La
pregunta que haces me parece muy interesante. Y sobre todo tiene una
importancia práctica extraordinaria. Apuntas la posibilidad de que los niños se
contaminen fácilmente las heridas que se hacen durante los juegos en el colegio,
porque se tocan mucho unos con otros. La respuesta parece obvia. El hecho de
tocarse una herida (me da igual que la toque el propio niño o un compañero de
clase) aumenta considerablemente la probabilidad de contaminación.

Es
muy probable entonces que pienses que para dar esa respuesta no hace falta ser
un especialista. Y te doy toda la razón. Pero te decía al principio que tiene
una importancia muy grande desde el punto de vista práctico. Las manos que no
están limpias transmiten gérmenes, contaminando lo que tocan.

Mira,
hace casi 200 años que un médico húngaro confirmó su idea sobre la transmisión
de enfermedades a través de la suciedad de las manos. Este hombre simplemente
obligó a sus alumnos a lavarse las manos entra cada visita a los pacientes.
Resultado: las infecciones en la sala del hospital se redujeron. ¿Por qué?
Sencillamente, el hecho de lavarse las manos había eliminado gran cantidad de
gérmenes nocivos, por lo que la contaminación a otras personas disminuyó.

Y
aunque esto es hoy día una perogrullada, podemos observar en cualquier lugar
que muchas personas salen del cuarto de baño o preparan una comida o tocan un
animal, basura o el suelo y no se lavan las manos. Para analizar este fenómeno,
la Sociedad Americana de Microbiología investigó si la gente se lava las manos
ante situaciones en que debería hacerlo. La respuesta real, aunque estamos en
pleno siglo XXI, es la misma que la de un anuncio de estos días ¡pues va a
ser que no!
El 30 por ciento de las personas analizadas salieron del cuarto
de baño sin haberse lavado las manos. Y como casi siempre, las mujeres fueron
más limpias que los hombres.

Un
lavado de manos, exclusivamente con agua y jabón, frotándose las manos (por
arriba y abajo y entre los dedos y uñas, incluyendo las muñecas) durante tan
sólo diez o quince segundos es suficiente para reducir el riesgo de
contaminación. Por ello, debe formar parte de nuestros hábitos normales como
lavarse los dientes, ducharse o comer todos los días. Es absolutamente
imprescindible hacerlo varias veces al día.

Te
apuntaba al principio la importancia práctica de tu consulta. Todos sabemos que
hay que lavarse las manos y cuándo. Pero además, tenemos que enseñárselo a
nuestros hijos y acostumbrarles a que lo hagan de una manera rutinaria. Ello hará
que tengan hábitos saludables. Que mantengan bien su salud.

                               

Ya
ves. A veces disponemos de la información, pero no la llevamos a la práctica.
No obstante, ¡habla con tu farmacéutico, pregúntale, infórmate! Él está siempre
ahí. No necesita cita previa. Y te puede aclarar todas tus dudas. Tu salud y tú
sois su preocupación.

Ángel
Sanz Granda

Farmacéutico consultor

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Redacción Consejos

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