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La obsesión humana ha encontrado en la comida un campo abonado en el que nacer, crecer y multiplicarse. En los últimos tiempos estamos asistiendo a la consolidación de un nuevo trastorno alimentario anclado en las mismas raíces que la anorexia o la bulimia: la ortorexia nerviosa u obsesión por comer “sólo” productos saludables.
Cuidar la línea siempre ha sido algo gratificante, al igual que comer de manera saludable ha sido sinónimo de buena salud, en el más amplio sentido del término. Sin embargo, el culto al cuerpo que ha dominado buena parte de la última centuria ha revelado que la mente humana es capaz de llegar a límites insospechados cuando la obsesión se pone a trabajar. Así, hemos asistido al auge de los llamados trastornos de la conducta alimentaria, dentro de cuya acepción han cobrado especial relevancia la anorexia y la bulimia. Dentro de esos trastornos asoma y empieza a ocupar un sitio importante en nuestra sociedad la ortorexia u obsesión por la comida sana, que entronca a la perfección con estos trastornos de la conducta alimentaria hasta el punto de que, con frecuencia, personas recuperadas de anorexia caen en la ortorexia.
Un “sinfín” de manías
1. Una persona ortoréxica piensa que un producto conservado es «peligroso», un alimento producido industrialmente es «artificial», un producto biológico es «saludable»…
2. Las personas con ortorexia hablan continuamente de la alimentación e intentan adoctrinar a su entorno, lo que indica claramente una obsesión.
3. Prefieren ayunar a tomar algún alimento prohibido.
4. Se niegan a comer productos que no vengan del cultivo ecológico.
5. Suelen comer en soledad.
6. Mastican hasta 50 veces y al terminar de comer dejan el estómago medio vacío.
7. Generalmente rechazan la carne, las grasas, los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas y los que contienen sustancias artificiales.
8. Su obsesión por comer sano va más allá y se preocupan incluso por la forma de preparación de la comida y los recipientes en que los cocinan.
10. Rechazan todo aquello que no es «natural», lo que influye de modo muy negativo en su vida social: por ejemplo, comer fuera de casa en un bar o restaurante les resulta impensable.
11. En el terreno psicológico, suelen ser personas escrupulosamente respetuosas con las normas y muy perfeccionistas.
12. Este trastorno es más común en personas con un alto nivel de educación y una buena posición económica.
13. Las mujeres, los adolescentes y quienes se dedican a deportes tales como el culturismo o el atletismo son los grupos más vulnerables, ya que, en general, son muy sensibles al valor nutritivo de los alimentos y su repercusión sobre la figura o imagen corporal.
Emociones encontradas
Si una cosa tienen en común los trastornos de la conducta alimentaria es el nexo entre emociones y comida que existe en todas ellas. La persona ortoréxica siente un fuerte deseo de comer cuando está nerviosa, emocionada, feliz o se siente culpable, acaba por centrarse casi exclusivamente en lo que come y la comida se convierte en el centro de sus pensamientos y de su vida. Cada pequeña transgresión alimenticia se acompaña de sentimientos de culpabilidad y frustración cada vez más fuertes. Además, se ha comprobado que sienten un fuerte deseo de comer cuando están nerviosas, emocionadas, felices o culpables.
Veganismo y alimentación macrobiótica
Las opciones por las que puede optar una persona con este trastorno son muy variadas y se pueden combinar entre sí: algunos consumen únicamente alimentos crudos (crudívoros), o solo cocinados (macrobióticos), otros consumen solamente frutas (frutívoros), mientras que otros basan su alimentación en teorías más o menos sofisticadas como el veganismo o la alimentación macrobiótica.
“Las principales opciones alimentarias son susceptibles de desembocar en ortorexia son el veganismo y la alimentación macrobiótica. Estas se engloban dentro de una filosofía de vida y se prestan a que la persona piense que si consigue llevar la dieta ideal todo irá bien”, así lo explica Andrea Gil, nutricionista y dietista del ISEP Clinic, una red de centros multidisciplinarios, especializados en el asesoramiento, la evaluación y el tratamiento de problemas vinculados a la psicología, el aprendizaje y la salud, pertenecientes al Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP).
• VEGANISMO: Tal y como lo define Donald Watson, miembro fundador de la Sociedad Vegana (Vegan Society) el veganismo es una filosofía de vida que excluye todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal e incluye una reverencia a la vida. En la práctica se aplica siguiendo una dieta vegetariana pura y anima el uso de alternativas para todas las materias derivadas parcial o totalmente de animales.
• ALIMENTACION MACROBIÓTICA: es una forma extrema del vegetarianismo combinada con ideas derivadas de la filosofía Zen budista que ha encontrado gran aceptación entre los creyentes en la alimentación natural y los alimentos «biológicos», así como entre muchos descontentos con el orden social establecido y la moderna industria alimentaria. Sus partidarios atraviesan diez niveles de restricción dietética hasta que se alimentan sólo de cereales. Clasifica a los alimentos en dos categorías: ying (alimentos pasivos) y yang (alimentos activos). Debe existir un equilibrio entre alimentos ying y yang para lograr la salud y el bienestar físico y mental. Para ellos, algunos alimentos ying son: la carpa, las almejas, la sandía, las patatas, las ciruelas, el azúcar, la miel o el ajo. La carne de caballo, los huevos de gallina y de pato, el cerdo y el caviar son yang. Los cereales, hortalizas y verduras ofrecen el mejor equilibrio entre el ying y el yang. Dentro de los nutrientes, la mayoría de las vitaminas del grupo B y la vitamina C son ying mientras que las liposolubles (A, D, E y K) y la B6 son yang. Estas clasificaciones carecen de sentido alguno desde el punto de vista científico.
Las consecuencias
1. En lo físico: en la medida en que la dieta se hace más severa, si se excluyen alimentos considerados básicos para el normal funcionamiento del organismo, pueden darse situaciones más o menos graves tales como: desnutrición, anemia, déficits múltiples de vitaminas y minerales y mayor susceptibilidad a las infecciones.
2. En lo psicológico: las personas con ortorexia termina rechazando el comer fuera de casa para evitar tentaciones y por ser contrario a sus teorías, se distancia de sus amigos y familiares, pues todo su mundo gira en torno a sus estrictas normas a cerca de la comida, y su carácter se vuelve irritable y amargo, debido al aislamiento a que suele dar lugar este trastorno. Todo ello desemboca en un círculo vicioso debido a la falta de satisfacciones afectivas, lo que se traduce en una preocupación aún mayor por la comida.
El sentido común marca los límites
En la ortorexia la prevención y el diagnóstico precoz son esenciales, ya que cuanto antes se diagnostique, mejor es el pronóstico de la enfermedad.
Desde el punto de vista dietético y nutricional, los objetivos del tratamiento deben ir dirigidos en primer lugar a cubrir los requerimientos nutricionales mínimos, aportando progresivamente una mayor cantidad de alimentos básicos hasta llegar al nivel adecuado, considerando la edad, el sexo, la talla y el peso real al inicio del tratamiento.
Paralelamente se han de reestructurar los hábitos alimentarios de forma que la dieta sea completa, equilibrada y bien distribuida a lo largo del día. Los alimentos que se han de incluir en la alimentación diaria deben establecerse con arreglo a lo que la persona ingiere espontáneamente, aumentando su variedad y cantidad según su tolerancia y evolución, por lo que su motivación y su disposición para aceptar las orientaciones dietéticas son esenciales. La introducción de alimentos inicialmente rechazados debe realizarse gradualmente. En líneas generales, el terapeuta explicará la importancia de llevar a cabo una alimentación variada y completa, introduciendo cada día la cantidad suficiente de alimentos básicos necesarios para el buen funcionamiento del organismo.
¿Crees que puedes padecerla
? Sal de dudas con el test de Bratman
Steven Bratman, médico estadounidense que acuñó él término de ortorexia a finales de los años 90, tras sufrir él mismo sus síntomas, estableció unas pautas para ayudar a identificar aquellas conductas o comportamientos insanos con la comida.
1. ¿Pasas más de tres horas al día pensando en tu dieta?
2. ¿Planeas las comidas con varios días de antelación?
3. ¿Consideras que el valor nutritivo de una comida es más importante que el placer que te aporta?
4. ¿Ha disminuido tu calidad de vida a medida que aumentabas la calidad de tu dieta?
5. ¿Te has vuelto más estricto contigo mismo en este tiempo?
6. ¿Has mejorado tu autoestima alimentándote de forma sana?
7. ¿Has renunciado a comer alimentos que te gustaban para comer alimentos «buenos»?
8. ¿Supone un problema tu dieta a la hora de comer fuera, y esto te distancia de tu familia y amigos?
9. ¿Te sientes culpable cuando te saltas tu régimen?
10. ¿Te sientes en paz contigo mismo y crees que todo está bajo control cuando comes de forma sana?
Responder afirmativamente a cuatro o cinco preguntas significa que necesitas relajarte más en lo que respecta a la alimentación. Responder afirmativamente a todas las preguntas, se traduce en una verdadera obsesión por la alimentación sana.