algunas adquieren el aspecto de surcos) y la apariencia general de sequedad es mucho más notoria. El uso de cremas y productos despigmentantes y de líneas específicas para las pieles maduras son gestos imprescindibles en este momento.
– A principios de los 60
: llegada esta edad, no suelen surgir problemas cutáneos nuevos, pero sí que se produce un agravamiento o empeoramiento de los mismos. Más que a conseguir falsas tersuras, los tratamientos cosméticos a esta edad deben estar dirigidos a proporcionar un aspecto lo más saludable posible. Hay que usar protección solar a diario (cuanto más elevado sea el factor, mejor que mejor) y asegurar siempre la hidratación tanto interna como externa de la piel.
Los nuevos fotoprotectores
Durante su intervención en las Jornadas de Dermofarmacia, Ana Aliaga, vocal de Dermofarmacia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, ha dado a conocer cuáles son las nuevas recomendaciones en productos de protección solar elaboradas por la Comisión Europea en Septiembre de 2006. Según Aliaga, aunque estas normas no son de obligado cumplimiento, sí que deben ser tenidas en cuenta, algo que se hará de forma progresiva en las próximas campañas de protección solar. Estas son algunas de las más indicativas:
- La consideración del factor de protección solar en cuatro categorías: baja (6,10); media (15,20, 25); alta (30, 50); y muy alta (50 ), que deben indicarse en el etiquetado de modo al menos tan destacado como el número.
- La exigencia de que el producto ofrezca tanto protcción UVB (la radiación solar en el espectro 290-320 nm) como UVA (la radiación olar en el espectro 320-400 nm).
- También se indica que en los productos de protección solar no se debe declarar ni darse a entender que ofrecen protección total frente a los riesgos derivados de una exposición excesiva a la radiación UV ya que, de hecho, ningún producto de protección solar puede filtrar toda la radiación UV.
- La OMS, por su parte, ha puesto de relieve la importancia de la aplicación correcta de los protectores solares para alcanzar la eficacia del factor de protección solar.
- Se incide también en la importancia de la aplicación, que debe ser en cantidades similares a a 2mg/cm cuadrado, lo que equivale a seis cucharillas de café (unos 36 gr) para todo el cuerpo de un adulto.
- La existencia de factores de protección muy altos (50 ), aunque no aumentan sustancialmente la protección frente a la radiación UV, ofrece un mayor rango de seguridad al producto solar.
Los diez secretos de un bronceado sano
Durante su exposición, Ana Aliaga expuso las llamadas. Recomendaciones desde la farmacia, que constituyen un decálogo de medidas preventivas contra el sol:
1- Preparar la piel. Antes del sol hay que exfoliarla, hidratarla y tomar complementos nutricionales que la protejan y favorezcan el bronceado.
2- El protector solar adecuado. Debe ser de amplio espectro (proteger tanto frente a los UVB como a los UVA) y adaptado al tipo de piel, fototipo y condiciones de la exposición solar (consultar el UVI diario). Además, hay que utilizar productos específicos para el pelo y los labios.
3– La aplicación correcta. El producto debe repartirse sobre la piel seca antes de la exposición al sol, de forma uniforme y generosa (36 gr para un adulto de peso medio).
4– Reaplicar. Hay que volver a extender el protector solar frecuentemente, cada dos horas, y después de la sudoración o el baño prolongado.
5- Atención a los niños. Evitar la exposición directa al sol en los bebés y en niños menores de 3 años. Utilizar en los niños protectores solares específicos y medidas físicas de protección, camiseta, gorro, sombrilla y gafas.
6- No bajar a guardia. Hay que seguir utilizando protector solar aunque se esté bronceado y también en los días nublados.
7- Máxima protección. Si se pertenece a un grupo de riesgo frente al sol (fototipo I, II, ancianos, trabajadores al aire libre, personas que toman medicamentos fotosensibilizantes o con antecedentes de cáncer cutáneo) hay que extremar las condiciones de protección (categoría de muy alta protección, 50 y las medidas físicas de protección).
8- Ajustar el horario. Hay que evitar las horas más peligrosas del sol (de 12 a 16 horas oficiales).
9- Cambios a raya. Se debe vigilar de cerca los lunares para observar si estos cambian de color, forma o tamaño.
10- Reparar. Utilizar productos postsolares, que hidratan y prolongan el bronceado.
Niños: cualquier protección es poca
Teniendo en cuenta que el 80 por ciento de la radiación solar que tomamos a lo largo de nuestra vida se hace antes de los 18 años y que la piel tiene memoria (es decir, el daño solar acumulado en estos primeros años puede dar la cara en la edad adulta), no hay muchas razones de mayor peso para justificar lo importante que es proteger adecuadamente a los más pequeños de la casa. Tal y como comentó la vocal de Dermofarmacia durante estas jornadas, el uso regular de cremas con un índice de protección en los primeros 18 años de vida puede reducir en un 75 por ciento el riesgo de desarrollar en un fututo cáncer de piel.
No hay que olvidar tampoco que la piel de los peques absorbe tres veces más las radiaciones solares que los adultos, por lo que en ellos, la prevención frente a los efectos dañinos del sol es muy importante, y en estos casos los farmacéuticos recomiendan un factor entre el 20 y el 30 para las pieles normales y un 50 para pieles muy blancas.