-Ay, Jesús, que soy un
quiosco de chucherías?

-¿Y eso?

-Porque tengo un poquito de
todo.

-¿Qué le duele exactamente?

-Yo creo que la edad. Estoy
en la edad de los metales.

-¿Qué edad es ésa?

-La edad en la que se tiene
plata en la cabellera, oro en la boca y plomo en los pies.

-Pues no parece usted muy
mayor. ¿Qué edad tiene?

-Se me atribuye a Martínez
Montañés.

-Pues se le ve fuerte.

-Es que  lo que no mata engorda. Yo hice la guerra y
ya se puede imaginar.

-¿En qué bando?

-En el bando del hambre.
Pasé más hambre que un caracol en un cristal.

-¿Tanto fue?

-Fíjese que me hirieron en
un brazo y me evacuaron. Unas monjitas del hospital al verme tan flaco me
dieron un guiso caliente.

-Parece que le da mucha
importancia a lo de caliente.

-Como que no había comido
caliente desde que me caí de boca en la lumbre.

-Cogería el guiso con ganas?

-¡Hombre! Como no había
cubiertos me dieron una cuchara muy grande de palo, que utilizaban para sacar
aceitunas de una tinaja.

-¿Y cómo se las arregló?

-Cada vez que me metía la
cuchara en la boca me hacía sobaduras en las orejas

-¿Y tan flaco estaba?

-Tan flaco que para hacer
sombra tenía que pasar dos veces por el sol.

-Bueno, así se explica lo
bien que está. Sólo algo resfriadillo.

-¿Resfriadillo? Tengo un
catarro que se lo pego a una foca.

-Pero usted tiene
anticuerpos de sobra.

-¡Qué va! A mí la guerra me
dejó muy tocado. Tengo en un pie un trozo de metralla y voy andando que parezco
un mono mojado en alquitrán.

-Pues no lleva ni siquiera
gafas.

-Es que de lejos me
defiendo, pero de cerca veo menos que un gato de escayola.

-¿Y ahora exactamente qué
le pasa?

-Que me duele el pecho y
tengo tos.

-¿Fuma?

-¡Ya quisiera?!

-Pues hace bien.

-Pero es que así, llega un
momento en que no vale la pena vivir.

-¿Desde cuando no fuma?

-Hace un mes, que fui por
primera vez al médico.

-¿Y qué le dijo?

-Me quitó el tabaco, la
bebida, el azúcar? Vamos, como le dije, ?más que un médico parece usted un
aduanero de Gibraltar?.

-Ja,
ja, ja…

-No se ría porque yo vengo
aquí a que me dé usted un jarabe para la tos.

-¿Tose a todas horas o sólo
por la  noche?

-Por la noche, que tengo a
mi Carmela más cabreada que un pavo en Navidad.

-Le voy a dar éste que
lleva un constitutivo de la codeína, ¿cómo va de vientre?

-Un poquito apretado.

-Pues éste le irá bien, y
no tenga miedo, hombre.

-¿Miedo yo? Mire, en las
trincheras de noche nos pasaban por las piernas ratas de un tamaño que daba vergüenza
fumar delante de ellas.

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Redacción Consejos

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